Perdigones de plata
La incertidumbre
A ver si estos ministros atormentados de incertidumbre cambian de gerifalte
La pierna
Destape integral
Aquel amigo nuestro de la pandilla veinteañera era feo. Rotunda y definitivamente feo. Quizá se pregunte usted si pertenecía a la raza de los feos interesantes como Belmondo o Vincent Cassel. Pues no. Era feo a secas y sin interés. Tampoco gastaba carisma arrollador, que ... era más bien soso. Pero era uno de los nuestros y eso se respetaba. Le queríamos como ese padre que adora a su hijo algo tonto. El caso es que su novia era, además de lista y chisposa, una preciosidad. Nosotros mordíamos de la envidia. Para que se hagan una idea, era clavadita a Cameron Díaz, tanto que la bautizamos como 'Cameroncita'. Tras un par de años de noviazgo, rompió él. No lo entendimos. Lo más suave que le dijimos fue «pedazo de capullo». Hasta que nos explicó su gran motivo: la maldita incertidumbre...
Durante esos dos años amanecía, confesó, adherido a la picajosa incertidumbre que le carcomía las entrañas. Sabía que su novia era mil veces mejor que él, no comprendía porqué le había elegido y sufría. Esa incertidumbre minaba su moral. Temía que ella abriese los ojos de una vez y le propinase la patada hacia el exilio de la soledad. Y así una mañana, y otra, y otra. Soportaba, pues, una tortura, este amigo feo. La incertidumbre puede suponer un tormento espantoso. Semblante de incertidumbre le observamos a los del Gobierno. No adivinan por donde les acuchillará el próximo fostio y eso les amustia, les desinfla, les achanta. María Jesús Montero ha perdido su alegría palmera, dicharachera, exagerada. Y Bolaños proyecta los ojos desorbitados de ese astronauta que vaga por el cosmos porque salió de paseo espacial y el cordón umbilical que le ataba a la nave se quebró. Incluso advertimos que a Óscar López la cabeza se le ha jibarizado un poco. Aquel colegón nada agraciado luego se arrejuntó con una joven normalita, se casaron, aportaron tres criaturas a este mundo y luce feliz. A ver si estos ministros atormentados de incertidumbre cambian de gerifalte y se animan, que la incertidumbre les imprime apesadumbrada mirada desnutrida.
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