Vitamina D: Por qué es tan importante en el desarrollo de los niños y cómo saber si necesitan suplementación
Una experta advierte del papel esencial de la Vitamina D en el desarrollo de los niños
Así influye la vitamina D en la fecundación y durante el embarazo

La vitamina D es necesaria para numerosas funciones fisiológicas y procesos biológicos, como el crecimiento de los huesos. Es uno de los micronutrientes más importantes para la salud de las personas, especialmente durante los primeros años de vida. La leche materna contiene vitamina D, ... pero la cantidad que pasa de la madre al bebé puede ser insuficiente.
Por este motivo, los pediatras suelen recomendar su suplementación especialmente durante el primer año de vida de los bebés. En general, la deficiencia de vitamina D, hipovitaminosis D, se ha convertido en un importante problema que afecta a más de la mitad de la población mundial de todas las edades.
Incluso en España que, a pesar de ser un país con muchos días de sol al año, diversos estudios han demostrado que existe un déficit generalizado de vitamina D entre la población, el cual afecta a las personas mayores, a mujeres embarazadas y especialmente a los niños.
La carencia de vitamina D en niños pequeños puede provocar una serie de síntomas que afectan tanto su desarrollo físico como, en algunos casos, a su comportamiento. A diferencia de los adultos y de las personas mayores, en las que la deficiencia se asocia en algunos casos con trastornos del estado de ánimo como la depresión, en niños los síntomas suelen ser más físicos y relacionados con el crecimiento.
Un menor con hipovitaminosis puede presentar desde problemas óseos a un retraso en el crecimiento. Los niños, explica esta doctora, «pueden crecer más lentamente de lo esperado; presentar dolor óseo o muscular, especialmente en piernas, espalda o costillas e, incluso, raquitismo. Es la manifestación más clásica. Se trata de un ablandamiento y debilitamiento de los huesos, que puede llevar a deformidades (piernas arqueadas, engrosamiento de muñecas y tobillos».
También fatiga y debilidad. «El niño puede parecer más cansado de lo habitual o tener menos energía para jugar», señala esta experta. O problemas dentales, como un retraso en la salida de los dientes, mayor propensión a caries o esmalte dental débil. Asimismo, puede dar lugar a un sistema inmune debilitado, con mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias, como resfriados o bronquitis. Los cambios en el estado de ánimo o comportamiento pueden aparecer con irritabilidad, llanto fácil o sensibilidad exagerada (aunque esto es menos frecuente y más difícil de atribuir directamente a la vitamina D).
¿En qué caso suplementar?
«Si bien es importante promover actividades al aire libre, está comprobado que la exposición solar a menudo no es suficiente. Pediatras y expertos en la materia deben recomendar una alimentación variada y rica en vitamina D desde edades muy tempranas, valorando la necesidad de incorporar suplementos», explica la doctora Ana I. Ortiz, gerente del área de Salud del Grupo Farmasierra.
La vitamina D es un nutriente esencial conocido por su importante papel en el crecimiento y la salud ósea del cuerpo humano, además de en otras funciones como la regulación del sueño. «Existen estudios que demuestran que la vitamina D está implicada en los diferentes mecanismos neuroquímicos que intervienen en la producción de melatonina, serotonina y dopamina y por lo tanto en la regulación de los ritmos circadianos y del sueño. Esto podría explicar la asociación entre la deficiencia de vitamina D y algunos trastornos del sueño que afectan a los niños, como la apnea obstructiva del sueño y el síndrome de piernas inquietas», comenta la doctora Ortiz.
El papel de la exposición al sol
La vitamina D es esencial en los primeros años de vida, sobre todo en bebés con mayor riesgo de déficit, como los prematuros, los que se alimentan con leche materna sin suplementación, niños con poca exposición solar, con piel oscura o con obesidad. Esta medida busca prevenir problemas como el raquitismo, alteraciones óseas o retrasos en el desarrollo motor.
«En los más pequeños, la vitamina D es fundamental. Su dieta suele ser limitada y su exposición al sol casi nula debido a la necesaria protección de su piel para evitar daños solares. Es por esto que la suplementación se ha convertido en una herramienta clave para prevenir la hipovitaminosis D, siempre y cuando se realice bajo supervisión pediátrica. Aunque la dosis general recomendada según la Asociación Española de Pediatría para bebés menores de un año es de 400 UI diarias, es importante considerar que cada niño es diferente», explica la Dra. Ortiz.
En cuanto a la forma de administración, la presentación en solución oleosa con pipeta dosificadora asegura una absorción óptima y reduce el riesgo de sobredosis. «El exceso vitamínico, conocido como hipervitaminosis D3, tampoco es saludable y podría causar toxicidad como náuseas, vómitos, estreñimiento e incluso daños en los riñones, los tejidos blandos, los huesos, entre otros. Este tipo de solución cuenta con una pipeta de dosificación para una administración exacta, segura y cómoda, evitando así el riesgo de sobredosificación de otros sistemas de administración», finaliza la doctora.
¿Cómo saber si los menores etán faltos de Vitamina D?
En los niños (y especialmente en los bebés), explica la doctora, «los síntomas no siempre son claros, y la única manera fiable y específica de saber sus niveles de vitamina D es también a través de un análisis de sangre. Los niveles de vitamina D en niños se mide exactamente igual que en adultos, a través de un análisis de sangre que determina la concentración de 25-hidroxivitamina D [25(OH)D] en sangre».
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En el caso de los bebés, prosigue, «y, sobre todo, en los que están alimentados exclusivamente con leche materna (que tiene poca vitamina D) no es necesario realizar un análisis de los niveles de vitamina D porque sus niveles van a ser bajos y por ello las Asociaciones pediátricas recomiendan que los niños al menos durante su primer año de vida deben recibir suplementación con vitamina D desde su nacimiento: 400 UI/día desde los primeros días de vida hasta el destete (o hasta que consuman fórmula o alimentos que aporten suficiente vitamina D)».
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