'Revista de Occidente', la idea que iluminó España durante el final del franquismo
La Fundación Ortega-Marañón dedica una muestra a la segunda etapa de la publicación
Cien años de 'Revista de Occidente'
B. Pardo
Un centenario se celebra muchas veces, por eso 'Revista de Occidente' (que nació en 1923 y renació dos en dos ocasiones) vuelve a ser protagonista en la Fundación Ortega-Marañón. Esta vez con una exposición centrada en su segunda época, que va desde 1963 a ... 1975, un tiempo en el que abrieron el país a luces nuevas y lejanas, como la de Susan Sontag, que publicó ahí sus 'Notas sobre camp' en 1966, o como la de Hannah Arendt, que participó en el proyecto de Ortega con una reflexión sobre la revolución, así, en general. Durante esos años se podían leer en sus páginas poemas de Ajmátova, Brecht, Cavafis y Celan, cuentos de Graham Green, Thomas Hardy (traducido por Javier Marías), John Updike y Yukio Mishima y ensayos de Joseph Ratzinger, Jürgen Habermars, Michel Foucault, Milton Friedman y Althusser, entre muchos otros. Por no mencionar a los autores del Boom: García Márquez, Vargas Llosa, Borges, Mistral… Toda revista es un proyecto colectivo, una historia de nombres propios.
«'Revista de Occidente' fue un ejemplo máximo de libertad de expresión»
B. PardoEl Aula de Cultura de ABC celebró los cien años de la publicación fundada por Ortega
'¡Claridad, claridad!' podrá verse en la sede de la fundación hasta el próximo 29 de junio de 2024, y reúne los ciento cincuenta números editados por 'Revista de Occidente' tras su resurgir después de la Guerra Civil. Juan Claudio de Ramón, comisario de la muestra y nuevo secretario de redacción de la revista (Fernando Vallespín será el nuevo director), recordó que ya desde el mismo título el recorrido se inspira en los principios fundacionales de 'Revista de Occidente', escritos por Ortega y Gasset en el verano de 1923. «Muchas gentes comienzan a sentir la penosa impresión de ver su existencia invadida por el caos. Y, sin embargo, un poco de claridad, otro poco de orden y suficiente jerarquía en la información les revelaría pronto el plano de la nueva arquitectura en que la vida occidental se está reconstruyendo», proclamaba entonces el filósofo, constatando que las verdades se repiten o que son siempre las mismas.
En esta segunda etapa, que estuvo dirigida por José Ortega Spottorno, hijo de Ortega y Gasset, la revista se abrió todavía más a la ciencia, nada raro si tenemos en cuenta que él era un ingeniero agrónomo («una carrera con mucho campo», bromeaba él) con vocación de editor. Esto, además, cumplía con el interés original de su padre, que era el de ofrecer «ni un repertorio meramente literario ni ceñudamente científico»: esto es, quería crear no una revista literaria o cultural o científica, sino una revista de conocimiento, donde los hallazgos artístico convivieran con los descubrimientos técnicos.
En el primer número de aquel renacimiento incluyó un texto de Robert Oppenheimer, el científico más famoso del momento, y puede que de este también. Se llamaba, por cierto, 'Necesidad de nuevos conocimientos'.
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