EN OBSERVACIÓN
Santos, difuntos y víctimas
En vísperas de la amnistía, este año estrenamos un «día de recuerdo y homenaje»
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Iniciar sesiónPartiendo del hecho –alimentariamente irrefutable, testado con Nutriscore– de que donde comen dos comen tres, al menos fuera de Gaza, nos disponemos este año y por primera vez en la historia del otoño a encadenar tres celebraciones consecutivas, martes, miércoles y jueves de la semana ... que viene, que sin llegar a configurar un puente festivo nos invitan a reflexionar sobre nuestro pasado y nuestro futuro, individual y público, espiritual y material. A la solemnidad del día de Todos los Santos y la conmemoración de los Fieles Difuntos se suma en esta ocasión «el día de recuerdo y homenaje» (Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática), agendado por el Gobierno para cada 31 de octubre. Las tres en raya.
El año pasado, con las prisas y la ley recién publicada en el BOE, al ministro Bolaños no le dio tiempo a programar los fastos de una celebración que responde a la obsesión antifranquista que, también testada con Nutriscore, alimenta el discurso del separatismo y que, compartido por el PSOE desde los tiempos de Rodríguez Zapatero y el pacto del Tinell, está en la base de la dulce derrota de Pedro Sánchez en las elecciones del pasado 23 de julio. Que vienen los fachas –dijo en campaña el candidato socialista, renovador del grito de «Franco, presente»– y la gente se estremeció, mayormente en las comunidades más asustadizas de nuestra España diversa y multinivel.
Este primer día de recuerdo y homenaje, orquestado por el equipo de Bolaños, próximo martes, gran estreno, es un cántico coral al olvido de la letra y el espíritu de la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de Amnistía, y a su vez el mejor prólogo para el proceso de reencuentro y convivencia en el que andan metidos, sin relatores, el dulce derrotado del 23-J y el no menos acaramelado prófugo del 1-O. Una amnistía sustituye a la otra, por mera incompatibilidad. «Una mancha de mora con otra se quita», que dicen los ayatolás cuando alguna iraní se desmelena.
«El conocimiento de nuestro pasado reciente contribuye a asentar nuestra convivencia sobre bases más firmes, protegiéndonos de repetir errores del pasado. La consolidación de nuestro ordenamiento constitucional nos permite hoy afrontar la verdad y la justicia sobre nuestro pasado. El olvido no es opción para una democracia», señala en su preámbulo una Ley de Memoria Democrática que a lo largo de ochenta artículos plantea del desarrollo de «políticas de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición». Todo esto, según para qué, dependiendo de contra quién y en función de las necesidades de cada cual, que desde el Tinell son bien conocidas en el frente que comparten los alarmistas del franquismo/fascismo. Tócala otra vez, Oriol, o siempre nos quedará Waterloo.
Las acrisoladas virtudes que adornan la vida de los santos figuran en sus respectivas hagiografías, género cuyo subjetivismo alcanza cotas superiores en el caso de los fieles difuntos, cada uno de su padre y de su madre. En cambio, la meritocracia de las víctimas –las del próximo martes o las de la represión que siguió al 1-O– se objetiviza en preámbulos normativos. El nuevo catecismo se publica y actualiza en el BOE.
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