Un año y tres teorías sobre la voladura del gasoducto Nord Stream
Aún hay dudas sobre quién fue el responsable de haber ejecutado el ataque
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El mar Báltico es muy celoso de sus secretos. Hace ya un año que los explosivos hicieron saltar por los aires los dos conductos del gigantesco gasoducto ruso-alemán Nord Stream, a 80 metros de profundidad, y con ellos el orden energético que ... había regido en Europa durante décadas. Pero doce meses no han sido suficientes para que los equipos de investigadores de diferentes países hayan sido capaces de aclarar quién fue el responsable. Al menos no oficialmente.
La sucesión de hechos que terminó con la explosión sí ha sido esclarecida. El yate de vela Andrómeda, alquilado por una empresa con sede en Polonia, aparentemente propiedad de dos ucranianos, zarpó de Rostock el 6 de septiembre y realizó escalas en Wiek, en Rügen y en la isla danesa de Christiansø, al noreste de Bornholm, antes de llegar con los explosivos al punto del ataque. A bordo iba un equipo integrado por un capitán, dos buzos, dos ayudantes de buceo y un médico. Las personas que lo alquilaron se sirvieron de documentación falsa, según la carta conjunta de la embajadora alemana ante la ONU, Antje Leendertse, y sus homólogos de Dinamarca y Suecia, por lo que no ha sido posible establecer su identidad. Lo cierto es que esos documentos falsos no han sido hechos públicos, lo que hubiera proporcionado al menos las fotos de la tripulación.
La inmersión para adherir los explosivos a la infraestructura del gasoducto, en todo caso, requirió de personal con entrenamiento militar. Con la foto y con esta acotación, no debería resultar tan complicado para los servicios de inteligencia occidentales identificar a los agentes que llevaron a cabo el sabotaje. Pero todo lo que se ha informado es que «todo apunta a un grupo pro-ucraniano«. Después de las explosiones, que tuvieron lugar el 26 de septiembre de 2022, el yate fue visto en Wieck am Darß, en el distrito de Vorpommern-Rügen, y en la isla danesa de Christiansø, al noreste de Bornholm, pero una vez más la identidad de sus tripulantes queda oculta. Los investigadores alemanes no han informado que sus imágenes quedasen registradas en cámaras de seguridad de los puertos, cajeros automáticos o restaurantes. Ni siquiera han informado que las hayan investigado. La única pista mencionada oficialmente es la pista ucraniana, pero el presidente Zelenski niega rotundamente que su gobierno haya tenido nada que ver.
De resultar cierto, el ridículo de Alemania, como proveedor de armas de Ucrania y su defensor en los escenarios políticos internacionales, sería monumental, por lo que mantiene abierta la posibilidad de una «operación de bandera falsa». Así lo comunicó el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, en una reunión informal de ministros de Defensa de la UE en Estocolmo. En tales operaciones secretas, se colocan pistas deliberadamente con la intención de hacer que un determinado país aparezca como el culpable. «Las posibilidades son tan altas para una autoría como para la otra», dijo, «no ayuda pensar ahora en el impacto que esto tendría en nuestro apoyo a Ucrania». Según una investigación conjunta de los medios alemanes ARD, SWR y «Zeit», no hay evidencia de una operación de bandera falsa.
Llegados a este punto muerto en la investigación, cabe preguntarse a quién benefició la voladura de Nord Stream. Ucrania siempre estuvo en contra de la estructura, que amenazaba sus privilegios de peaje, como territorio de paso necesario del gas ruso hacia Europa. A pesar de la guerra, 21,6 millones de metros cúbicos de gas ruso han seguido fluyendo a través de Ucrania hacia clientes europeos entre enero y julio, según Global Witness. Después de China, España figura como segundo mayor cliente con 7,5 millones de metros cúbicos. Y Rusia, paradojas de la guerra, sigue pagando religiosamente los derechos de tránsito al país contra el que lucha en el campo de batalla.
Polonia también vio siempre como una amenaza que Alemania dependiese del gas ruso, pero sin duda el mayor enemigo de Nord Stream fue Estados Unidos, que incluso castigó con sanciones a las empresas que participaron en su construcción y amenazó a Alemania con reducir las relaciones bilaterales si permitía su entrada en funcionamiento. No sólo por el peligro de la dependencia rusa que el gobierno alemán se negaba a ver, sino también porque Washington tenía sus propios planes de venta de gas a Europa. En este contexto, en febrero de 2022 advirtió Biden en rueda de prensa, después de reunirse con el canciller Olaf Scholz: «Si Rusia invade, eso significa que tanques y tropas rusos cruzan la frontera de Ucrania nuevamente, entonces ya no habrá más un Nord Stream 2, le pondremos fin». Y cuando se le preguntó exactamente iba a hacer eso, el presidente de Estados Unidos respondió crípticamente: «Le prometo que podremos hacerlo». El periodista estadounidense Seymour Hersh, citando fuentes de inteligencia americanas, ha publicado que Biden dio la orden. En junio de 2022, al amparo de una maniobra de la OTAN, las fuerzas especiales habrían colocado artefactos explosivos con detonadores de larga duración, pero no hay pruebas que respalden esta teoría.
Lo que sí se sabe es que, en junio de 2022, el servicio de inteligencia militar holandés MIVD fue el primero en descubrir indicios iniciales de un posible ataque por parte de un comando ucraniano o comando anti Putin y, como es habitual entre los aliados, compartió su información con otros estados, incluida Alemania. Estados Unidos también recibió esa información y la CIA, a su vez, advitió al servicio secreto ucraniano. El ataque no tuvo lugar en junio, como había adelantado el MIVD, pero sí en septiembre y siguiendo exactamente el mismo plan sobre el que los holandeses habían alertado.
También se han investigado los llamativos patrones de movimiento de un convoy de barcos rusos con grúas elevadoras y minisubmarinos, que habrían zarpado de Baltiysk, cerca de Kaliningrado, y que supuestamente estuvieron dos veces sobre la escena del crimen: en el verano de 2021 y poco antes del ataque. Otra vía muerta de la investigación. Aunque lo más llamativo es el silencio institucional. Un año después de la voladura del gasoducto Nord Stream, que hizo saltar por los aires el orden energético que había regido en Europa durante décadas, la Fiscalía Federal alemana no ha publicado ni una sola nota de prensa sobre la investigación que inició el 10 de octubre de 2022 «contra desconocidos». «Actualmente no se pueden hacer declaraciones fiables sobre este tema, especialmente sobre la cuestión del control estatal», se limita a informar un portavoz con motivo del aniversario.
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