EN OBSERVACIÓN
De los expertos de Illa a los zahoríes del fango
Controlar TV3 para evitar su sectarismo, promesa de Sánchez, está cada vez más cerca
Cómo cantar gol con perspectiva de género
Un rey minúsculo para TVE
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Iniciar sesiónEn vísperas de la presentación en sociedad de lo que el presidente del Gobierno anunció ayer como 'plan de acción democrática' –también habló de 'calidad'; el nombre va a ser lo de menos para sus víctimas– conviene recordar lo que durante los estados de alarma ... inconstitucionales aconsejaron los expertos a los que Salvador Illa consultaba para aplicar la ley del embudo e intervenir y acordonar por lo sanitario –'perimetrar' se llamaba entonces; el nombre fue lo de menos para sus víctimas– el territorio de la Comunidad de Madrid. La singularidad fue absoluta. Superada la pandemia y ventilados los aerosoles sobre cuya alta concentración capitalina alertó al grupo de expertos de Illa, la preocupación del Ejecutivo pasa del aire que respiramos al fango que pisamos, invisible en superficie salvo para unos zahoríes que al servicio de La Moncloa han localizado, también Madrid, vendido íntegramente en Doña Manolita, los mayores lodazales en los que se puede hundir nuestra democracia, enfangada en el charco de los bulos que difunde la ultraderecha a través de sus tabloides digitales, con sede en la Puerta del Sol y alrededores, rompeolas y salpicadero de todos los barros. La singularidad va a ser absoluta.
El plan de Pedro Sánchez pasa por cerrar el grifo de la publicidad institucional a los medios que desinforman y no respetan los códigos que su persona estableció como canon de progreso –Tezanos lo explicó con mucha gracia en el número de junio de la revista 'Temas'– durante los cinco días de reflexión que se cogió cuando empuraron a su mujer. Esto, que a bote pronto puede parecer un ejercicio bananero de censura, no es sino la fórmula legal para materializar una de las promesas electorales que el propio Sánchez hizo en noviembre de 2019, cuando además de anunciar que iba a traer a Puigdemont para ser juzgado se comprometió a meter en vereda y tomar el control de TV3 para poner fin a su sectarismo. Lo que entonces iba a ejecutarse a partir de una modificación de la Ley General Audiovisual se canaliza ahora a través del 'plan de acción democrática' –o 'calidad'– que va a impedir que el dinero público sea utilizado para lubricar la máquina del fango y desinformar a la ciudadanía y el ciudadaneo.
La Generalitat aprobó el pasado febrero el contrato-programa que garantiza la financiación de TV3 y Catalunya Ràdio hasta 2027, con una inversión de 1.347 millones de euros. Poco nos parece para el servicio que prestan y su secular contribución al «entendimiento transversal» –vendido íntegramente en las Ramblas– que predica el presidente del Gobierno. Retirar la publicidad institucional de los medios privados que degraden la convivencia no es más que una de las patas que sostienen el plan de intimidaciones y recortes que ultima Pedro Sánchez para regenerar la democracia. La otra, y más relevante, es el fin de las subvenciones directas que disfrutan los medios públicos que vierten fango por hectómetros. Los expertos de Illa ya han perimetrado la cloaca, con la singularidad y el olfato que distingue a los mejores zahoríes. Un día de estos, Sánchez cumple otra promesa.
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