De Monnet a Delors

Convertido en el Ministro de Finanzas de François Mitterrand, logró llamar la atención de Helmut Kohl por su brillantez y moderación, algo que apreció igualmente Margaret Thatcher. Pasó por delante de un candidato alemán e incluso de otro francés para presidir la Comisión Europea, en un momento en el que la integración europea tocaba fondo. Delors supo entender cuál era el consenso posible para relanzarla. Formuló el objetivo de avanzar con rapidez hacia el mercado interior. Los gobiernos entendieron que ese era el camino. Los expertos del ecosistema de Bruselas enseguida vieron el potencial de un mercado europeo completado a través de estándares comunes.

Durante diez años, Delors se convirtió en el presidente de la Comisión más poderoso, gracias a su visión ética de la integración, compatible con un pragmatismo no dramático, la orientación al detalle (cerraba acuerdos financieros mejor que nadie) y un eficaz equipo de ejecutores con Pascal Lamy al frente. Hizo posible la política de cohesión económica y social que tanto ha beneficiado a España y se empeño sin éxito en otras políticas de gasto que le acabaron enfrentando a Margaret Thatcher. Su liderazgo incremental impulsó y expandió la integración, justo antes de la caída del Muro de Berlín. A petición de los liberales alemanes, fue en 1988 el arquitecto de la Unión Económica y Monetaria, que sin duda hubiera llevado a buen puerto mejor que sus sucesores. Los presidentes de la Comisión todavía se comparan con Delors e intentan seguir su huella.