sin punto y pelota

Yo quiero abortar

Tenemos un Gobierno que se dedica a mimar a los irresponsables

Creyentes en la ONU

La tostada y la empanada. Dicotomía.

Tenía 18 años, llevaba sandalias de cuero que me hacía el zapatero de local minúsculo en la calle San Miguel, unas blusas 'hippies' y subía a Madrid en un tren litera. Aquella noche no pegué mucho ojo porque la única ocupante de aquel compartimento era ... una madre musulmana –un exotismo entonces– preocupada porque su hija adolescente se había quedado embarazada y el padre, de enterarse, la iba a matar. Lit, que dirían ahora los adolescentes. Acabé diciendo que en las páginas clasificadas del periódico local se anunciaba siempre una clínica para abortar. Tenía 18 años, ya digo. Ahora no sería de consejo tan rápido. Pero, sin aquellos clasificados, tengo claro que, en España, quien ha querido abortar no ha tenido ningún problema en conseguir la información para hacerlo. Ahí no hay problema con la 'privatización'. Así que, si el Ministerio de Sanidad se dedica a subcontratar a una asociación catalana para que difunda una web, 'Quiero abortar', con todo tipo de información para poder hacerlo, incluso más allá de la semana 22, lo hace para provocar una reacción.

¿Qué pasaría si el PP, pongamos, difundiera desde las comunidades en las que gobierna una web de recursos para embarazadas que se llamara 'Puedo no abortar'? En esa web, habría enlaces a asociaciones que pueden ayudar a una mujer que tiene dudas a animarle a seguir adelante con el embarazo. Podrían poner bien grande el número de abortos al año en España, unos 100.000 –pese a que no deben de encontrar fácilmente dónde y hacía falta esa web de Mónica García– y el de nacimientos, unos 400.000 y el puesto que ocupamos entre los países más viejos y, en breve, más tristes del planeta. Podrían recopilar testimonios de madres que, finalmente, decidieron no dar ese paso y cómo se sienten. No va a ocurrir y puede que los que hayan decidido no entrar a ese trapo estén en lo cierto. Que no renta electoralmente. Mucho mejor meterse en el bolsillo a los votantes con deducciones fiscales en gastos en mascotas, en productos celíacos y en gimnasios. Eso es el tablero inclinado y asumir o no que quede así para siempre. Animar a abortar es progresismo y convencer para evitarlo es fascismo.

Mientras, en el supermercado, un paquete de condones ronda los tres o cuatro euros. Menos que un mojito, una cajetilla de tabaco, lo mismo que un par de cañas. Si en España hay 100.000 mujeres que se han quedado embarazadas sin quererlo, hay miles de parejas que son irresponsables. Sin excusas, salvo las violaciones, que serán un porcentaje ínfimo de los abortos. Ya podía el Ministerio de Sanidad simplemente copiar la campaña del 'Póntelo, pónselo' de cuando el feminismo era otra cosa. Cuando no era una web de color rosa que animara a abortar a las que no han tenido los ovarios de decir a sus parejas que sin preservativo no se hace.

Pero ya sabemos que tenemos un Gobierno que se dedica a mimar a los irresponsables. Que tampoco querrá entrar a hacer un perfilado de las mujeres que deciden abortar para ver si alguna campaña sería más efectiva en algunos colectivos para evitar embarazos no deseados. Sabemos más del perfilado de los que sí queremos tener hijos. Somos más conservadores y tradicionales, por lo general. Si tener niños es de fachas ellos han debido de pensar que abortar es el colmo del progresismo. De quién es el futuro no ha entrado en sus cálculos.

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