ABC EN BUENOS AIRES
Atentos a la salud de la presidenta
Hasta que Argentina no salde su eterna deuda con el Club de París no verá un dólar del exterior
CARMEN DE CARLOS
El calendario maya se empeña en anunciar el fin del mundo pero Sudamérica, por muy nacionalista e indigenista que se presente en el siglo XXI, no lo cree.
Los pronósticos económicos —que son los que mandan— se presentan positivos. Los países crecerán a tasas que ... van del 3,5 por ciento de Brasil al 5 por ciento de Ecuador, según anticipa un minucioso estudio de la Cepal (Comisión Económica para América Latina de la ONU).
Con estos buenos augurios, esta parte del continente, el más desigual del mundo, arranca un enero caliente. En especial, en Argentina, donde el verano austral hace sudar la gota gorda y no sólo por el clima. La inflación sigue su curso ascendente —lento pero seguro—, las tarifas de los servicios públicos —subvencionadas desde 2002— comienzan a sincerarse, que es lo mismo que encarecerse. Y el país, con necesidad de «plata» fresca, encuentra el grifo del crédito internacional cerrado.
Hasta que Argentina no salde su eterna deuda con el Club de París no verá un dólar del exterior. La divisa no se va por las nubes porque el Gobierno de Cristina Kirchner ha convertido en una carrera de obstáculos la compra venta. Como ejemplo, sirve conocer que, entre otros requisitos, es imperativa la aprobación de la Afip (Hacienda) para comprar un «billete verde».
Los protagonistas de este 2012 no serán únicamente el vil metal y sus parientes. Los principales actores, de carne y hueso, tendrán en primer plano a la presidenta. Los argentinos mantienen la vista puesta en la salud de Cristina Fernández de Kirchner, pese a que ayer abandonó el hospital con un diagnóstico positivo: no hay cáncer de tiroides. El reposo tras la operación la obligará a ceder el mando, temporalmente, al vicepresidente argentino, Amadou Boudou.
El papel de este economista, de carrera meteórica, podría no ser tan secundario como se creía en estos cuatro años de legislatura. Sin embargo, el «malo» de la película, con libreto largo y garantizado, lo podría interpretar Hugo Moyano, líder de la Confederación General del Trabajo o, lo que es lo mismo, el sindicalismo peronista. Ellos, solos o en compañía, podrían decidir cómo y cuándo escribir el fin del guión kirchnerista. De entrada, ya saben que el crecimiento de lujo del 9%, en este año del calendario maya, quedará reducido al 4,8. Envidiable para Europa, pero quizá no para ellos.
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