Osteoporosis: «Nunca imaginé que tras mi tercer parto llegaría el diagnóstico de osteopenia»
La enfermedad que no duele, es silenciosa y crónica
Prevenir la menopausia: esto es lo que deberías tener en cuenta antes de que aparezca
Madrid
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Iniciar sesiónLa osteoporosis es una enfermedad silenciosa, que no duele, hasta que llegan las roturas de hueso y las refracturas. En sus inicios es, por tanto, difícil de diagnosticar y más si sucede antes de la mediana edad. Así le ocurrió a Raquel Sánchez. ... Ella, menuda y amable, con toda la energía que la enfermedad no ha conseguido robarle, explica cómo, en su caso, el hallazgo fue casual. «Tras el parto de mi tercera hija empecé a tener desarreglos hormonales. Al constatar indicios de una menopausia precoz, mi ginecóloga me pidió una densitometría, una prueba que sólo se prescribe a partir de los cincuenta años. La sorpresa fue mayúscula, porque ya entonces, a mis treinta y ocho, la osteopenia era clara y significativa. Eran los primeros indicios que manifestaban la debilidad y porosidad de mis huesos», expone.
Al diagnóstico, explica, «se puede llegar de muchas formas, pero tienes que tener información: pueden ser caídas constantes que no te explicas, roturas o fisuras de algún hueso con golpes que jamás te hubieras imaginado, o de la manera más tonta o leve, como con un abrazo un poco fuerte, cogiendo las bolsas de la compra, la pérdida de altura de dos centímetros, porque el hueso al ser poroso se va acoplando… Ese tipo de cosas nos tienen que alertar porque cuando está instalada la osteoporosis, ya no tiene remedio, es una enfermedad crónica y puede ir a más».
De hecho, las fracturas y segundas fracturas por fragilidad son ya la cuarta enfermedad crónica de mayor impacto en España. Esta fue una de las conclusiones de la jornada de concienciación 'fortalecer es', organizada por la Sociedad Española de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral (SEIOMM), la Asociación Española de Pacientes con Osteoporosis (AECOS) y la Fundación Hispana de Osteoporosis y Enfermedades Metabólicas Óseas (FHOEMO), con la colaboración de la biofarmacéutica UCB y la biotecnológica Amgen, con el objetivo de dar visibilidad a la osteoporosis y sus consecuencias en la calidad de vida de las personas que la sufren.
En el caso de Raquel, el ginecólogo fue una figura esencial a la hora de dar la voz de alarma, y a partir de aquel inesperado descubrimiento, se le hizo un seguimiento multidisciplinar, en el que han intervenido coordinadamente este profesional junto a un traumatólogo, internista, fisioterapeuta, nutricionista… Esto no ha impedido que esta mujer tuviera que dejar de lado sus actividades físicas de aquel entonces y cambiarlas por otras osteo saludables en las que no hubiera riesgo de fractura. «Dejé de esquiar todos los fines de semana, de jugar al pádel, al tenis… Ahora lo que tengo pautado es una hora y media de caminata ligera. Hay que perder la pereza. También hago ejercicios de yoga, pilates, siempre dirigidos por profesionales, personas que sepan manejar la enfermedad.…».
Relación entre osteoporosis y menopausia
«Las personas que ya hemos sufrido una fractura ósea -reconoce-, vivimos con la constante preocupación de sufrir una nueva fractura, por lo que necesitamos información veraz, apoyo y herramientas prácticas para gestionar nuestra enfermedad, y que las autoridades sanitarias y los profesionales se centren en prevenir las refracturas, que pueden marcar la diferencia entre mantener nuestra independencia o depender de otros«.
Para Sánchez, lo importante «es que cuando las mujeres se acerquen a la perimenopausia, no se avergüencen: la menopausia no es una enfermedad, es una etapa de la vida, como pueda ser cualquier otra. Pero tenemos que estar preparadas. En ese momento, lo mejor es empezar cuanto antes con hábitos de vida saludable, ejercicio físico diario(osteo saludable), y evitar en cierta manera deportes de impacto cuando ya tienes indicios».
Pero cada caso, puntualiza esta mujer, «es un mundo, y nuestro cuidado personal lo marcamos nosotras mismas. No existe una dieta ni un ejercicio tipo. Pero sí que es verdad que hay que evitar los deportes de impacto, en los que evidentemente te puedas dar golpes o sufrir caídas que te puedan hacer fracturar. Eso ya cuando tu hueso es frágil y poroso. Por eso, en el momento en que una mujer ya está en esta etapa, debemos saber que con el autocuidado esta enfermedad se puede mejorar e incluso prevenir. Aunque una vez que ha llegado la osteoporosis, digamos, ha llegado para quedarse. Es una enfermedad crónica e incurable y, además, es silenciosa, porque no duele, hasta que te caes y, un buen día, te rompes…».
Estas fracturas no solo limitan la movilidad, sino que pueden generar ansiedad, miedo a caerse, dependencia y problemas emocionales. Cada nueva fractura aumenta el riesgo de complicaciones médicas y repercute en la calidad de vida y autonomía de las pacientes, subrayando la necesidad de intervenciones tempranas y efectivas. En este contexto la doctora Pilar Aguado, reumatóloga del Hospital La Paz y miembro de la junta directiva de SEIOMM, ha señalado que «cualquier actividad física adaptada a las necesidades de las personas que padecen osteoporosis contribuye a fortalecer los huesos, mejorar el equilibrio y prevenir caídas».
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Diversos estudios han demostrado que el ejercicio físico no solo favorece la movilidad y la autonomía, sino que también reduce el riesgo de fracturas y refracturas óseas. Por ejemplo, un metaanálisis de 2020 reveló que la intervención con ejercicio reduce el riesgo de fracturas relacionadas con caídas en adultos mayores en un 26 por ciento.
La osteoporosis es una enfermedad que afecta a más de tres millones de personas en España, siendo las mujeres el grupo más vulnerable: una de cada cuatro mujeres mayores de 50 años la padece. A consecuencia del envejecimiento poblacional, se estima que en 2030 se alcanzarán 420.000 fracturas óseas por fragilidad anuales, lo que supondrá un aumento del 30% respecto a la actualidad y un importante reto para el sistema sanitario español.1,2.
Estas fracturas implican hospitalizaciones prolongadas, pérdida de autonomía y un alto coste asistencial, tanto por la atención médica como por la rehabilitación y los cuidados posteriores. Además, la reincidencia de fracturas en pacientes no diagnosticados o sin tratamiento agrava la carga sobre el sistema y evidencia la necesidad de mejorar la prevención, el diagnóstico precoz y el seguimiento de la enfermedad.
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