Intensos combates entre el Ejército libio y los rebeldes en el este del país

Los opositores a Gadafi resiste el contraataque de Gadafi en Brega

AP

LUIS DE VEGA

Muamar Gadafi sigue respondiendo con bombas a las peticiones de su pueblo y de la comunidad internacional de que abandone el poder. Lo hace en el oeste , donde se libran batallas por el control en distintas ciudades, y lo hace en el este, la ... mayor parcela del país liberada. El Ejército libio ha emprendido un ataque en la madrugada del miércoles contra Brega, en el este del país.

Entre 25 y 80 vehículos con varios cientos de militares llegaron a la ciudad para arrebatar el control a los opositores al régimen de Muamar Gadafi, según los testimonios que llegan desde allí a través del teléfono. Fuerzas insurgentes partieron desde Ajdabiya, a unos 80 kilómetros, para ayudar a las milicias rebeldes de Brega, donde a lo largo del miércoles se están produciendo intensos combates que se han cobrado al menos dos víctimas, según informa AFP y que estarían siendo repelidos por los rebeldes, señala Efe.

El tirano ordenó este lunes bombardear en esa zona uno de los mayores arsenales militares, que ahora se encuentra en manos de los opositores. Las Fuerzas leales a Gadafi erraron el tiro en Ajdabiya, lo que es interpretado por los habitantes de la zona y por militares insurgentes como un nuevo símbolo de debilidad. Más que un error entienden que es otra orden no acatada.

Mientras tanto en Bengasi, segunda ciudad del país y capital de la insurrección, se concluye la creación de un consejo militar que será la cabeza del incipiente ejército de los sublevados. No está cerrada la lista de los hombres que lo integran y se mantienen abiertas discusiones porque será el principal órgano encargado de dotar de seguridad en la zona liberada. Eso sí, aseguran varias fuentes a ABC, en este consejo no debe haber gente «con las manos manchadas de sangre» durante los años que prestaron servicio al régimen. Se descarta, por el momento, una gran ofensiva militar para liberar Trípoli aunque hay reservistas y voluntarios que están yendo hacia el oeste para reforzar a la resistencia en la capital y sus alrededores.

En el campo militar de El Hanía, en la provincia de Ajdabiya, hay 35 almacenes repletos de armamento destinado a los ejércitos de tierra, mar y aire. En cada uno de ellos, asegura uno de los responsables de su custodia, hay armas y municiones suficientes para llenar cien camiones de 50 toneladas. Durante la visita a varios de los almacenes este enviado especial vio cantidades ingentes de todo tipo de armamento, aunque no pudo llegar a confirmar ese dato de manera independiente. «Si hubieran dado en el blanco hubiera salido volando todo lo que hay a 40 kilómetros a la redonda», explica uno de los hombres que custodia las inmensas instalaciones sin descartar que los leales a Gadafi vayan a volver a intentar un nuevo ataque.

Es la tercera vez que bombardean la zona desde el sábado 19 de febrero, asegura Abdul, un ingeniero de 50 años vecino de la zona. «Vimos dos aviones. Llegaron antes que el sonido. Disparamos con los antiaéreos y desaparecieron», relata Omar Senusi, un soldado voluntario de 34 años en un control de carretera de las fuerzas rebeldes a pocos kilómetros del campamento con el arsenal. Afirman que es el último punto realmente seguro que tienen controlado. «El piloto que bombardeó ayer debía ser un buen libio, porque podía haber acertado y no lo hizo», señala Abdul. A pocos kilómetros de donde cayeron las bombas hay importantes instalaciones de transporte y almacenaje de hidrocarburos, la base de la economía libia. Los militares del campamento confirman que los proyectiles impactaron cerca del lugar pero en el desierto. «Queremos vivir libres, nada más», zanja Abdul entre lágrimas.

«Hay un problema en el este, hay que admitirlo, pero eso no representa más que el 20 por ciento del país. El resto está ok», declaró Saif El Islam, hijo de Gadafi , a la cadena de televisión británica Sky News. En la misma entrevista negó que hayan atacado a civiles y volvió a referirse a «pequeños grupos terroristas» entre aquellos que tratan de hacerse con el control total del país. «No tenemos miedo» y «no escaparemos» en caso de ataque. Muamar Gadafi, por su parte, ya amenazó con bombardear desde el aire a los manifestantes de esta ciudad del oeste de Trípoli que está siendo escenario de enfrentamientos en los últimos días, según la televisión catarí Al Yasira.

La comunidad internacional sigue presionando a la familia Gadafi con el embargo de sus bienes y con la amenaza de una intervención, pero esta no se llevará nunca a cabo sin un acuerdo bajo Naciones Unidas o la OTAN, que ayer dijo estar preparándose para cualquier eventualidad. Los libios a pie de calle así como el entorno más próximo del recién creado gobierno provisional en el este del país insisten en rechazar la presencia militar extranjera en una revolución que consideran propia. Temen, además, que como en el caso de Irak la llegada de una fuerza extranjera se prolongue en el tiempo y acabe intoxicando el proceso de democratización que quieren emprender. En todo caso, si la situación se enquista, y con Gadafi todo es posible, no parece probable que la nueva autoridad acabe rechazando ayuda exterior si el objetivo es tumbar definitivamente al dictador.

El Alto Comicionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) admite que «la situación está llegando a un punto crítico» e informó ayer de que 140.000 personas han huído ya del conflicto por las fronteras de Egipto y Túnez. Solo el lunes 14.000 personas salieron del país magrebí y el flujo se mantendrá en las próximas horas. ACNUR, que la pedido la ayuda de Unicef y Cruz Roja, está instalando tiendas de campaña para acoger a 12.000 personas y trata de mejorar las infraestructuras sobre el terreno, especialmente en lo que respecta a agua e higiene, que sigue siendo «precaria».

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