Especial Másteres
Doctorado, el elemento educativo de prestigio busca su lugar en las empresas
Esta formación de posgrado se sigue vinculado a la docencia, pero también puede conviertirse en un elemento distintivo para distintas actividades profesionales
Charo Barroso
En las ceremonias universitarias solemnes, los doctores lucen birrete laureado. Y cantan, junto al resto de participantes, el Gaudeamus igitur. Esta estampa tradicional se complementa con su principal labor: la investigación y la impartición de clases.
El doctorado es un requisito imprescindible para ... ejercer la docencia en la Universidad y/o para dedicarse a la investigación reglada. Existen otras motivaciones que pueden llevar a un graduado a cursar el doctorado, como la búsqueda de reconocimiento o prestigio en las actividades profesionales o el plus en las baremaciones de distintos concursos laborales como las oposiciones.
Ante el empuje de másteres y posgrados, el doctorado sigue gozando de prestigio entre la comunidad universitaria. «El doctorado constituye el más alto nivel académico que se puede alcanzar en la universidad –afirma Francisco López Muñoz, vicerrector de Investigación, Ciencia y Doctorado de la Universidad Camilo José Cela –. No se puede entender como un periodo de formación de posgrado al uso, ya que las competencias teóricas las traen los alumnos de sus estudios de máster oficial, requisito básico para poder acceder a estos programas de tercer ciclo».
Félix Suárez, director de Posgrado y Consultoría en la Universidad Francisco de Vitoria , explica que «una persona que ha realizado un doctorado transmite que es que es capaz de realizar estudios de tiempo largo y de investigación y que su esfuerzo es superior al que plantea un grado o un máster». Sostiene Suárez que el interés por cursar doctorados es creciente: «Cada vez hay más alumnos. Es la tendencia global de las universidades españolas».
El ámbito natural
El doctorado está vinculado absolutamente a la investigación, señala López Muñoz: «Los doctorandos se consideran investigadores en formación que deben adquirir unas competencias muy específicas y desarrollar una serie de cualidades y habilidades muy ligadas a la investigación, como son la planificación, la constancia, la iniciativa, la motivación, la resiliencia, la superación o el trabajo en equipo».
Sonia Roig, coordinadora del programa de doctorado de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) , dice que la legislación limita el tiempo para poder cursar el doctorado, uno de los cambios introducidos en esta materia: «El Real Decreto 99/2011 obliga a estar muy centrado en la tesis. Los que lo estudian a tiempo completo tienen tres años más uno de prórroga ordinaria y otro de prórroga extraordinaria. En total, cinco. A tiempo parcial son cinco más dos más uno. Es decir, ocho».
Ciertas cifras avalan la decisión de realizar un doctorado. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) explica que la escasez de profesionales con esta titulación los convierte en un grupo que apenas sufre desempleo. Esto se explica por la variedad de salidas laborales que tienen, tanto en la empresa pública como en la privada, y especialmente en el ámbito académico.
Algunos informes de inserción laboral apuntan que los doctores tienen un 90% más de probabilidad de obtener un empleo de alta cualificación. Según López Muñoz, la empresa privada «otorga más valor a aspectos relacionados con la innovación. Por este motivo, cada vez se demandan más los denominados doctorados industriales, que permiten una estrecha colaboración e integración entre la empresa y la universidad, y los doctores pueden focalizar su experiencia investigadora y su talento en la resolución de los problemas que se le plantean a las empresas, incluyendo la obtención de recursos». El análisis de las ofertas de empleo de Adecco certifica esta vinculación entre la realización del doctorado y el empleo de alta cualificación. Según el Informe ‘Infoempleo Adecco de la Oferta y la Demanda de Empleo en España ’, el salario promedio para este nivel formativo era de 31.160,45 en 2020, un 7,5% superior al ofrecido a los titulados de máster o posgrado (28.822,58 euros) y un 18,3% por encima de los licenciados en grado universitario (22.034,30 euros).
Presencia irrelevante
Pero no todo es color de rosa. Entre las asignaturas pendientes del sistema educativo se encuentra la falta de sinergias entre empresa y universidad en el desarrollo científico. Así se deduce del reciente informe Investigación e innovación en España y Portugal, del Observatorio Social de la Fundación ‘la Caixa’ : la presencia en el sector empresarial de personas con un doctorado es prácticamente irrelevante. Menos del 6% de los doctores trabaja en empresas privadas. Ante este panorama, los doctores que no puedan continuar en la universidad tienen la puerta abierta a buscar oportunidades en el extranjero. El estudio incide en la creciente precariedad de los puestos de trabajo para investigadores posdoctorales en el mundo académico y la falta de oportunidades laborales en el ámbito empresarial. Como ya sucedió tras la crisis financiera planetaria de 2008, los desequilibrios entre la oferta y la demanda de investigadores obligaron a los trabajadores de alta cualificación a emigrar. Ese es el temor.
Una forma de medir el impacto previsto de la investigación académica en la innovación consiste en el análisis de las patentes impulsadas por universidades y organismos públicos de investigación. Y en España es menor a la media europea. En un afán de corregir este desequilibrio, las empresas importantes inspiran doctorados industriales. «Es un título forjado entre la universidad y la industria –relata Roig–. Las empresas están favoreciendo la aparición de científicos en sus departamentos de I+D».
Factores en contra
¿Por qué triunfan los másteres sobre los doctorados? Álvaro Ridruejo, adjunto al vicerrector para Ordenación Académica de la UPM, advierte que «se ha detectado que los posgrados empiezan a tener alumnos que quieren recualificarse, adquirir nuevas competencias». Ridruejo achaca el éxito de los posgrados a que «las empresas exigen cada vez más perfiles multidisciplinares, pero también con mayor nivel de especialización. Y eso se adquiere a través del posgrado». «En algunos másteres tenemos problemas para que los alumnos terminen en plazo porque están haciendo prácticas o les están ofreciendo directamente contratos. Y no solo Informática, también en Ingeniería de caminos», añade Ridruejo.
Alberto Gavilán, director de Talento del Grupo Adecco , coincide en que las compañías lo que buscan en las universidades son preferentemente perfiles con MBA, másteres para Recursos Humanos, Gestión Comercial y Marketing o Marketing Digital. «Nuestra percepción –aclara Gavilán– es que el máster o el posgrado está más cerca de la realidad empresarial. Sus programas están más enfocados a las tendencias, los docentes en muchas ocasiones son profesionales de cierto ámbito especializado. Además, la propuesta de prácticas en una empresa supone una primera inmersión en el mundo laboral. Conocimiento especializado, profesorado y temario empresarial y la posibilidad de prácticas suman hasta convertirse en un perfil interesante».
En este sentido, Gavilán indica que las agencias de talento tienen ubicado al doctorado «en una parte más de investigación y conocimiento que no siempre tiene una aplicación real en la empresa. No son tan bien percibidos para ser contratados».
Sin embargo, la visión que se pudo tener en cierto momento de la endogamia del doctorado corresponde a épocas pretéritas. Para Roig, «en un mundo tan competitivo como es la investigación para captar fondos, proyectos, la comunidad investigadora, incluida la comunidad en formación, tiene muy claro que es muy importante contar con los mejores. Otra cosa es que exista una cierta tradición (familiar o de grupo) para que le gente se acerque al doctorado».
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