La Fiscalía sueca confirma el sabotaje con explosivos del gasoducto Nord Stream

«En las investigaciones llevadas a cabo sobre el terreno, en el fondo del mar Báltico, se incautaron muchos objetos y el área ha quedado documentada de forma minuciosa», informa la Fiscalía sueca en un comunicado, «los análisis realizados muestran restos de explosivos en varios de los objetos encontrados». La investigación no concluye, sin embargo, quién pudo estar detrás de las explosiones y el sabotaje.

Poco después del descubrimiento de las fugas en los oleoductos de Nord Stream, Suecia rechazó la petición de Alemania, como parte afectada directamente, de participar en la investigación sobre lo ocurrido. Contrariamente a los planes iniciales, Suecia desestimó la posibilidad de una investigación conjunta en la que pretendían participar también Dinamarca y Alemania, por lo que no pudo formarse un Equipo Conjunto de Investigación (JIT) internacional.

Según información de los círculos de seguridad, se dice que Suecia justificó la negativa diciendo que la clasificación de seguridad de los resultados de su investigación era demasiado alta para compartirlos con otros países. El gobierno alemán decidió entonces que los investigadores alemanes, un grupo conjunto de agentes de la Policía federal y el ejército, enviaran dos botes militares a una de las áreas dañadas para tomar sus propias muestras.

Allí fue lanzado además el dron submarino Sea Cat, que tomó imágenes de un cráter más grande, indicativo de una explosión masiva. Además, la tubería estaba completamente interrumpida y se percibía en las imágenes que la corriente podía haber arrastrado partes sueltas de la tubería después de la acción de sabotaje.

Ambas investigaciones parecen apuntar a las mismas conclusiones: que el 26 de septiembre hubo varias explosiones submarinas masivas cerca del curso de los dos oleoductos Nord Stream. Las detonaciones fueron tan violentas que varios institutos que normalmente monitorean los terremotos registraron importantes registros sísmicos. Tras un análisis inicial, las autoridades alemanas suponen que se requería una fuerza explosiva comparable a 500 kilos de TNT.

Debido a la complejidad del ataque, se asume que solo un actor estatal podría ser el perpetrador. Se especuló que la propia Rusia había destruido el gasoducto para inflar aún más los precios del gas. Moscú lo niega con vehemencia y, en cambio, describe el ataque al oleoducto como terrorismo contra Rusia, por tratarse de una infraestructura mayoritariamente de propiedad rusa.

Debido a la especial importancia del caso, el Ministerio Público Federal de Alemania ha iniciado un procedimiento judicial preliminar. Desde el punto de vista de la suprema autoridad investigadora, se trata de un grave ataque violento al suministro de energía que podría afectar a la seguridad exterior e interior de Alemania. Específicamente, el Tribunal Constitucional de Karlsruhe está investigando la sospecha de los delitos de «causar deliberadamente una explosión« y »sabotaje anticonstitucional«. Suecia ve ahora confirmada la sospecha de sabotaje y el fiscal Mats Ljungqvist puede decidir también la apertura de un proceso.