Gastronomía
Esto es lo que hace especial al Pimentón de la Vera frente a la 'paprika'
Esta empresa familiar, fundada en 1913, es el negocio con mayor trayectoria en la elaboración de este condimento extremeño valorado en todo el mundo
Madrid
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Iniciar sesiónArtesanos, negocios familiares en los que la pasión por la tradición y el respeto por la orfebrería permiten perpetuar procesos que, con pequeños cambios y mejoras, hacen de cada uno de estos oficios una historia llena de detallismo y cuidados. José María Hernández ... sabe bien de esto. El propietario de La Dalia, la empresa más antigua de elaboración de Pimentón de la Vera actualmente, es la tercera generación del negocio familiar, que continúa creciendo: Mayte Hernández, su hija, ya trabaja es la Gerente de la empresa.
La historia del negocio comienza hace más de cien años. En 1913, Valeriano Hernández emprendía este viaje sin apenas poder imaginar en lo que se convertiría: la fábrica más longeva de Pimentón de la Vera, el sustento de las futuras generaciones, y un negocio que exportaría a treinta países y trabajaría con 200 toneladas de pimiento al año, además de recibir el reconocimiento de Denominación de Origen Protegida.
Tiempos de romance
Las cifras no engañan, pero tampoco han caído del cielo. Detrás del éxito de La Dalia se esconde todo un camino de aprendizaje y constancia. José María Hernández, nieto del fundador, conserva algunos recuerdos de los inicios. «Recuerdo algunos de sus diplomas», explica el profesional. «Uno de ellos reconocía su participación en la feria de Barcelona en 1916, donde ya vendía pimentón, y el otro en 1929, en Sevilla», añade.
El camino de la empresa, según cuenta la familia, no pudo empezar de otra forma que con un romance. En la pasada celebración del centenario de La Dalia, en 2013, trabajadores, agricultores, familiares y algunos de sus clientes, se reunieron para hablar de la historia del negocio. «Según contó una de mis primas, mi abuelo le explicó el origen del nombre de la empresa», sonríe José María. «Mi abuelo se declaró a mi abuela regalándole una dalia, no sabemos si es cierto, pero es una historia muy bonita», ríe al recordar la anécdota.
En aquellos tiempos, se consideraba normal que la mujer quedara al margen de los negocios. Debido a la decisión de Valeriano Hernández de dejar fuera al sector femenino, su hijo —y padre de José María Hernández— fue el heredero y encargado de perpetuar la historia de la fábrica, quedando fuera sus tres hermanas y tías del actual dueño del negocio. De esta manera, en 1920 Valeriano Hernández hijo tomó el relevo de la fabricación de pimentón en Jaraíz de La Vera, en Cáceres, sin perder un ápice de tradición, —además de distintas especias como el azafrán, actividad con la que también continúan actualmente—. El contacto con los agricultores fue y sigue siendo estrecho y cercano. «Llevamos muchos años trabajando con algunos de ellos», explica José María Hernández. «Ellos son los que plantan, recogen y secan la variedad de pimientos que nosotros les pedimos», añade.
La Dalia trabaja con tres tipos de pimientos: dulce, agridulce y picante. En secaderos situados a dos metros del suelo, los agricultores los secan con una lumbre muy tenue que apenas tiene llama. «Este proceso dura unos quince días, tras el que traemos el pimiento a la fábrica», explica el profesional. Esta fase y ninguna otra es lo que hace del Pimentón de la Vera un producto completamente distinto al resto. Su sabor ahumado es el que le diferencia de ingredientes como la paprika, y que hace que triunfe en tantos países.
Superación y entrega
José María Hernández ha dedicado su vida a la elaboración del Pimentón de la Vera. A los 19 años, el joven estudiante de empresariales tuvo que dejar su preparación en la capital madrileña para volver a su tierra. Una enfermedad hizo que su padre falleciera en 1966. Manuel Sánchez, mano derecha de su padre y abuelo, fue el encargado de enseñarle todo sobre el negocio al que se ha dedicado con pasión y entrega toda su vida.
Las distintas generaciones han estado de acuerdo en cuidar los pequeños detalles. Los molinos de piedra utilizados para moler el pimiento continúan siendo los originales, aunque ahora tan solo necesitan siete horas para moler 3000 kilos de pimiento, a diferencia de hace cien años, donde necesitaban alrededor de 24 horas. Con un motor individual para cada uno de ellos, tan solo necesitan del trabajo de dos o tres personas para llevar a cabo el proceso.
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Con el paso de los años, el Pimentón de la Vera ha sido reconocido a nivel internacional. De los treinta países a los que exporta La Dalia, Francia es su mayor cliente, pero son muchos más los que cada vez se interesan por este condimento: Estados Unidos, Sudáfrica, Australia, y distintos países de Europa y Asia incluyen poco a poco el Pimentón de la Vera en sus cocinas. «Hay que tener en cuenta que es un proceso lento, desgraciadamente, no es algo que se tome a cucharadas», ríe el empresario. Un crecimiento del que aún no se conocen los límites y del que las pequeñas empresas hacen un gran tesoro.
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