EN OBSERVACIÓN
Indecisión demoscópica o síndrome de Zampo
El Cuerpo Superior de Actores del Estado estrena el sainete de la duda
Ferraz 70, lugar de Memoria Democrática
Matrix y Tetris de Pedro Sánchez
Nos acordamos de santa Bárbara cuando truena y de los actores y sus respectivas madres cuando en febrero se reparten los Goya. Nos quejamos de vicio y los denigramos por hábito. Qué sería de España sin ellos. Cómo íbamos a hacernos un croquis demoscópico de ... lo que siente y padece la nación a la que sin ánimo de lucro guía nuestra compañía estable de intérpretes e intérpretas sin las alertas que lanzan fuera de programa, a modo de bis y propina. Por Ana Belén, víctima del franquismo, sabemos que anda el gremio desorientado, electoralmente perdido, dando palos de ciego, sin comer hasta pasadas las cinco, como desganado. «No sé si con eso podemos seguir apoyándole, no lo sé», confiesa la protagonista de 'Zampo y yo' en ABC. Con 'eso' se refiere a la corrupción y a las fulanas; el del apoyo, o el apoyado, no es otro que Pedro Sánchez; el plural mayestático va de serie y de suyo en el mundo de la cultura, y el doble «no sé», como el de Rumba Tres, responde a la pregunta del CIS que conduce al saco de los indecisos, ese porcentaje de la población que titubea por sistema y al que tradicional y filantrópicamente resuelven la papeleta quienes ahora se hacen los dudosos. Por Ana Belén, vedete de las galas antifranquistas de TVE, sabemos que ni siquiera podemos ya confiar en ellos como brújula y asidero, antídoto contra la zozobra y faro o candileja de Occidente.
«No sé, no lo sé», reconoce Ana Belén, deshecha e inapetente –las cinco de la tarde y sin probar bocado–, y todo por cuatro perras y siete putas, o viceversa; el orden de las factoras no altera el producto. Nuestro Cuerpo Superior de Actores del Estado es el payaso triste que se maquilla para actuar en el mundo mágico del circo, que por primera vez nos hizo reír. «No sé, no lo sé», lamenta Ana Belén, haciéndose la torturada, estadio superior de la ofendida de toda la vida, y tanto cilicio a cuenta de una simple trama de rameras y sobres con billetes. «Mi organización», en palabras del Número Uno, el del numerazo. Hay en esta duda actoral una corrupción implícita y aún mayor que la que la motiva, por su naturaleza moral y su consecuencia cívica: cuando 'con eso' quiere decir 'con eso' y nada más que 'con eso', lo demás no importa, y lo demás, por resumir, consiste en echar abajo los principios afrancesados de la libertad, la igualdad y la fraternidad, obra maestra de un presidente del Gobierno que se jacta de haber levantado muros ( 'fraternité'), legislado a la medida de su corte de delincuentes y privilegiados ('égalité') y amedrentado a los jueces y la prensa libre ('liberté'). Por resumir.
Bienvenida sea la duda en el muro sanchista, ahora de las lamentaciones, como piedra de toque para una abstención que a las malas representa el grado máximo de democracia entre quienes no conciben la alternancia. El «No lo sé, no sé» de Ana Belén es una equis en la casilla del 'no sabe, no contesta'. Bienvenida sea la duda y bienvenido el reconocimiento implícito y la asunción más desahogada –«con eso» equivale a «sin lo otro»– de la corrupción política como suprema forma de progreso.
Y es así como volvemos a la pista central del mundo mágico del circo, de donde sale Zampo y entran los Rumba Tres, titanes de la canción protesta: «Solo le pido a Dios/ que el engaño no me sea indiferente«.
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