tiempo recobrado
Baroja, una lectura de verano
Surge en mi cabeza el cuadro de los garrotazos de Goya y fantaseo con la tontería de que existe una maldición impresa en nuestros genes
Las reglas han saltado por los aires
Siempre Bayona
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Iniciar sesiónPaso las horas de la tarde leyendo en mi terraza de Bayona, muy cerca del mar. Este verano estoy sumido en 'Memorias de un hombre de acción', la serie de 22 novelas de Pío Baroja, escritas entre 1913 y 1935. Es un placer leer ... a Baroja, del que se dice injustamente que descuidaba su prosa. Manejo una edición de tapas rojas de Biblioteca Nueva en dos volúmenes de más de mil páginas, publicada en 1947. El papel, de excelente calidad, ha resistido el paso del tiempo. La portada es de cuero repujado, lo que acrecienta la solidez del libro. Tiene una tira de tela para marcar las páginas, una utilidad que se ha perdido. Al releer este monumental trabajo, tengo la sensación de que don Pío se marcó el reto de emular los 'Episodios nacionales' de Galdós. A través de la biografía de Eugenio de Avinareta, Baroja nos cuenta la historia de España desde la guerra de la Independencia hasta la Vicalvarada en 1854. A pesar de ser una ficción, resulta pasmoso el rigor de los detalles con los que reconstruye la vida de personajes históricos y las localizaciones geográficas. Avinareta, pariente lejano de Baroja, fue un liberal, conspirador y masón que luchó con el Cura Mérino y 'El Empecinado' contra los franceses. Fue alcalde de Aranda de Duero y estuvo encarcelado tras la intervención de la Santa Alianza para restablecer el absolutismo. Luchó por la independencia de Grecia, emigró a México y volvió para sumarse a la causa isabelina. El personaje es fascinante porque, en una España que se desangraba en guerras civiles, asonadas y una brutal represión, Avinareta es un idealista que llora con el himno de Riego y mantiene su amor por la libertad y la tolerancia. Desde el comienzo, el lector sabe que los empeños de Avinareta están condenados al fracaso porque es un hombre incorruptible, incapaz de traicionar sus convicciones para medrar.
Muchas de las reflexiones de Baroja en esta saga siguen manteniendo su vigencia. A veces da la impresión de que España no ha cambiado. La guerra entre carlistas y liberales evoca el país polarizado y cainita en el que estamos viviendo. Hay párrafos que podrían haber sido escritos ayer.
Baroja vio la Guerra Civil y la etapa que va desde 1939 a 1956, fecha de su muerte, con ojos desolados. Su pesimismo ante la realidad era patente. Conocía demasiado bien la historia para albergar algún optimismo sobre el futuro de nuestra nación. Leyendo 'Memorias de un hombre de acción', pienso que la historia se repite y que estamos condenados a cometer los mismos errores que nuestros tatarabuelos. Los 'avinaretas' de hoy sufren el mismo desprecio y marginación que el protagonista de la obra. Surge en mi cabeza el cuadro de los garrotazos de Goya y fantaseo con la tontería de que existe una maldición impresa en nuestros genes.
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