Pedro Sánchez se prepara para resistir ante un PSOE que no ve salidas

Pero Sánchez se dirigirá a la Ejecutiva socialista esta misma mañana en términos de aguantar. La reunión se prevé tensa y llena de incertidumbre, con la incógnita de si los sectores críticos –y casualmente, los más castigados por Santos Cerdán– empiezan a levantar la voz. Pero incluso los más próximos no las tienen todas consigo de que las pesquisas de la UCO no dejen nuevas y desagradables sorpresas. .

En la Moncloa abonan la tesis de la resistencia, de continuar, confiando, eso sí, en que la trama de corrupción que operó desde el corazón del PSOE con los dos únicos secretarios de Organización que ha nombrado Sánchez desde que es presidente del Gobierno «no tenga nada que ver con una Gürtel dos». Esto es, que no derive en un caso de financiación irregular de todo el partido, como le ocurrió al PP. Esa es la gran esperanza de Sánchez, porque de confirmarse ese escenario, definitivamente no habría nada que hacer.

Todo el relato político que ha acompañado a Sánchez desde que llegó a la Moncloa está relacionado con la regeneración democrática y con limpiar la corrupción del Partido Popular. Por eso, esta crisis supera a todas las demás y no tiene comparación posible con cualquier episodio vivido dentro del PSOE. La implicación de Cerdán –hasta el jueves pasado número 3 de los socialistas y al que defendían en el Gobierno a capa y espada casi hasta el final– ha provocado un golpe, el definitivo, del que sus compañeros de filas no consiguen levantarse. La desolación en el PSOE es absoluta.

Sin embargo, todo apunta a que el presidente del Gobierno ha improvisado en apenas 48 horas un plan de resistencia que quiere empezar a lanzar este lunes ante su partido para terminar con la idea de fin de ciclo. Y, por supuesto, de elecciones anticipadas. Sánchez negó incluso que estuviera pensando en un cambio en el Consejo de Ministros, aunque eso es algo que todavía está por ver. Algunos dirigentes piensan que podría recular después de haber desdeñado casi todas las opciones posibles para intentar remontar: adelanto de generales, renovación en su gabinete e incluso la cuestión de confianza, según dijo el pasado viernes el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que sigue en el primer anillo de poder del presidente.

En este momento el PSOE solo percibe parálisis y enroque. Y de ahí, que consideren inevitables movimientos de calado, decisiones audaces y asunción de responsabilidades si Sánchez pretende recuperar aliento.

Lo que también tienen muy claro en Moncloa es que si consiguen aguantar vendrán meses «muy complicados». Dan por hecho que serán necesarios «muchos pasos» para recuperar la posición en la que se encontraban hasta que el informe de la UCO y sus demoledoras 490 páginas cayeron a plomo sobre las siglas socialistas. «Vamos a necesitar gestos y tomar decisiones para cambiar muchas cosas», reflexionan entre los colaboradores más cercanos a Sánchez. Su punto de partida, según remarcan, es que los socios parlamentarios creen que el PSOE «es un partido íntegro». A diferencia, subrayan, del PP.

En el Gobierno siempre han estado muy tranquilos ante la inviabilidad de una moción de censura, incluso en momentos de mucha tormenta política, conscientes de que las relaciones entre Alberto Núñez Feijóo y el resto de grupos parlamentarios están rotas. Con el PNV –un actor clave en el Congreso– la interlocución es casi inexistente y entre ambos se ha abierto una grieta demasiado profunda. Con Junts, amnistía mediante, no hay nada que hacer. Y la izquierda jamás impulsará al PP hacia la Moncloa. Sin embargo, como publicó ABC, la profunda crisis de corrupción dentro del PSOE puede cambiar algunas cosas. Los socios han deslizado mensajes mucho más contundentes y en Génova están convencidos de que el curso de los acontecimientos –sobre todo, las posibles nuevas revelaciones de la UCO– puede implicar giros inesperados. Dan por seguro que los socios van a sufrir muchas presiones internas y externas.

Lo que tampoco abandonan en la Moncloa es la tesis de que hay una operación de «acoso y derribo» contra el Gobierno, que habría comenzado con procesos judiciales en el entorno familiar del presidente y que continúa con el papel que juegan algunos jueces e investigadores. Sin embargo, la concreción del papel central que tuvo Cerdán en la trama corrupta de mordidas a cambio de obras públicas, y que en el Ejecutivo negaban por encima de todo, ha dejado muy tocado ese relato y la estrategia de la legislatura.

El momento crítico que atraviesa Sánchez solo tiene una comparación posible: los cinco días de reflexión que se tomó –una escena inédita en nuestro país– hace algo más de un año, a raíz de la investigación judicial a su esposa, Begoña Gómez. En aquel momento también cundió el pánico dentro del partido ante la posibilidad de que el presidente abandonase. No estaban preparados. Ahora el debate puede ser muy distinto porque muchos dirigentes piensan que es él quien puede lastrar por completo al PSOE.