Después, 'naide'

'Touristgohomers go home'

El antiturismo es una especie parásita del turismo porque, paradójicamente, vive de él

'Oyoyoy' de cumpleaños

¡Perrita al agua, caballero!

Como decía Antonio Gamero, y no Rafael Azcona, como fuera de casa no se está en ninguna parte, y cada año uno puede imaginarse a los turismófobos yendo de vacaciones a algún sitio (ellos nunca son turistas: son viajeros). Gamero era un tipo ... fantástico que llevaba sonotone porque estaba sordo como una tapia y hablaba a gritos como si estuviera lejos, pero lo sabía todo del jazz y podías mantener con él una conversación perfectamente fluida a las cinco y media de la mañana en una discoteca a medio metro de un bafle. Gamero pasaba el verano en San Sebastián y en el Martín y en el resto de bares de Ibiza y Menorca, que son calles que están en Madrid y a las que llamaban Costa Retiro. Me acuerdo de él ahora que ha vuelto la turismofobia con su regreso veraniego como las golondrinas, como los encierros de San Fermín y como el Tour. ¡Qué siestas me echo escuchando a los turismófobos gritar de lejos, como si fuera la retransmisión del ascenso final al Hautacam! Y escucho sus alaridos mientras duermo, mansamente, bajo una sombra fresca como de higuera.

'Tourist go home', proclaman aquí y allá. El otro día en San Sebastián, un puesto de turismófobos vendía sardinas y anunciaba el precio en cuatro idiomas. Si se hubieran quedado en casa, menos gente habría. 'Touristgohomers go home' sería un lema bello y oximorónico como aquel de Mark Handley que entonaba el 'Homeless go home'. Pero el turismófobo no puede quedarse quieto y hace lo que puede en su empeño por aparecer como el que menea la ikurriña junto al pelotón del Tour, y aprovecha las masificaciones de turistas para hacer valerse. Pasa lo mismo con los del PETA que usan los sanfermines para protestar contra los toros y ya se han convertido, con sus pechos al aire y su sangre de pega, en una parte del programa festivo. El antiturismo es una especie parásita del turismo porque, paradójicamente, vive de él. Va la gente al Levante a las manifas que protestan porque hay demasiada gente en el Levante. Yo mismo fui a la Fontana di Trevi y me llamó la atención que han cerrado la parte baja de la fuente por el gentío, de manera que tiran las monedas desde la parte trasera de la plaza, con un impulso 'eneko' de lanzador de cócteles molotov en la kale borroka de Alsasua. Digo que estuve en la Fontana di Trevi quejándome del gentío que había en la Fontana di Trevi. Después le compré unas galletas a una monjita, le di un euro de propina –lo que costaban las galletas–, y me sonrió tanto que se me pasó el cabreo.

Me pregunto a dónde irán de vacaciones los turismófobos como se preguntaba Ana Belén a dónde irán los besos que no damos, que guardamos, como el amor no correspondido del viajero. El otro día le preguntaron a la cantante si se podía seguir sosteniendo a Sánchez después de toda esta mugre corrupta y dijo que no sabía, que ojalá fuera politóloga. Cuarenta años, lleva dándonos la turra con la política y ahora, resulta que no sabe.

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