López Obrador vende el avión presidencial a Tayikistán convertido en un símbolo de derroche

Tras la ardua venta del Boeing Dreamliner 787-8 que se llegó a ofertar a Argentina por la estrecha amistad que une a Fernández con Obrador, el presidente mexicano anunciaba el contrato de compra-venta junto al ministro de Defensa, el encargado del Instituto para devolverle al pueblo lo robado donde irá a parar el dinero y el jefe de Banobras que se encarga de la operación que pretende generar ahorros por intereses. «No puede haber gobierno rico con pueblo pobre», exclamaba el presidente sentado en el avión que «le hubiera dado vergüenza utilizar» confesando «que vaya que nos costó deshacernos de él» mientras acusaba a los anteriores presidentes de «pequeños faraones».

AMLO asegura que el importe recibido por el aeroplano se invertirá directamente en «80 camas de hospital en las zonas más pobres de México en los estados de Guerrero y Oaxaca». Unos centros hospitalarios construidos por el ejército, en un paso más del avance de la militarización de México. Anteriormente, el avión más afamado del suelo mesoamericano fue 'vendido' con participaciones de un sorteo público. La ganadora fue una escuela pública de Chiapas, al sur de México, que pasó un verdadero calvario, según la BBC, ya que 28 familias de indígenas tzeltales del municipio de Ocosingo se vieron obligadas a abandonar sus hogares por negarse a comprar armas con el dinero del premio amedrentados por un grupo criminal que pese a su denuncia en la Secretaría de Gobierno estatal se encontraron abandonados, en un ejemplo más de la oleada de violencia que asola la nación hermana.

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Esta aeronave mexicana, considerada el mejor avión presidencial de América Latina, es de tamaño medio, cabina ancha y con un alcance de unos 15 000 kilómetros, silencioso y que consume poco combustible. Bautizada como José María Morelos, —precursor de la Guerra de Independencia de México de nuestro país— que comenzó recibiendo pedidos del obispado para contribuir a la causa española, una figura a la que suele recurrir AMLO y al que volvió a nombrar al deshacerse de la aeronave haciendo hincapié en la rareza que, según las palabras del político, dé nombre a un avión cuando el insurgente luchaba por la igualdad y defendía «acortar la opulencia». «Estamos contentos», exclamaba López Obrador, para proseguir «como los nuevos ricos que están felices sólo el día que compran o venden un yate o aviones como este».

Comprado durante el sexenio de Felipe Calderón, este no lo llegó a estrenar debido a que Peña Nieto ya era presidente electo y ha sido el único dirigente que voló en él. Según AMLO, no comprende que no se vendiera, pero la realidad es que se queda lejos de las 12 sofisticadas aeronaves para altos cargos que posee Alemania o los 22 de Brasil. López Obrador no es dado a viajar en sus más de cuatro en el poder y sólo se ha trasladado a Cuba (por su estrecha relación con Díaz-Canel), un par de veces a Estados Unidos (país del que depende la economía mexicana) y una gira centroamericana (vecinos y cuya masiva migración pasa México) entretanto son conocidos escasos viajes en avión por México en vuelos regulares que suelen ser retransmitidos en directo por los pasajeros que se sorprenden al toparse con el presidente.