Israel intenta un equilibrio difícil entre sus socios en Rusia y Zelenski

En dos años, Putin retomaría esos argumentos para invadir Ucrania. Al anunciar la incursión militar en el país vecino, la semana pasada, el presidente ruso dijo que el objetivo era «desnazificarlo» . Obviaba Putin que Ucrania es, junto con Israel, uno de los poquísimos países del mundo que tiene un jefe de Estado y de Gobierno judío, ambos los únicos que hace apenas unos años, en 2019, tuvieron a la vez un presidente y un primer ministro de esa fe.

Ahora, Israel trata de mantener un complicado equilibrio, pues Putin es un aliado crucial, necesario para la estabilidad de Oriente Próximo , pero Zelenski se ha convertido en un héroe que ha recibido el apoyo de la práctica totalidad del mundo occidental. Es, como lo ha llamado la influyente revista 'The Atlantic', «un héroe judío».

Israel votó el miércoles junto con una apabullante mayoría de la Asamblea General de Naciones Unidas para condenar a Rusia por la invasión. Pero esa contundencia no estaba garantizada hace apenas unos días . La jornada en que Putin comenzó la agresión, el primer ministro israelí, Naftalí Bennet, no hizo una sola mención a Rusia para condenarla. Ese trabajo le cayó a su ministro de Exteriores, Yair Lapid, quien sí fue crítico con Moscú en un comunicado propio.

El Gobierno de Israel ha quedado en una suerte de tierra de nadie, tratando de mediar mientras se le hace imposible ponerse de perfil ante Putin durante mucho más tiempo . Rusia es, desde la guerra de Siria, una fuerza formidable en Oriente Próximo, y ha sido decisiva en que Bashar el Asad se mantenga en el poder gracias a su campaña de bombardeos. A la vez, Israel ha sido capaz de ejecutar ataques quirúrgicos contra los regímenes en Siria e Irán y contra objetivos de Hizbolá en Líbano, para impedir transferencia de armas ante sus fronteras, sin que Moscú haya puesto una gran resistencia.

A la vez, Bennet y su gabinete quieren mantener la excelente sintonía de Israel con Washington y con las capitales europeas, especialmente en este momento decisivo de agresión a una nación europea. De ahí que en los pasados días el primer ministro israelí se haya lanzado a un frenesí de llamadas a Zelenski y Putin para ofrecerse como intermediario en este conflicto. Ambos le han atendido. Según dijo Bennet el martes 1 de marzo, «Israel ha tomado una postura cautelosa y responsable para proteger sus intereses y ser a la vez útil». Quiere convertir su posición de imposible equidistancia en un activo , algo que de momento no le ha dado grandes resultados.

Mientras los principales socios de Israel, EE.UU. y la Unión Europea, se afanan en mandar armamento a Ucrania, Israel, un país muy bien armado, con tecnología militar puntera y dotaciones sobrantes se ha limitado a ofrecer asistencia humanitaria, ante el peligro de soliviantar al Kremlin.

Pero Zelenski ha dejado claro, él mismo en sus discursos, en sus publicaciones en redes sociales y por medio de su embajador en Israel, que espera más del Estado judío, siendo descendiente de una familia de sobrevivientes del Holocausto. Su abuelo, Semión Zelenski, luchó en el Ejército Rojo contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial . La de los Zelenski fue una de las cientos de miles de familias judías de la URSS que no emigró a Israel cuando esta comenzaba a desmoronarse. Hoy, los israelíes de ascendencia rusa que sí emigraron son también un influyente e importante bloque de votantes en Israel, cruciales para el ascenso al poder de Benjamín Netanyahu y sus socios, descabalgados hace apenas un año.

En una reciente comparecencia, el embajador de Ucrania ante Israel, Yevgen Korniychuk, dijo tras una conversación entre Zelenski y Bennet mantenida el viernes pasado, que el primero cree que «Israel es el único país democrático que tiene buenas relaciones con Rusia y con Ucrania, y puede ser útil ». Los medios estatales de Israel hasta han publicado que Zelenski sugirió mantener una cumbre entre él y Putin en Jerusalén, algo que no se ha confirmado ni desde Kiev ni desde Moscú.

Cierto es que esta aparente neutralidad no le puede durar mucho a Israel. Esta semana Rusia ha bombardeado Babi Yar , lugar de un monumento donde se conmemora a las víctimas judías del nazismo, a las afueras de Kiev. En Israel, sería equivalente a bombardear el monumento de Yad Vashem.

Este mismo miércoles, 2 de marzo, tras ese bombardeo, Zelenski publicó un mensaje en redes, escrito en hebreo , en que le puso las cosas a los mandatarios en Jerusalén algo más complicadas, aumentando la presión sobre ellos notablemente: «El nazismo nació en el silencio. Así que empezad a gritar sobre las muertes de civiles. Gritad sobre el asesinato de los ucranianos».

Momentos después, Bennet autorizó el voto en contra , y no la abstención, de Israel en la ONU.