Elefantes, castellanos y mercenarios japoneses: la desconocida conquista española de Camboya
Blas Ruíz de Hernán González protagonizó en el siglo XVI una quijotesca aventura en Indochina donde consiguió el apoyo del gobernador de Filipinas
Boceto del videojuego 'Conquistadores'.
Cuando la Monarquía hispánica no había terminado siquiera de controlar Filipinas, surgieron en la corte planes quijotescos para ir más allá, 'plus ultra', como cantaba el lema imperial, en el Pacífico. En varios momentos del reinado de Felipe II hubo planes de invadir China ... para hacerse con la supremacía comercial en la zona, aunque ninguna intentona pasó de la fase de bravuconería. Más reales, pero también más crudos, fueron las acometidas para introducir la religión católica en el sudesteasiático, controlar el comercio en Indochina y conquistar Camboya.
Blas Ruíz de Hernán González, nacido en un pueblo de Ciudad Real, se encargó junto al portugués Diego Belloso de encabezar una aventura que duele y cansa con solo contarla. La pareja de conquistadores puso rumbo a finales del siglo XVI a los exóticos reinos de Siam, Camboya y Tonkin, remontando el río Mekong y combatiendo a todos los cabecillas locales con los que se cruzaron.
La situación en Indochina era de cambio constante en los tronos, una oportunidad que los españoles, que viajaban a título particular, no iban a dejar pasar. Fray Gabriel de San Antonio, de la orden de Santo Domingo, relató sus peripecias en 'Breve y verdadera relación de los sucesos del Reino de Camboxa' y contó cómo la pareja trabó amistad con el Rey Prauncar Lángara, que les concedió varias prebendas y autorización para comerciar con los productos locales.
En 1594 el Rey del imperio jemer pidió a la pareja con la que mantenía tan buenos tratos que mediara con el gobernador de Filipinas para que les protegiera de las cada vez más agresivas incursiones del Rey de Siam a cambio de convertirse en vasallo de España. Antes de obtener una respuesta, el belicoso Monarca vecino invadió Camboya con muchos mercenarios chinos y elefantes. No solo hizo prisionero al propio Ruíz y luego a Belloso, sino también a la familia real.
En un giro que parece sacado de una novela de aventuras, Ruíz se valió de una treta para escapar del barco que le llevaba preso a una ciudad de Siam. Según la narración de Cesáreo Fernández Duro, el castellano logró levantar al junco de guerra tripulado por chinos y siameses para, junto a solo tres españoles, llevarlo hasta el puerto de Manila. Allí, en la capital filipina se reencontró con Belloso, quien también logró escapar de su cautiverio engañando al Rey de Siam para representarlo supuestamente como embajador en Manila.
Principio y final de la presencia española
El gobernador Gómez Perez das Mariñas se negó a apoyar a los intrépidos conquistadores en su plan para regresar a Camboya en apoyo a Prauncar. Argumentó que en ese momento estaba ocupado en una empresa mayor en las Islas Malucas y le resultaba imposible prescindir de un solo hombre. Lo único que les entregó fue ánimos, un caballo con esmeraldas y una promesa lejana.
Como explica Santiago Ruiz-Morales Fadrique en la entrada que la Real Academia de Historia le dedica a Ruíz de Hernán González, la aventura camboyana debió esperar hasta 1595, cuando el fallecimiento del gobernador en las Malucas depositó un tiempo el poder de Filipinas en su hijo, Luis de Mariñas, al que le pidieron que «favoreciera al Rey destronado, pintándole muy fácil su restauración, de que no podía esperarse menos que un buen puerto de escala, cuya posesión serviría de base de operaciones a la conveniencia de España en el futuro».
José Ferre Clauzel ultima un cuadro sobre la gesta de Blas Ruiz de Hernán González.
El gobernador interino, pese a la oposición de «personas sensatas de Manila», no se pudo negar. Accedió a armar tres naves al mando de Juan Suárez de Gallinato y cuarenta hombres, que finalmente fueron 120. Dos de los barcos, con Ruíz y Belloso de capitanes, llegaron a las costas de Indochina, pero la de Gallinato acabó en Singapur a consecuencia de una tormenta.
En ausencia de Ruíz y Belloso, el Rey de Siam había colocado en el trono de Camboya al hermano de Langara, llamado Bocatuerta el Traidor, al que protegía una flota de seis bajeles chinos. Blas Ruíz y Diego Belloso, al frente de un pequeño ejército de japoneses cristianos y otros mercenarios orientales, consiguieron hacerse con esta flotilla, pero apenas desembarcaron los botes camino a la capital los rodeó la multitud armada por sorpresa.
Este repliegue coincidió con la llegada de Gallinato, al que no le hizo ni pizca de gracia la atrevida actitud de los aventureros
El grupo de 50 combatientes dieron un golpe de mano, escabulléndose del agitado populacho y hasta consiguieron cercar el palacio real y los almacenes sembrando el pánico en la ciudad. Los españoles se retiraron tras su victoria hostigados por sus enemigos que, a la vista del cansancio de los extranjeros, pensaron que podían derrotarlo en la fuga. No fue así, los españoles sufrieron una sola baja en la retirada.
Este repliegue coincidió con la llegada de Gallinato, al que no le hizo ni pizca de gracia la atrevida actitud de los aventureros. Gallinato censuró a sus subordinados y, tras tomar todo el botín, dio orden de poner vela hacia Manila sin más. Con solo un puñado de hombres, Ruíz y Belloso se dirigieron a Laos a liberar a Prauncar, pero al llegar allí este Rey había fallecido con dos de sus hijos, y su otro hijo era entonces su sucesor legítimo. El nuevo Rey, bajo la tutela de su abuela, madrastra y tías, dio a sus salvadores el importante título de chofas, que incluía propiedades de provincias y honores de comandantes para liderar sus tropas en Camboya.
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Poco más se supo de los aventureros. Fueron engullidos por las muchas revueltas locales que azotaban Indochina. Durante un levantamiento contra el Rey instigado por las mujeres del reino, todos los extranjeros fueron masacrados sin que pudieran presentar una defensa conjunta, de modo que españoles, portugueses y japoneses fueron acorralados uno a uno por la muchedumbre. Desde 1934, existe un monumento en la frontera entre Camboya y Vietnam que recuerda la loca aventura de Ruíz y Belloso.