sin punto y pelota
El bolso y la bolsa
En la cúspide de un ministerio que debe ser ejemplar, mantenía Rajoy a Montoro y su séquito
Se fuman un habano
La Susana y la España que pudo ser
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Iniciar sesiónHubo un tiempo en el que algunos esperamos a los hombres de negro de Bruselas sin éxito. Para tomar medidas impopulares. Pero allí estuvo Montoro para decirle a Europa que podíamos hacerlo solos. Pasaron los años, llegó el sanchismo y surgen nostálgicos de Mariano Rajoy. ... Que se le echa de menos. Que tenía su gracia. La ironía. Que era educado. Otros fantaseamos, sin ningún sentido, sobre el país que podría haber sido si Rajoy hubiera sido valiente. Si le hemos podido dedicar horas de sobremesa a las razones del suicidio de Ciudadanos, cómo no pasar cenas de veranos pensando sobre la España que ya no será. Hay mil maneras de perder el tiempo.
La España que finalmente fue, sanchista, tuvo un camino previo que culmina con Mariano Rajoy ausente de su escaño durante la moción de censura, un bolso de Soraya en su lugar, escena evitable si se hubiera actuado con agilidad. No se hizo. No hacer es muy Rajoy. No cambiar la ley electoral, no derogar la ley de memoria histórica, no cambiar la de Violencia de Género para equiparar a mujeres y hombres en las penas, no hacer una liposucción a la grasa de la administración. Dejar hacer fue parte del problema. Cómo iban a ser capaces los indepes de organizar un referéndum a un consejo de ministros con abogadas del Estado. No, qué va.
Y en ese consejo de ministros, Montoro. El que optó por estrujar al contribuyente en vez de tomar decisiones complicadas. Al que acusan de traficar con información y acceder a cambios legislativos solicitados por su antiguo despacho. El que nos iba quitando la bolsa y nos dejaba con la vida recortada. El que llevaba tan mal que le investigara la prensa que a su vez él ordenaba que se investigara a periodistas, como a Javier Chicote, que destapó en ABC lo que ahora saben todos gracias a que se ha levantado el secreto de sumario. Y allí, en la cúspide de un ministerio que debe ser ejemplar, mantenía Rajoy a Montoro y su séquito de cargos amables con algunos despachos privados.
No, no son Koldo, ni Ábalos, ni Santos Cerdán. Van mejor vestidos, tienen títulos de universidades de prestigio y oposiciones de las duras. No quiero escribir el lema de la antipolítica, el «son iguales», «unos son más finos y otros más macarras, pero lo mismo».
Pero haría bien Feijoo en no reivindicar ningún legado de aquella época. De cuando Montoro metió en cintura a España a costa de ponernos a los contribuyentes a régimen absoluto de subida de impuestos.
Pasó Rajoy pero nos quedamos sin las reformas, con los impuestos y con ese aroma que vuelve a veces de tratos de favores. Para la posteridad nos dejó un bolso donde tenía que haber estado su trasero y el hecho de haber evitado que Bruselas rescatara a España, gracias al cuadre de cuentas de Montoro, que iba a por las nuestras y era más cariñoso con las de clientes de amigos. Lo sabemos gracias a la prensa y a los jueces fachas. Qué cosas, Pedro.
Tengo amigos que, al correr, se cruzan con Rajoy a trote rápido por Pozuelo. Les produce ternura. La memoria selectiva es así. Se habían olvidado de Montoro.
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