Macron hace de Macron

El presidente representa el statu quo y se ha convertido en el principal baluarte de la Francia republicana, que resiste la ola combinada de dos potentes movimientos populistas en los extremos ideológicos. Ambos suben con fuerza, y tienen entre sus planes dejar atrás la democracia liberal y la implosión de la Unión Europea.

Marine Le Pen ha mostrado el camino de la falsa moderación y la dulzura sentimental a toda la ultraderecha europea. En las elecciones legislativas de junio, Jean-Luc Mélenchon tendrá una oportunidad de deslucir la victoria de Macron, movilizar a sus huestes, refugiadas en la abstención, y tratar de imponer una cohabitación imposible desde un izquierdismo soberanista acendrado.

Los buenos datos económicos de Francia, en comparación con otros países europeos, han ayudado a frenar la avalancha, pero se requerirá más que buena gestión y reformas técnicas para revertir una situación preocupante. Muchos votantes jóvenes tienden a identificarse con proyectos políticos radicales y la tensión social en las ciudades va en aumento. En un segundo mandato Macron tiene la oportunidad de enmendar sus errores y consolidar un legado moderado. Su gran reto es acertar en el cómo y no volver a deslizarse hacia un estilo de poder jupiterino e impaciente, una ejecución acelerada de sus mejores ideas sin escuchar ni empatizar con millones de votantes que reclaman un futuro mejor.

La guerra en Ucrania requiere una Unión Europea capaz de abordar problemas geopolíticos y Macron se volcará con el canciller Olaf Scholz en esta tarea. Pero sabe que la amenaza a las libertades no solo proviene de potencias autoritarias y revanchistas, sino de buena parte de la ciudadanía francesa.