Las encuestas pronostican un hundimiento para Los Verdes que podría arrastrar a Scholz

El partido «ecopacifista» registra los peores resultados dentro de la «coalición semáforo» ante el avance de la Unión Cristianodemócrata

Alemania culpa oficialmente a China del ciberataque a sus instituciones

Winfried Kretschmann, presidente regional «verde» de Baden-Württemberg efe

Rosalía Sánchez

Corresponsal en Berlín

Según la última encuesta de Insa, la «coalición semáforo» de Olaf Scholz bate su propio récord de impopularidad y los partidos que la componen, los socialdemócratas del SPD, los liberales del FDP y Los Verdes obtendrían si hubiera hoy elecciones menos ... votos entre los tres que la conservadora Unión Cristianodemócrata (CDU), en la oposición. Entre los tres recabarían apenas el 30% de los votos, mientras que la CDU avanza en solitario con el 31%. El líder de la CDU, Friedrich Merz, ha pedido a su equipo que se prepare para unas posibles elecciones aticipadas antes de Navidad, basándose en un escenario en el que el batacazo es lo suficientemente destructor en las elecciones regionales que se celebran dentro de unas semanas en Sajonia y Scholz se ve obligado a pedir una moción de confianza en el Bundestag. Se trata de un escenario poco probable, sobre todo teniendo encuenta que Olaf Scholz va dejando deslizar en conversaciones veraniegas que se ve como canciller reelegido como canciller el año que viene, pero aun así no es descartable. Y lo que está claro es que, sea cual sea el calendario electoral, el gran perjudicado de la legislatura será el partido de Los Verdes.

Los ecopacifistas alemanes sólo obtuvieron el 11,9 por ciento en las elecciones europeas del 9 de junio, lo que supuso ya un serio descalabro. En 2019 su resultado fue del 20,5 por ciento. En la citada encuesta Insa de pulso electoral, apenas logran alcanzar el 10% de los votos, desde el el 14,8 por ciento que obtuvo en 2021. Según un análisis pormenorizado de su evolución de Infratest Dimap para ARD, los Verdes han perdido más de 500.000 votantes frente a la CDU. Los analistas políticos alemanes hablan ya tanto de la «crisis verdes» como de la «crisis climática».

Hace sólo dos años se beneficiaban de los escenarios apocalípticos planteados por movimientos como el de Greta Thunberg y amenazaban con convertirse en el partido más votado en Alemania, pero ya no son los preferidos entre los votantes jóvenes, que prefieren ahora recurrir a partidos pequeños como Volt. En las tres elecciones regionales a punto de celebrarse en el este: Sajonia, Turingia y Brandeburgo, no pueden esperar resultados emocionantes. Se sitúan, de hecho, en resultados del rango de un solo dígito. Las cosas parecen especialmente sombrías en Turingia, con sólo un 4 por ciento en los últimos sondeos. «Esta situación es fruto de que hemos quedado atrapados: para unos no somos lo suficientemente verdes y otros querrían borrar el verde del arco parlamentario», resume el dilema el presidente regional verde de Baden-Württemberg, Winfried Kretschmann.

«Son unos vendidos, si queremos salvar el clima hay que recurrir a medidas mucho más radicales», acusa Clara Mayer, de 'Fridays for Future' Berlín, que organiza movilizaciones contra la política de la «coalición semáforo» y está muy deceptionada con la contribución a la misma de Los Verdes. «La crisis del coronavirus nos brindó una gran oportunidad para invertir en las cosas correctas, para crear realmente una sociedad resiliente y climáticamente justa. Pero nuestro gobierno, por alguna razón, piensa que está bien invertir en empresas que hacen muy poco para evitar que ocurra la catástrofe climática. Cuando protegemos a una empresa como Volkswagen, y simplemente le damos dinero sin poner ninguna restricción sobre cómo tienen que actuar con respecto a la crisis climática, entonces la empresa hará lo mismo una y otra vez», reprocha al partido ecopacifista. En el otro extremo están los contribuyentes forzados por la «ley de la Calefacción» a realizar reformas en las viviendas pagadas de su propio bolsillo y que ascienden, en el mejor de los casos, a decenas de miles de euros. Los grandes fabricantes alemanes del automóvil han comenzado a anunciar despidos y la transición energética, fuera de control, mantiene a la economía alemana al borde de la recesión.

Otro desafío para el partido es la política de asilo. Kretschmann, pide «más dureza». «De lo contrario perderemos el centro político», explica, pero desde las bases muchos argumentan lo contrario. Parece que el partido, que alcanzó un nivel de voto y simpatía sin precedentes antes de las últimas elecciones generales, ya no puede complacer a nadie. «Los Verdes también están siendo castigados porque su agenda política implica en muchos lugares altos costes y cambios muy concretos en la vida cotidiana y en la vida de las personas», expone Thorsten Faas, politólogo e investigador electoral de la Universidad Libre de Berlín.

A pesar de los períodos de transición y compromisos de aplicación de la Ley de Calefacción, impuesta por el número dos del gobierno y ministro de Economía Robert Habeck, «lo que se quedó en la cabeza de muchos alemanes fue: Habeck entra en nuestros sótanos y dicta cómo podemos calentar la casa, y después somos nosotros los que pagamos la factura». «He ido demasiado lejos», admite ahora incluso el propio Habeck. Pero para muchos votantes, ese mea culpa no es suficiente. La dirección del partido, que analiza el desastroso resultado de las elecciones europeas con la esperanza de no repetirlo, rezuma pesimismo. Cuando se trata de política climática, el líder del partido Omid Nouripour, resume el resultado de las deliberaciones con la afirmación de que «la política climática debe volverse más social». Con ello se refiere a que tiene que funcionar en la vida cotidiana de las personas y ser asequible. «Tenemos que dejar de hablar de lo que la gente debe o no hacer porque el votante reacciona alérgicamente a eso», inisite Nouripour, «más bien, se trata de extender una invitación para que se unan, con un lenguaje comprensible y accesible, y hacerlo cuanto antes».

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