análisis
De 'La Marsellesa' a 'Els Segadors', extravío independentista
En ERC casi parece que busquen un incidente para acabar de romper con quienes les insultan: Montejurra 'indepe'
Barcelona
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Iniciar sesión«Al arma, al arma, fills del poble/ Lo jorn de glòria ja ha arribat! / Pels tirans alsa xusma innoble/Sos pendons en llotats en sanch». Ya antes de que en 1871 Josep Anselm Clavé la tradujese al catalán, 'La Marsellesa' se había convertido en ... un canto de libertad para los republicanos catalanes y del resto de España, hasta el punto de que en las calles de Barcelona, décadas después, cuando en 1931 se proclama la Segunda República el himno nacional francés se cantó mucho más que 'Els Segadors'.
Se entiende así algo más el extravío del independentismo, no ya, por descontado, de la secta adicta a Puigdemont, que ayer volvió a demostrar su fanatismo, sino de un presidente de la Generalitat que fue incapaz de mostrar el mínimo decoro institucional quedándose a escuchar el himno español y francés, el mismo que entonaban emocionados en 1931 quienes creían entonces, en Cataluña y en el resto de España, que se abría una era de esperanza. Si las simpatías de Francia hacia el movimiento independentista catalán eran ya de sobras conocidas, después de su desprecio Cataluña está mucho más cerca de la independencia, sin duda. Ni eso. Indiferencia ante la pataleta de Aragonès. Presidente inane. «Al arma, al arma, fills del poble».
Es muy probable que nadie de los que ayer clamaban en Montjuïc aquello de «Ni França, ni Espanya, Països Catalans», ni los que le deseaban a Oriol Junqueras su regreso a la cárcel –«Junqueras, traidor, et volem a la presó»– estuviesen por sutilezas históricas, sí en cambio por volver a organizar una muy triste demostración de cómo aquel movimiento que se llamó de las sonrisas es ahora uno de los reductos populistas más antipático de Europa.
En muy poco tiempo, el independentismo movilizado, no hablamos aquí del institucional, cuyos intereses son perfectamente descriptibles –Presupuestos, fin de la sedición...–, ha transitado hasta situarse en un terreno viscoso, en el que son los más exaltados quienes marcan el tono y el ritmo. Es el terreno en el que se mueve Junts. Una vez autoexpulsados del Govern, los neoconvergentes refuerzan su vasallaje con respecto a Carles Puigdemont, militante de base pero que ha conseguido que su fantasmagórico Consell per la República sea la entidad que tutele el independentismo más ultra. «¡Vivan las caenas!».
Fue de hecho un 'tuit' suyo tras conocerse que Barcelona acogería la cumbre hispano-francesa lo que arrastró al resto de entidades –ANC, Òmnium...– a convocar la manifestación, y luego, con bovina actitud, también a Esquerra, temerosa de quedarse descolgada, sucumbiendo a la presión de las redes, una vez más. Si no fuese porque quizás esta sería una estrategia inteligente, los de Junqueras, por momentos, casi parece que busquen un incidente para acabar de romper, ahora ya sí emocionalmente, con quienes les insultan y les desean que vuelvan a la cárcel: Montejurra 'indepe'.
Sin sorpresas, la manifestación de ayer solo fue la coda de otras vividas de manera reciente. La más desagradable, el abucheo y el enfrentamiento con las víctimas de los atentados del 17 de agosto de 2017 en La Rambla durante el acto de recuerdo del pasado verano, cuando a muchos en Cataluña se les cayó la venda y entendieron que el independentismo no tiene remedio. Laura Borràs, su musa, ayer una de las más activas en la protesta contra la cumbre, jaleó entonces a los boicoteadores, los mismos que convirtieron la Diada del 11 de septiembre en un acto en contra del «diálogo» que propugna ERC y la protesta contra la cumbre entre Sánchez y Macron en una demostración de impotencia, de división.
Del mismo modo que Bolaños asegura que el 'procés' ha acabado, es una obviedad, también lo ha hecho la capacidad del independentismo para intentar algo como lo de 2017, así como de generar un mínimo corriente de simpatía, de comprensión. Aquí y en Europa. De 'La Marsellesa' a 'Els Segadors'. «Al arma, al arma, fills del poble».
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