Sánchez fracasa en mostrar una Cataluña «normalizada»
Aragonès, antes de abandonar la cumbre hispano-francesa, le dice al presidente que el 'procés' sigue vivo
El líder de ERC tiene que irse de la manifestación contra Sánchez antes de tiempo y entre silbidos
Análisis: El independentismo se extravía, más 'La Marsellesa', menos 'Els Segadors'

Si la «normalidad» política en Cataluña que pregona el Gobierno de España consiste en aceptar el desaire del presidente de la Generalitat a una cumbre hispano-francesa y celebrar la protesta de miles de personas a la cita, entre estas la del presidente ... del principal socio de Pedro Sánchez, Oriol Junqueras, entonces, en Cataluña hay «normalidad». También si se comparan las medidas de seguridad de este jueves con las que se establecieron para el Consejo de Ministros celebrado en la capital catalana en diciembre de 2018. Ayer, el blindaje fue menor. Sin embargo, no parece que la «normalidad» que defiende el Gobierno para Barcelona sea la misma que en otras regiones.
Pere Aragonès se retiró de la XXVII Cumbre Hispano-Francesa, este jueves, poco después de los saludos protocolarios y antes de que sonaran los himnos de Francia y España a las puertas del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Una descortesía sin precedentes, que contó con el conocimiento de La Moncloa y la aceptación de Sánchez, quien restó importancia a la rabieta del 'president'.
Además, el breve intercambio de palabras entre Sánchez y Aragonès -menos de un minuto- sirvió, básicamente, para que el segundo le dijera al primero que, en su opinión y en contra de lo manifestado por aquel y el ministro Félix Bolaños, «el 'procés' independentista no ha acabado». El desaire institucional se produjo poco después de la llegada de Emmanuel Macron y de que este saludara a las autoridades locales, incluyendo a Aragonès -quien mostró su deseo de que Cataluña sea «un socio europeo» más, al nivel de España-, ante la atenta mirada de Sánchez.
Aragonès aprovechó el momento en el que la comitiva oficial se situó para los himnos y la revista militar para dirigirse en la dirección contraria, subirse al coche oficial, salir del recinto fuertemente custodiado por la Policía Nacional y la Guardia Civil, y la colaboración de los Mossos d'Esquadra, y tomar rumbo al Palacio de la Generalitat desde donde pronunció una rueda de prensa para explicar las palabras que le había dicho a los dos presidentes y protestar por la presencia del Ejército en el protocolo de la cumbre hispano-francesa.
Dos manifestaciones
Pese al desprecio de Aragonès, el presidente del Ejecutivo evitó echar leña al fuego y lo hizo, además, junto a Macron en la rueda de prensa para exponer las conclusiones de la cumbre que que dejan para la historia el Tratado de Barcelona o acuerdo de amistad y cooperación entre los dos países.
Sánchez agradeció la presencia del 'president' «en la recepción» y recordó que en otras cumbres, celebradas en regiones gobernadas por el PP, sus presidentes ni tan siquiera hacen acto de presencia: «En otras cumbres no hemos ni contado con presidente autonómico», señaló, sin diferenciar entre no acudir a un acto y presentarse a él y salir antes de que suene el himno nacional, siendo el socio político.
«Entre lo que ha sucedidoy lo que va a suceder el sábado es donde se encuentra la amplia mayoría de este país»
Eso sí, el presidente del Ejecutivo dejó claro que le hubiera gustado que Aragonès se hubiese quedado a toda la ceremonia de saludos al inicio de la cumbre, «pero agradezco que haya participado en la recepción». Fuentes de La Moncloa insistieron mucho en considerar un avance en las relaciones con la Generalitat la presencia de Aragonès.
Mientras el presidente de la Generalitat protagonizaba en la cima de la montaña de Montjuïc su menosprecio a los representantes de España y Francia, a solo doscientos metros, miles de manifestantes independentistas -6.500 personas, según la Guardia Urbana; y 30.000, según los organizadores- protestaban contra la cumbre, en contra de la Constitución y a favor de la secesión. Entre ellos, Oriol Junqueras, que tuvo que irse de la concentración antes de tiempo y entre silbidos.
Esta protesta tampoco fue considerada relevante para Sánchez. Es más, en respuesta a preguntas de los periodistas, comparó a los que exigen la separación de la autonomía del conjunto de España con los que se manifestarán mañana en Madrid, y el domingo en Barcelona -convocados por asociaciones civiles y que cuentan con el apoyo del PP, Vox y Cs, entre otros-, contra las políticas del Gobierno que se basan en ceder a los independentistas, principalmente ERC, a cambio de conservar La Moncloa.
«Creo que entre lo que ha sucedido hoy [por este jueves] y lo que va a suceder en Madrid, el sábado, es donde se encuentra la amplia mayoría de este país, tanto en Cataluña como en España, que es en la defensa de una España unida en su diversidad y eso es lo que reconoce a mi juicio la Constitución de 1978», afirmó, y añadió que, en su opinión, la «amplia mayoría» social se encuentra en el medio, entre una protesta y la otra, donde se situó.
«Entre lo que ha sucedido y lo que va a suceder el sábado es donde se encuentra la amplia mayoría de este país»
De este modo, el Gobierno no pudo evitar que el foco mediático se desplazase: dejó a un lado el contenido de la cumbre hispano-francesa para centrarse en Aragonès, en concreto, y los independentistas, en general. Una «normalidad» que, el miércoles por la noche, dio visos de no ser la misma que en otros puntos de España. Pues la bienvenida de Aragonès se completó con una entrevista para 'Le Figaro', en la que insistía en que el 'procés' no solo no ha acabado sino que solo terminará cuando se celebre un referéndum de independencia y gane el sí, y que reiteró al día siguiente en un artículo de opinión en 'Le Monde', los dos periódicos más influyentes de Francia.
Fractura independentista
Si por un lado Sánchez no consiguió su objetivo de evidenciar la «normalidad» política en Cataluña, el independentismo, por otro lado, puso sobre la mesa la demostración de que la división interna tiene ya difícil solución, y muestra de ello fueron los abucheos a Junqueras. Tras llegar de los primeros a la concentración, el líder republicano, sacó pecho: «Aquí no se ha acabado nada, el independentismo sigue vivo, porque la represión continúa». Discurso similar al que exhibió la líder de Junts, Laura Borràs, y también el diputado de la CUP Carles Riera, pero a diferencia de los dos últimos, Junqueras tuvo que abandonar la protesta, increpado por decenas de independentistas, que lo tildaron de «botifler» y «traidor», e incluso hubo quién le espetó: «¡Te queremos en prisión!», generando así la enésima estampa que certifica la fractura del independentismo.
ERC justificó la marcha de su presidente aduciendo una cita agendada, pero lo cierto es que el republicano no se movió hasta que comenzaron a increparlo. Los mismos que minutos antes corearon: «¡Puigdemont, nuestro presidente!». Una situación esperada, después de que Aragonès confirmase su asistencia a la cita, cosechando las críticas de Junts y de los antisistema.
La convocatoria del Consell per la República, la ANC, Òmnium y otras 40 entidades, pretendía que el soberanismo volviera a exhibir músculo en la calle. «Ni Francia, ni España: Países Catalanes», rezaba su lema, pero la cifra de asistentes -en su mayoría jubilados que llegaron a la capital catalana en autobús- quedó lejos de la exhibida en anteriores ocasiones. El recuento oficial disgustó al expresidente catalán Carles Puigdemont, quien, a través de sus redes sociales, acusó a la Urbana de «mentir sobre la fuerza del movimiento independentista».
Pese a que el prófugo celebró el «golpe de autoridad y firmeza» que supuso la protesta, lo cierto es que, con el paso de las horas, ésta se fue desinflando. «Somos y seremos una nación», «El conflicto no se ha acabado», «Nada acaba hoy» o «Si nos movemos los de abajo, caen los de arriba», rezaban algunas de las pancartas. Otras, ya con ironía y criticando la cita, clamaban «Venga, Pere... ¡Échalos fuera!».
Tras finalizar la concentración, algo más de un millar de manifestantes decidieron alargar la protesta frente al consulado galo en plaza Cataluña. Allí se vivieron algunos momentos de tensión, cuando los independentistas trataron de rebasar el cordón de los Mossos d'Esquadra que impedía su acceso a la vía Layetana, donde se ubica la Jefatura de la Policía Nacional. Edificio que asediaron los soberanistas durante los disturbios tras la condena del 1-O. En esta ocasión, la marcha acabó sin incidentes en la plaza San Jaime, poco antes de que Macron comenzase su visita al Museo Picasso.
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