Kim Kardashian compra en una subasta una de las joyas más especiales de la Princesa Diana de Gales

«Raramente llegan al mercado joyas que la difunta princesa Diana poseía o usaba, en especial una pieza como la Cruz Attallah, que es tan colorida, audaz y distintiva. Estamos encantados de que esta pieza haya encontrado una nueva vida en manos de otro nombre mundialmente famoso», informó el portavoz de la casa de subastas, Kristian Spofforth.

El precio de venta estimado de esta pieza única estaba entre las 80.000 y las 120.000 libras esterlinas (entre 90.000 y 135.400 euros al cambio actual), aunque tras su anunció se esperaba que dichas cifras se superasen dada su extrema rareza. Y así ha sido.

Kim Kardashian (42 años) consiguió, en la puja celebrada el pasado miércoles en Londres, esta joya espectacular por 163.800 libras (unos 200.000 euros), duplicando el precio de salida del objeto. La influencer estadounidense se hizo con la pieza única cinco minutos antes de que acabase la subasta.

Fue en 1987 cuando Garrad le prestó a la difunta Lady Di esta distintiva cruz de principios del siglo XX para combinarla con un vestido de terciopelo negro y púrpura de Catherine Walker & Co. para una función celebrada en la joyería en apoyo de Birthright, una organización benéfica que trabaja para proteger los derechos humanos de las mujeres durante el embarazo y el parto. Lo que hace que esta joya sea tan especial es que solo ha sido usada por ella y nunca se ha visto en público desde su muerte.

La cruz Attallah, que presenta un estado de conservación muy bueno, está engastada con 11 amatistas de talla cuadrada y acentuada con diamantes de talla circular de 4,25 a 5,25 quilates, mide 136x95 mm y pesa aproximadamente 45,8 gramos.

Pero el colgante no es la primera pieza histórica que adquiere la más famosa del clan Kardashian.

El año pasado, la influencer asistió a la gala del Met con el vestido que usó Marilyn Monroe cuando cantó el famoso 'cumpleaños feliz' para el entonces presidente estadounidense John F. Kennedy en 1962.

En ese momento, la empresaria fue acusada de dañar el vestido, pero la versión fue negada por el museo Ripley's Believe It or Not, de Los Ángeles, propietario del traje.