ANTIUTOPÍAS
España en la Filbo
Colombia fue uno de los últimos países americanos en recomponer su relación oficial con la antigua metrópoli
Lester Burnham al poder
Las amenazas del pasado
Fue un asunto que tardó en resolverse más de setenta años, y por eso, ahora que España es el país invitado en la Feria del Libro de Bogotá, valía la pena volver sobre las relaciones diplomáticas y culturales entre Colombia y España. Lo hizo 'Revista de Occidente' ... , dedicando su número de abril a explicar cómo se tejió de nuevo el vínculo entre los dos países, cuál fue la función modernizadora de la migración española en Colombia y qué influjo tuvieron los colombianos durante su paso por España. Como era lógico, este número de la revista '–La España peregrina en Colombia'– se presentó en el pabellón español de la feria.
Colombia fue uno de los últimos países americanos en recomponer su relación oficial con la antigua metrópoli. México lo hizo en 1836; Chile, en 1845; Perú, en 1857; Argentina, en 1881; Colombia, sólo hasta 1883. Era un hecho extraño, tratándose de un país con círculos intelectuales hispanófilos. Debió de percibirlo el poeta sevillano José María Gutiérrez de Alba, pues en 1869 propuso a las autoridades españolas viajar a Colombia para restablecer comunicaciones. España debía volver a América, decía, ya no con la fuerza sino ofreciendo vínculos fraternos. Su propuesta tuvo éxito y un año después ya estaba en Colombia, en calidad de agente secreto, con la misión de restablecer el comercio de libros y diluir las congojas que hubiera podido sembrar el proceso independentista.
Sus labores dieron frutos tempranos. Un año después de su llegada, con la ayuda de Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo, conseguía fundar la primera filial de la RAE en suelo americano, la Academia Colombiana de la Lengua. El país rezagado tomaba la delantera, y aceleraría el ritmo en 1881 firmando un Tratado de Paz y Amistad. Este gran hito diplomático, otro logro de Gutiérrez de Alba, permitió que en dos años se abrieran legaciones de Colombia en España y de España en Colombia. El pasado quedaba definitivamente superado. Los dos países normalizaban sus relaciones, y para ratificarlo aún faltaba un gesto más, de buena voluntad, desde luego, por parte de Colombia.
En 1892, el presidente Carlos Holguín Mallarino regaló el famoso Tesoro Quimbaya a la Reina María Cristina de Habsburgo-Lorena. Era un reconocimiento por su intercesión en un diferendo fronterizo con Venezuela, pero también una manera de refrendar la reconciliación lograda. Ciento treinta años después el Tesoro Quimbaya se ha convertido en motivo de alharacas decoloniales, olvidando que en un principio fue todo lo contrario. Lejos de remitir a los traumas de la conquista, era el emblema de su superación, el símbolo más explícito de la amistad recuperada.
Antes se hacían regalos; hoy se celebran festivales y ferias, pero el propósito es el mismo. A través de la diplomacia cultural, de eventos como la Filbo, se intenta mantener vivo el interés, la cooperación y la curiosidad mutua. Aunque Gutiérrez de Alba, más poético, habría preferido decir el «amor entre pueblos que tienen un mismo origen».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete