lente de aumento
Salvar al líder supremo
La flotilla no alimenta, incendia. Ese es su objetivo: la algarada que ayude a reflotar la izquierda fagocitada por Pedro Sánchez
Una sociedad enferma
Que le den a Eurovisión
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Iniciar sesiónCruzaba un amigo el otro día por el centro de Madrid, ejercicio de alto riesgo cuando se te viene una turba de indignados que exigen la liberación de la flotilla de 'illuminati' que han surcado, por decir algo, el Mediterráneo para ir no al encuentro de las víctimas de la masacre en Gaza sino del ejército israelí ... . Cruzaba, digo, y por un momento se me reconoció en un túnel del tiempo. Un viaje al pasado, sin tenderete en Sol ni sacos de dormir ni tiendas de campaña, pero con toda la parafernalia dialéctica propia de quien vende el asalto a los cielos como atajo para una vida de poltrona. Gaza como coartada: lo de allí se impone como relato para regurgitar un movimiento que duró un tiempo, velocísimo, en el que sus líderes se aburguesaron, progresaron, vaya. Como siguen teniendo la veta comercial y saben que ese –el de la algarabía callejera– es su nicho, andan removiendo las cenizas de su movimiento sobre las ídem de la Franja derruida. Obviamente les salen competidores, que las urnas están a la vuelta del próximo banquillo, y no descartemos que, tras el blindaje del aborto, el Ejecutivo se marque otro 'must' con el que tener militarizada la calle, firme ante la venteada llegada de las botas de media caña, brazo en alto.
Gaza se opaca porque ahora es muleta, coartada, 'atrezzo' político de un bien superior: gobernar. Un análisis serio –que no harán– de la batucada naval bastaría para convertir en pecio a tanto botarate. Porque, por mera observación, la ayuda humanitaria no asoma ni a babor ni a estribor. Entre tanto vídeo dramatizado y bailecito o arrojo al mar de botellas de plástico nada biodegradable, no se ha visto la bodega de esos barcos con los insumos enviados para la población. Tampoco a nadie de ese entorno farandulero y chipirifláutico proponer que el dinero derrochado por la borda se hubiera destinado a cualquiera de las ONG que, sí, se fajan a diario en los hospitales de Gaza intentando salvar vidas y alimentar con lo poco que les llega a esa población famélica y desesperada. Yo les hubiera dejado llegar a las costas, cruzar hasta la Ciudad de Gaza y marcarse unos selfis chulos entre la escombrera. Luego retratarse con los líderes terroristas y, venga, de vuelta a casa con la promesa de dejar de subir vídeos chufleros ofreciéndose como víctimas inmoladas del horror sionista. Pero eso, que no ha ocurrido, no hubiera servido para la verdadera causa, una que nada tiene que ver con los horribles padecimientos de la población gazatí atrapada. El objetivo es otro: insuflar vida a un movimiento fagocitado por otro más poderoso; la estrella de la muerte de Podemos y de su 'spin‑off' yolandista es el sanchismo, echado al monte para sortear a la Justicia. Necesitan foco, ahora que su hermano mayor anda arrebatándoles todas las banderas y tirando de megáfono para que la izquierda bullanguera se refugie bajo su ala. Gaza importa en la medida en que preocupan las urnas, y ahí es donde la flotilla juega el único papel para el que zarpó del puerto: ayudar humanitariamente al supremo líder.
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