Sánchez y Pumpido rematan a Montesquieu

El aval del Tribunal Constitucional a la ley de amnistía con la que Sánchez se compró la investidura, pagándosela a Puigdemont con nuestra igualdad y soberanía, no sorprende, aunque asquea. Pumpido ya había arrastrado su toga por el fango de la claudicación de Zapatero ante ETA, el TC fue una pieza esencial en dicho cambalache infame, al revocar la sentencia del Supremo que condenó a la dirección de HB, brazo político de ETA, y Sánchez es un mentiroso compulsivo, carente de palabra y de honra, que 'cambia de opinión' como de ropa interior, al albur de sus intereses personales. De ahí el peligro gravísimo al que nos enfrenamos los ciudadanos rehenes de un gobernante sin escrúpulos, apoyado en una banda de corruptos y sostenido por partidos antisistema cuya razón de ser es quebrar la unidad de España. La autoamnistía ha sido solo el principio; una pequeña muestra de hasta dónde están dispuestos a llegar en su empeño de mandar sin rendir cuentas a nadie. Ahora van a por el control de los procesos judiciales, hurtando a los jueces la instrucción para ponerla en manos de fiscales sujetos a un régimen jerárquico en cuyo vértice se sitúa un superior nombrado por el Gobierno y eliminando la figura de la acusación particular, impulsora de muchas de las causas que afectan más directamente al caudillo. Van a por la carrera judicial, introduciendo por la puerta de atrás a una ingente cantidad de 'juristas' adeptos, dispuestos a pagar el favor haciendo la vista gorda cuando haga falta. Van a por la UCO, que pretenden descabezar, y también a por la prensa libre. Va a por todas, con tal de garantizarse poder absoluto e impunidad para sus corrupciones.