Kai Wegner, el alcalde de Berlín que rechaza el lenguaje de género
«Es prioritario usar un lenguaje comprensible. Escribiré como aprendí en la escuela», explica el regidor, que cree que estas prácticas violan el principio de neutralidad
Lenguaje inclusive

Desde que la administración regional de Berlín se entregó al lenguaje inclusivo de género, las ordenanzas se leen a trompicones. Los plurales de cada sustantivo que lo requiera aparecen interrumpidos por asteriscos, guiones bajos, barras o dos puntos que, a modo de cuña, introducen ... la pluralidad sexual en los textos. En muchos colegios de la capital alemana se obliga incluso a los alumnos a utilizar estos signos ortográficos en sus escritos y exámenes, a pesar de que, en marzo de 2022, la Conferencia de Expertos Alemanes decidió por unanimidad que legalmente no hay otra alternativa que cumplir con las reglas oficiales de ortografía alemana correcta y que el uso del lenguaje de género en el trabajo escolar debe marcarse como incorrecto por parte de profesores.
El gobierno regional ha venido alegando que aproximadamente uno de cada cinco berlineses es 'queer', que no encaja en el sistema heteronormativo, y los otros cuatro de cada cinco parecían resignados ante este discurso. Hasta que Kai Wegner ha llegado al Ayuntamiento y ha adelantado que de su oficina sólo saldrán documentos escritos «en el mismo alemán» que aprendió en el colegio.
No prohibirá a los funcionarios regionales el uso del lenguaje inclusivo de género, pero esta práctica no entrará en su despacho. «Para mí es prioritario utilizar un lenguaje comprensible y escribiré como aprendí en la escuela. Por eso no he firmado ni firmaré ningún documento del Senado en lenguaje de género. Pero cada uno es libre de hablar como quiera», ha explicado. En su opinión, el lenguaje de género no solamente se desvía de la ortografía oficial, sino que además viola el principio de neutralidad.
Sobran los detalles sobre el escándalo que ha causado esta decisión en una ciudad en la que no había un alcalde conservador desde 2001 y en la que la sede del consistorio, un señorial diseño renacentista, lleva por nombre Rotes Rathaus (Ayuntamiento Rojo). Pero detrás del ruido mediático, que se va apagando con el paso de los días, subyace cierta satisfacción, tanto ciudadana como institucional.
Todo un escándalo
Sin un regidor conservador desde 2001, su resistencia puede considerarse antisistema
Satisfecho se muestra, por ejemplo, un padre que permanece en el anonimato para no perjudicar a sus dos hijas, que ha perdido una primera demanda contra el colegio de estas y que está recurriendo ante una instancia superior. Anteriormente presentó su queja ante la dirección del centro y después ante el Departamento de Educación, Juventud y Familia del Senado de Berlín, en julio de 2022. El Consejo de Ortografía, que establece la norma escrita junto a la Conferencia de Ministros de Educación, apoya su demanda e insiste en la necesidad de cumplir con la corrección ortográfica.
Wegner, decidido a encabezar una resistencia que en Berlín puede considerarse antisistema, es un hombre hecho a sí mismo, de la vieja escuela. Hijo de un obrero de la construcción, se dedicó a la venta de seguros hasta llegar a puestos directivos y mantiene su militancia en la CDU desde la adolescencia. De Berlín de toda la vida, defiende que «hay que ocuparse de la gente humilde, que unta la mantequilla en la tostada de los niños cada mañana antes de irse a trabajar, paga sus impuestos y descansa por la tarde viendo fútbol».
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