Perdigones de plata

Vuelve el chándal

En la bolsa de Koldo yacían un par de chándales, que es la prenda habitual del enjaulado

La incertidumbre

La pierna

Me fascinan los finos detalles que se agazapan en la rebotica del pensamiento ajeno porque, pese a su banalidad digamos doméstica, revelan la personalidad del otro. Cuentan que Ábalos se derrumbó cuando el juez, el otro día, no le mandó de prisión preventiva. Pero ... también apuntan, y en esto encuentro verdadero jugo, la precaución de Koldo, mucho más entero que su exjefe, al llevar en el maletero de un coche una bolsa con la impedimenta básica que necesitas al entrar en el trullo así de sopetón. Han chivado que, además del neceser y de unas prácticas chanclas, yacían un par de chándales, que es la prenda habitual del enjaulado por aquello de la comodidad intramuros.

Así pues, Koldo es un tipo que improvisa poco, que ve más allá de su napia y que apuesta por el siempre necesario plan B. Aplica la regla del «por si las moscas» y, atendiendo a esa norma, apenas extraña que conservase cientos de horas con grabaciones que responden incluso al mero blabla de parentela que a lo mejor avisa lo de «oye, que llego tarde a cenar porque me he liado un pelín con las rebajas, pero guárdame algo que lo recaliento…». Demuestra este hombretón disfrutar de una mente cauta porque piensa en un futuro de encierro y conviene aceptar esa idea. Si luego se libra, estupendo, pero por si acaso el par de chándales ya los tiene. Supongo que, además, se trata de unos clásicos chándales talegueros; esto es, desmochados, desflecados, comprados en un mercadillo de barrio porque tampoco conviene lucir en el patio el chándal de diseño que algunos utilizan los domingos. Nuestro Koldo no puede dar el cante como de tiarrón gallardo que luego va vestido estampado de marcas caras como un vulgar lechuguino. Los códigos carcelarios son estrictos en estos asuntos. Si el chándal no segrega un plus de virilidad piojosa, vamos mal. Y si te enfundas una camiseta como la 'Orlando' exhibida por Ábalos cuando la UCO le visitó, todavía peor. El chándal taleguero no te hace libre, pero destila respeto. Koldo lo sabe. Vuelve el hombre, vuelve el chándal.

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