Poco después de que saliera a la luz, el propio Trump criticó que el afidávit no mencionara «nuestra relación cercana para la devolución de documentos, les dimos mucho» y que el documento estuviera censurado en gran parte (aunque él mismo, a pesar de sus declaraciones públicas, no ha exigido al juez la publicación del documento). El expresidente no comentó las revelaciones que sí incluye el afidávit y optó por acusar al juez de animosidad contra él. «¡Caza de brujas!», escribió en otro comentario en su red social, Truth Social.
Elise Stefanik, diputada por Nueva York y una de las grandes aliadas de Trump en el Congreso, aseguró que «si Joe Biden y su Departamento de Justicia politizado creen que la publicación de hoy basta para justificar la redada a un expresidente y probable oponente político de Biden en 2024, están gratamente equivocados» y calificó el documento censurado de intento de «encubrir y proteger políticamente» al actual presidente.
Desde el partido demócrata, la posición desde el registro ha sido que «nadie está por encima de la ley» y que la investigación debe llegar hasta el final. Ayer lo reiteró Mark Warner, el senador que preside el Comité de Inteligencia de la Cámara Alta. «Parece que, a la luz del afidávit publicado esta mañana, entre los documentos utilizados de manera inapropiada en Mar-a-Lago había inteligencia de la más alta importancia», aseguró en un comunicado. Su comité ha exigido a las autoridades de inteligencia que elaboren un «análisis del daño sobre amenazas a la seguridad nacional provocado por el mal manejo de esa información».
De momento, el registro y la bronca política asociada con él han beneficiado a Trump, que se ha visto relanzado en las encuestas para las presidenciales de 2024. Esta versión del afidávit, con los indicios de comisión de delitos tachados para proteger la investigación y a los testigos, no apunta a cambiar esa tendencia.
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