La solidez de Putin, a prueba

Tras el pucherazo del mes pasado, se intensificaron las movilizaciones en toda Rusia. Unas 60.000 personas se manifestaron en Moscú el 10 de diciembre y más de 120.000 el día 24, algo que no se veía en el país desde hacía década y media. Hay convocada otra gran manifestación en la capital rusa para el 4 de febrero para exigir otra vez la repetición de los comicios legislativos.

Vladímir Putin, no obstante, ya ha advertido de que los resultados de aquellas elecciones son inamovibles. No habrá revisión posible. La oposición está convencida de que también habrá fraude en marzo, ya que, según sus líderes, la manipulación electoral es consustancial al régimen.

Las reformas de última hora promovidas inesperadamente por el presidente Dmitri Medvédev, que de ser aprobadas restablecerán las elecciones a gobernador regional y a senador, además de liberalizar el sistema de inscripción legal de los partidos , no parece que vayan a ayudar a calmar los ánimos porque no tendrán sentido hasta dentro de cinco años, cuando termine la legislatura que acaba de comenzar.

Arrastrada por la crisis que padecen la Unión Europea y Estados Unidos, la economía rusa, según los analistas, seguirá en el año 2012 sin despegar. Se dan, por tanto, todas las premisas para que la tensión social se mantenga alta.

Así las cosas, el personaje emergente en mitad de la ola de protestas que se avecina es el bloguero anticorrupción Alexéi Navalni. Las encuestas indican que Vladimir Putin no cuenta con el apoyo de la mayor parte de los habitantes de las grandes ciudades y de los que tienen educación superior.