La fórmula matemática para que tu bebé duerma bien a pesar del cambio horario

Pero, según Marina Ametller, fundadora de Xanababy, es posible adaptar las rutinas y no sufrir la falta de descanso, algo que puede repercutir sobre todo en la salud física y emocional de los cuidadores principales. Lo principal, explica, «sería no caer en este error común: mantener los mismos horarios de verano sin tener en cuenta el ritmo biológico y las necesidades propias de mayores y pequeños durante el invierno».

Todos los seres vivos, afirma Ametller, «tenemos diferentes necesidades de sueño en invierno y en verano. Como regla general, en invierno necesitamos dormir más horas y hacerlo más temprano. Esto también aplica a los más pequeños de la casa. Además, al no adecuar sus rutinas, es probable que entren en un estado de alerta, lo que provoca mayor irritabilidad y despertares nocturnos frecuentes».

Una de las principales claves para un sueño infantil óptimo con el cambio de horario, según esta experta, está basada en una fórmula matemática. «Es necesario que la hora de dormir esté en sincronía con el ritmo circadiano. Y ese momento óptimo de irse a la cama se puede para niños de 0 a 10 años se puede calcular con una fórmula sencilla: la hora del mediodía solar + 7,5 horas».

Además, pese al debate que genera el cambio de horario, Ametller apunta que hay que considerar que los pequeños dormirán más en invierno. «Muchas familias temen que, si los pequeños se acuestan antes, se despierten también más temprano. Sin embargo, la disminución de la luz solar y la temperatura ambiental más baja favorece que todos durmamos más horas».

Pese a esa tendencia, prosigue, no hay que olvidar que, para favorecer que tu pequeño duerma más y más temprano, recuerda, «es fundamental reducir la exposición a la luz artificial y a las pantallas. Utiliza luces cálidas y tenues (ámbar) unas dos horas antes de dormir para fomentar la producción de melatonina».

También es de mucha utilidad ajustar las actividades diarias para incluir suficiente ejercicio físico durante el día y momentos de relajación antes de la hora de dormir y, por supuesto, mantener una rutina constante y un ambiente adecuado es esencial. Esto incluye, señala esta experta, «horarios regulares de siestas acordes a la etapa de desarrollo del bebé y una rutina nocturna tranquila. La hora de dormir en invierno es más temprana que en verano, por lo que también es necesario ajustar los horarios de las siestas y de la cena».