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el batallón

Por la gatera

Resolvamos la duda de Sánchez sobre cómo pasará a la historia: entre el «yo estoy bien» tras lo de Paiporta y el «que ya son las cinco y no he comido» del otro día

Una canallada

Jindama o sanseacabó

Álvaro Martínez

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Aún le pinchan y no sangra cuando Máximo Huerta recuerda el episodio de aquella tarde en la que acudió a Moncloa a dimitir, sólo una semana después de su toma de posesión como primer ministro de Cultura del sanchismo. Era un día de San ... Antonio; recuerda bien la fecha Huerta porque al margen del diita que pasó (que para él se queda) entendió de qué pasta estaba hecho Sánchez cuando se puso a reflexionar cómo pasaría él a la historia. «Mira cómo acabaron Zapatero, Aznar y González'… todos fatal. ¿De mí, qué dirán?». El marido de Begoña tuvo el cuajo de ponerse a hablar de él mismo y de la trascendencia de su obra con el dimisionario de cuerpo presente, que salió de allí con la pena de dejar de ser ministro pero también con el alivio de luto que le procuraba saber que se estaba librando de semejante personaje. Siete años después de aquel episodio, precisamente este último día de San Antonio, implosionaba el sanchismo en un estallido interior y brutal que ha provocado daños catastróficos en Ferraz y Moncloa a cuenta de la corrupción económica, moral y ética protagonizada por los dos pilares fundamentales que el hermano de David Sánchez eligió para levantar su edificio político: Ábalos y Cerdán.

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