acto en el congreso
Gaizka Fernández Soldevilla: «Si homenajeas a Txiki y Otaegi, das a los jóvenes un modelo peligroso»
El responsable de investigación del Memorial de Víctimas del Terrorismo acaba de publicar 'Terrorismo y represión', un libro que aborda la historia de los dos etarras sobre los que debate hoy la Cámara Baja
Txiki y Otaegi: los 'mártires' etarras con los que el núcleo duro de Bildu busca legitimar la banda terrorista
Bilbao
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Iniciar sesiónEl Congreso de los Diputados celebra este jueves un acto de homenaje a las víctimas del golpe de Estado, la Guerra Civil y la dictadura centrado en los cinco últimos fusilados durante el franquismo: José Humberto Baena Alonso, José Luis Sánchez Bravo Solla y Ramón ... García Sanz, del FRAP, y Juan Paredes Manot, alias Txiki, y Ángel Otaegui, de ETA. La mitificación de la figura de los dos etarras, exhibida por la izquierda aberzale como símbolo de «su lucha por la democracia» mientras ocultan su participación en asesinatos y secuestros, es uno de los temas que abarca 'Terrorismo y represión' (Tecnos), el último libro coordinado por Gaizka Fernández Soldevilla, responsable de investigación del Memorial de Víctimas del Terrorismo (MVT) de Vitoria. «Lo del Congreso no lo comprendo. Mira que hay miles de víctimas del franquismo... Es como hacer un homenaje a las víctimas de ETA y hablar de Melitón Manzanas», comenta en conversación con ABC.
—Cuando pensasteis en el libro, ¿anticipabais la campaña de propaganda que iba a desplegar la izquierda aberzale con motivo del 50º aniversario de los fusilamientos de Txiki y Otaegi?
Éramos conscientes. Si solo les dejas hablar a ellos iban a ocuparlo todo. La izquierda aberzale ocupa todo espacio vacío.
—Son buenos en el uso del pasado...
Lo importante para ellos no es hacer historia, sino hacer política. Para ellos el pasado es maleable. Cuando tienes esa ventaja puedes hacer cosas más atractivas. Con el marketing son muy buenos, mejores que cualquier otro grupo que conozca. Cuando compites contra eso es difícil.
(Sortu, partido nodriza de EH Bildu, homenajeó a Txiki y Otaegi a finales de septiembre en Pamplona. Un recuerdo que realizan desde hace décadas cada 27 de septiembre, por el 'gudari eguna', en su estrategia por convertir a estos dos terroristas en mártires de la causa soberanista. Ambos fueron reconocidos como víctimas en el año 2012 por el Gobierno vasco, con Patxi López como lendakari).
—Para la izquierda aberzale la construcción de arquetipos como el del héroe (etarras) y villanos (guardias civiles o policías) es habitual. ¿Es más difícil de replicar a la inversa?
Ha habido muchos héroes en la lucha contra el terrorismo. Policías, Guardias Civiles, ertzainas, concejales… Su trabajo ha salvado vidas, pero la izquierda aberzale lleva décadas haciendo propaganda contra los funcionarios. Deshumanizándolos: 'son menos que un ser humano, por lo que les podemos matar'. Y, aunque no exista ETA, todavía nos afectan los residuos tóxicos que dejó. Sin embargo por ejemplo la figura de la Infiltrada ha tenido mucho éxito a pesar del boicot a la película.
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—Enmarcas los fusilamientos de Txiki y Otaegi en la estrategia de de acción-reacción planteada por ETA desde la IV Asamblea. Dices que el Gobierno de Arias Navarro siguió su guion en 1975.
Lo que ocurre entonces en España es que hay una dictadura torpe y una organización que tiene la inteligencia para convertirla en cómplice. Con la represión consiguieron amplificar un movimiento que era marginal.
—Hoy en día se dice que Pedro Sánchez sigue el guion que le marca EH Bildu, ¿seguirlo no sería aislarles en lugar de incorporarlos a las instituciones?
La izquierda aberzale actual está en otro ámbito. Mi opinión como ciudadano es que está con un pie en el pasado y otro en el futuro que es la vía institucional para ellos. No quieren levantar muy pronto el pie de un lado porque hay mucha gente enraizada en ese pasado terrorista y no quiere dejarlos atrás y alimentar disidencias. Tienen un mensaje contradictorio. ¿Cómo le explicas a un terrorista que ha pasado 30 años en la cárcel que no ha servido para nada?
—Txiki trata de borrar su origen extremeño y abraza el nacionalismo cuando su familia emigra al País Vasco. ¿Tan fuerte era en los sesenta la presión ambiental?
La xenofobia estaba desde Sabino Arana. Es uno de los elementos fundamentales del nacionalismo vasco desde su origen. En los 60 hay una migración rural muy grande, pero mientras que en Madrid, Valencia... no hay una reacción xenófoba, en el País Vasco sí. Los nacionalistas más radicales llamaban a los inmigrantes cacereños o coreanos. Hay pueblos a los que llamaban España porque es donde se asentaban. Lo normal no es lo que hace Txiki, que para sentirse integrado se hace el más nacionalista de todos. Es que no solo se mete, ¡sino que acaba en un comando militar! Se cambia el apellido (de Manotas a Manot), ¡para que no suene español!
—Es un perfil psicológico inseguro. No es solo que se pusiese a aprender euskera...
No llegó a hablar euskera. Los famosos versos que dieron nombre a un comando y ahora emplea EH Bildu (Viento de libertad) están en castellano. Se le atribuye al Che Guevara, pero es mentira: una parte los copió de una canción. Luego se han utilizado durante 50 años y ahora de repente los ponen en euskera. Es una manipulación de la manipulación, porque no puedes poner versos en castellano de tu héroe. Finges que Txiki era euskaldun, que no lo era. Es construir un mártir. El Txiki de la propaganda no corresponde con la persona real. Lo que te queda es una imagen distorsionada de lo que fue.
—En el libro relatas como, en 1974, el asesinato del guardia civil Gregorio Posada (con Otaegi como cómplice) es el primero en el que ETA usa metralletas.
Sí, usaron dos mariettas: pistolas ametralladoras Ingram M-10 y M-11 fabricadas por la compañía estadounidense Military Armament Corporation que estaban equipadas con un revolucionario silenciador y cargadores de una treintena de balas. Tenían una potencia de fuego muy superior a las armas reglamentarias de las Fuerzas de Orden Público.
—A finales de los 70 se da una lucha entre Euskadiko Ezkerra (EE) y ETA por las figuras de Tiki y Otaegi. ¿Hoy también se está produciendo entre EH Bildu y escisiones juveniles como GKS y Jardun?
Los mártires de ETA son una baza simbólica muy interesante. GKS tuvo el apoyo de uno de los hermanos de Txiki. Jardun es más nacionalista puro y GKS más de izquierda, pero vienen del mismo tronco y seguirán peleando por esos símbolos.
—Su reconocimiento como víctimas en 2012 ayudó a que ahora se les reivindique como luchadores por la democracia. ¿Cómo tratar a las víctimas-victimarios?
Hay que reconocerlos como víctimas, lo que significa estudiar su caso, indemnizar a las familias… Eso es reconocer y otra cosa es homenajear, que es decir que esa persona fue un héroe. Así estás ocultando que antes de ser víctima mató a personas. Además estas transformando su historia personal. Txiki y Otaegi participaron en atentados y lo hicieron dentro de una organización que aspiraba a sustituir la dictadura franquista por otra de corte castrista. ETA rechazaba frontalmente la libertad y la democracia, a la que tachaba de burguesa.
Las instituciones están invirtiendo muchísimo dinero en la prevención de la radicalización para que no haya rebrotes de violencia política y mientras la izquierda aberzale hace homenajes a personas que participaron en asesinatos. Es un modelo peligroso, que pueden acabar concluyendo que el fin justifica los medios sangrientos. Yo creo que este verano hemos avanzado en una dirección peligrosa que deberíamos evitar.
—Te he escuchado mencionar el asesinato de Charlie Kirk en Estados Unidos como un paso también peligroso en la banalización del odio. Aquí hace un año trataron de matar a Vidal-Quadras y parece que ha pasado desapercibido
No estamos al nivel de Estados Unidos, pero en Europa en general y en España en particular sí creo que estamos creando una situación de polarización, sectarismo y discursos del odio. Estamos deshumanizando al contrario. El otro es escoria y no podemos debatir con él. Estamos acercándonos a la fractura social. Cualquiera que conozca la historia reciente debería estar preocupado porque estamos repitiendo errores muy viejos que ya sabemos a donde conducen. En la Transición los políticos no querían que se repitiese la Guerra Civil. Habría que exigir a los representantes públicos que hagan lo mismo.
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