TIRO AL AIRE
Este sinvivir
Aquí seguimos los españoles, enganchados. Con un ojo en nuestras labores diarias y otro en los periódicos a ver cómo avanza el asunto
Bienvenidos al turbosanchismo
Aplaudan a la fontanera
El wasap de una de mis mejores amigas decía así: «Impactada con el sainete. Ya no quiero ni trabajar por si me pierdo algo». Se repiten otros similares: «Avísame en cuanto pase algo más». Los releo y confirmo que, ahora sí, España está en una profunda crisis ... . Antes todo había sido superable, pero en este punto del guion estamos perdidos, desnortados, instalados en el sinvivir.
No lo digo por los políticos ni sus fontaneros. Tampoco por jueces y fiscales. No me preocupa la erosión institucional. Que sí, que debería, como ciudadana responsable y esas cosas de la madurez cívica. Pero mi angustia, ya ven, es mucho más de andar por casa. De que mis amigos se centren en su trabajo, tan importante como el de cualquier político. Necesitan terminar sus informes, pagar sus facturas y seguir sacando a sus familias adelante. Quiero que los míos estén a lo que tienen que estar y no a la telenovela turca de lady Díez y míster Aldama. No recuerdo tanta tensión concentrada en una sola producción audiovisual desde el final de 'Cristal' cuando, al salir del cole, nos juntábamos en una casa para ver el capítulo grabado. Hoy las redes son el VHS. Rebobinas una y otra vez. Pasan los años y los formatos, pero no hemos perdido la emoción de ver lo último en directo. El ¿dónde estabas tú el día que…? La mañana de la rueda de prensa de Leire Díez me lo preguntó un amigo. Al ver que aún no me había enterado, se asustó. Que qué había hecho, que si me había pasado algo. Así que ahora vivo como mi amiga, la que no quiere trabajar por si se pierde algo. Una exclusiva. Otra traición. Otro USB. Igual en lo que escribo estas líneas hay algún avance. Un segundo, permítanme, voy a mirar y vuelvo. Parece que no, pero no me fío. ¿Ven? Un sinvivir.
Esta crisis de atención es lo contrario que la de no-atención que supuestamente padecen los jóvenes. Como con aquella, algo habrá que hacer. No digo buscar culpables. Mejor, soluciones. Page propone elecciones pero… ¡Emiliano, si este es el Gobierno más fuerte de la historia! De tanta flojera son invencibles. «Cuando soy débil, entonces soy fuerte», confirma san Pablo. Y así, Sánchez hará –¿no lo está haciendo ya?– todo lo posible para no caer.
Mientras tanto, aquí seguimos los españoles, enganchados. Con un ojo en nuestras labores diarias y otro en los periódicos a ver cómo avanza el asunto. Con el riesgo de descuidarnos en la cocina, en el quirófano, en el aula, en el juicio, hasta al volante. Qué peligro.
Si no podemos trabajar nosotros, no sé cómo logra hacerlo el Gobierno. ¿Quién redacta una proposición con el runrún de fondo de que Aldama guarda más? ¿Cómo se concentra uno en la política de Vivienda si no cesan las alertas?
Mi amiga, la del wasap, quiere poner el móvil en modo avión en horario de oficina. «A ver si recupero el control», asegura. Creo que el Gobierno intenta hacer lo mismo.
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