Taiwán en el zapato de Xi Jinping
Ante el empeoramiento de la economía china, tomar la isla le consagraría
La inspiración de Valley Forge
De Monnet a Delors
El presidente chino, Xi Jinping
En las elecciones de Taiwán, los votantes respaldaron el sábado al partido en el gobierno, que ofrecía mantener el 'statu quo' y hacer frente a la amenaza de China. Su candidato, el vicepresidente William Lai, encabezará el ejecutivo. No son buenas noticias para el ... régimen de Pekín, que ha interferido en los comicios, ha calificado al ganador de «peligroso separatista» e incluso ha advertido que votarle era elegir la guerra. China rechaza la existencia una democracia en un territorio que controló en el pasado y le molesta no administrar su pujante economía, que domina el mercado mundial de semiconductores.
En la famosa visita de Richard Nixon a China en 1972, el político californiano reconoció el derecho del gigante asiático a reunificar su país y quedarse con la isla. Pero Mao Tse Tung señaló que no había prisa por alterar los dos sistemas y sugirió el plazo de cien años.
El problema para los taiwaneses hoy es que Xi Jinping quiere pasar a la historia a toda costa y se siente impaciente por conseguirlo. Compara su no muy brillante ejecutoria con la obra de Mao, que a través del terror convirtió a su país de nuevo en una gran potencia, o de Deng Xiaoping, el modernizador y reformador sin parangón. Xi Jinping ha subido los decibelios del nacionalismo y la represión, poniendo los avances en inteligencia artificial al servicio del autoritarismo, y ha roto los pesos y contrapesos que existían para limitar el poder del líder máximo, convertido en vitalicio.
Ante el empeoramiento de la situación económica de China, la toma por la fuerza de Taiwán le consagraría, pero tendría un coste desmesurado para el agresor y el resto del planeta. Por eso Xi prefiere, por ahora, mantener una fuerte presión sobre su vecino. Joe Biden ha prometido en cuatro ocasiones defender a los isleños. Estados Unidos espera que, si tiene que hacerlo, los europeos demostremos que la solidaridad transatlántica funciona también en el Pacífico, en justa correspondencia por el apoyo norteamericano recibido para frenar la invasión rusa de Ucrania.