LENTE DE AUMENTO
Un Nobel de los buenos
El concedido a María Corina Machado es uno de esos galardones que dan esperanza y señalan a los cooperadores necios del régimen venezolano
Salvar al líder supremo
Una sociedad enferma
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónNo ha sido Trump, tampoco esa patochada jaleada por sus 'groupies' de conceder el Nobel de la Paz a Pedro Sánchez. Uno u otro hubieran sido un esperpento de dimensiones siderales. Porque el Nobel ha recaído en una mujer de bandera: la de la Venezuela que se levanta, soporta, aguanta, se faja ... y no decae ante un dictador cruel, mesiánico y algo tarugo, al que respaldan personajes como Zapatero; al que aplaude la izquierda atolondrada y sectaria patria, y al que nuestro Gobierno hace carantoñas que lo retratan.
El de María Corina Machado es un Nobel de los buenos, de esos que dan esperanza y señalan a todos aquellos que, desde sus poltronas, han sido cooperadores necios y necesarios para que el régimen venezolano siga oprimiendo al pueblo y obligando a miles de ciudadanos a una diáspora atroz. Es un Nobel que denuncia, que advierte y que debería servir para que la purria de palmeros de los sátrapas caribeños como Maduro viva hoy un día de vergüenza.
Porque si Maduro está donde está, si Corina sigue saltando de casa en casa esquivando al régimen represor, es sólo porque aquí —sí, aquí— tenemos un Gobierno cómplice y a un vocero del chavismo como Zapatero. Este es un Nobel para celebrar, porque quizá no haga caer al régimen —que para eso cuenta con las armas y la represión como salvoconducto para seguir expoliando Venezuela—, pero sí que pinta la cara de rojo, no bolivariano sino de oprobio, a muchos cobardes equidistantes; a tanto ventajista que, ante el horror de la población, calla porque el canalla con chándal es «uno de los nuestros».
La luz escandinava ha alumbrado una zona oscura; lo ha hecho hasta cegar a todos aquellos que defienden que la maldad es ideológicamente disculpable, que hay un indulto perpetuo para los criminales si lo son de (nuestra) parte. Porque esas comillas leídas desde Oslo retratan tanto a la agraciada —«por su incansable labor en favor de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela»— como a los desgraciados que miraron para otro lado cuando la Venezuela democrática se alzó contra quien le birló unas elecciones que hubieran supuesto el fin pacífico del villano y sus secuaces.
María Corina denunció, peleó y dio a su pueblo lo único que podía ofrecerles: esperanza. Lo hizo mientras contemplaba con desazón cómo, desde la Madre Patria, contemporizaban, amagaban… esa tibieza repugnante que define a los cobardes… o a los interesados.
Una pregunta de Nobel: ¿por qué os interesa tanto, Zapatero, sostener a un dictador?
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete