Los jóvenes aberzales más radicales resucitan la 'kale borroka'
Las agresiones a la Ertzaintza han aumentado en frecuencia e intensidad el último mes en distintos municipios
EH Bildu, que sufre la fuga de la juventud antisistema hacia nuevos partidos, carga contra la Policía
La comparsa de apoyo a los presos de ETA será la protagonista de la próxima Semana Grande de Bilbao
Bilbao
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Iniciar sesiónNi siquiera el Gobierno vasco o el PNV, acostumbrados a poner sordina ante cualquier suceso presente que recuerde a la violencia pasada, esconden su preocupación ante la escalada de tensión que está viviendo el País Vasco con la llegada del verano. «Son las mismas formas, ... las mismas amenazas y el mismo autoritarismo de entonces», denunciaba a principios de semana un comunicado del Ejecutivo autonómico tras la aparición de pintadas en el frontón de Hernani (Guipúzcoa), llamando al «exterminio» de los «txakurrak» (perros en euskera), en referencia a la Ertzaintza. Lenguaje y amenazas, comunes con ETA en activo, ahora también dirigidas al consejero de Seguridad, Bingen Zupiria, que llegan después de semanas de incidentes directos entre grupúsculos violentos y la Policía. Un fenómeno que ha hecho saltar las alarmas ante la sucesión de fiestas que tienen lugar este mes de agosto en las principales ciudades del País Vasco, y que tienden a ser foco de enfrentamientos.
Estos episodios no son nuevos. De hecho, poco después de tomar posesión en junio del año pasado, ya aparecieron mensajes contra Zupiria en Hernani, su localidad natal. «Zipaios en lucha, tiro en la nuca», «yo estaría alerta», le advertían. A esto han seguido, en lo que va de legislatura, distintos sucesos aislados, normalmente asociados a intervenciones de las Fuerzas de Seguridad en 'gaztetxes' -locales okupados por Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), una organización juvenil aberzale opuesta a Bildu-.
Sin embargo, estos se han reproducido con mayor frecuencia e intensidad el último mes, no siempre relacionados directamente con la actividad política de GKS, con expulsiones de policías de zonas festivas o represalias y resistencia ante sus actuaciones.
Hernani, foco de amenazas
El primer incidente de gravedad de la serie se produjo en Hernani la noche de San Juan cuando una turba, entre gritos de «Gora ETA militarra», trató de linchar a un joven que se había refugiado en el ayuntamiento. La corporación convocó días después una manifestación contra el racismo, pues distintas informaciones apuntaban al origen magrebí de la víctima, que habría participado anteriormente en una paliza a otra persona de la localidad.
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Tres semanas después, el 19 de julio en el municipio guipuzcoano de Ordizia, cuatro ertzainas resultaban heridos (uno de ellos ingresado en el hospital con heridas graves) al ser atacados por una multitud al intervenir en una pelea durante las fiestas locales. Unos hechos que provocaron la reacción en bloque de los sindicatos (ESAN, Erne, Euspel, Sipe y la asociación Ertzainas en Lucha) denunciando la falta de medios y la pérdida del principio de autoridad.
Con este ambiente de fondo, fue lo ocurrido seis días más tarde en Azpeitia (Guipúzcoa) lo que obligó a posicionarse a los distintos partidos políticos. Después de una intervención de la Ertzaintza en el 'gaztetxe' de la localidad «autogestionado» por GKS, en la que identificaron a un individuo que realizaba una pintada del acrónimo ACAB (todos los policías son unos bastardos, en inglés), un grupo mayor se presentó a recriminar la decisión en la comisaría de la Policía local, asaltándola y produciéndose «agresiones, robo de walkie-talkies y esposas», ante lo que los agentes, viéndose superados, tuvieron que pedir ayuda a más efectivos de la Ertzaintza. Tras el asalto, la primera reacción por parte del Gobierno local, dirigido por la alcaldesa de EH Bildu Nagore Alkorta, fue criticar el «despliegue excesivo» de la Policía vasca.
Reforma del modelo policial
Una postura ambigua que reforzaba más tarde Arkaitz Rodríguez, uno de los pesos pesados de la coalición liderada por Arnaldo Otegi. El secretario de Acción Política y miembro de Sortu (partido heredero de Batasuna que dirige 'de facto' EH Bildu), restaba importancia a los hechos, criticando «la celeridad con la que algunos salen a condenar una pintada hecha con un rotulador en un contenedor de pilas». Antes, PNV, PP y el Partido Socialista de Euskadi (PSE), ya habían empezado a señalar la similitud de los acontecimientos con épocas pasadas en el País Vasco, reprochando a Bildu su falta de contundencia. La cosa no quedaba ahí. Ernai (juventud de Bildu de donde GKS trata de captar afines) apuntaba a la Ertzaintza calificando a los agentes de «zipaios» (término empleado por ETA y su entorno para los policías vascos que participaban en la lucha antiterrorista).
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Todavía quedaba una nueva vuelta de tuerca. Cuatro días después de los incidentes con GKS en Azpeitia, el 23 de julio estos se extendían a Álava, donde la Ertzaintza disolvió una acampada «no comunicada» en la plaza de la Virgen Blanca de Vitoria. La protesta, organizada por la escisión juvenil de la izquierda aberzale y que terminó con varios detenidos por desórdenes públicos y atentados contra agentes de la autoridad, trataba de denunciar el «veto político» impuesto, según defienden, por EH Bildu, que no les permite montar una 'txosna' (caseta) en las fiestas populares que se celebran del 4 al 9 de agosto en la ciudad.
Esta se trata de una de las principales vías de financiación del movimiento, que tiene en su vértice a EHKS (Euskal Herriko Kontseilu Sozialista), quien, de forma similar a la estructura que implantó durante décadas ETA y su entorno, se subdivide en diferentes organizaciones, dependiendo del estrato social (feminista, agraviados por la crisis de la vivienda, estudiantil) al que quiere llegar.
Después de los sucedido en Azpeitia y Vitoria, EH Bildu emitía un comunicado en el que ponía en duda el carácter democrático de la Ertzaintza. «Han vuelto a poner en evidencia un modelo policial que, con demasiada frecuencia, se aleja de los principios democráticos que deberían guiar su labor: proporcionalidad, contención y prevención de daños mayores», afirmaba antes de exigir una «reforma en profundidad del modelo policial». Un mensaje al que sucedieron las pintadas en Hernani en contra de la Policía autonómica y de Zupiria como «dueño» de ella, entre mirillas, esvásticas y estrellas de David.
Esto provocó el comunicado del Gobierno vasco, firmado por los miembros del PNV y el PSE en la coalición. «Nos preocupa que ante hechos tan graves haya responsables políticos que elijan callar o restarle importancia o que desvíen el foco y en lugar de señalar a quienes intimidan pongan en cuestión a quienes cumplen con su deber», leyó en rueda de prensa el lunes la portavoz del Ejecutivo, María Ubarretxena.
Sin citar a ETA y a EH Bildu, Ubarretxena tachaba los hechos como el «mismo fascismo que quienes hoy guardan silencio dicen combatir» y reconocía que «en algunos sectores no se ha superado una determinada cultura de la violencia».
«Cultura de la violencia»
Más directo fue Aitor Esteban el lunes, durante la celebración del 130 aniversario de la fundación del PNV, donde criticó las declaraciones de EH Bildu negando el carácter democrático de la Ertzaintza y advirtió que las «provocaciones en la calle» continuarán. «El comportamiento de Bildu es eterno, el de sus eternos fundamentalistas. Ahí radica la diferencia entre ellos y nosotros. Basta con observar la historia de unos y otros», afirmó.
El presidente del PNV trataba de distanciarse de los de Otegi, algo que el PP recriminó poco después, señalando la contradicción al ir de su mano para protestar contra la Justicia por las sentencias en contra de la imposición del euskera frente al castellano en el acceso al empleo público o el tratamiento de «presos políticos» que se da en ocasiones a los etarras en la televisión pública vasca.
Desde entonces, los nacionalistas reducen el conflicto a la lucha interna que vive la base juvenil de la izquierda aberzale. Preguntados al respecto, miembros de EHKS prefieren guardar silencio, centrando sus quejas en temas como «el racismo, el auge reaccionario o la búsqueda de una solución al veto político en las 'txosnas'».
Este mes, una vez terminen las fiestas de Vitoria, llegan las de San Sebastián del 9 al 16 de agosto, donde la Ertzaintza ha anunciado esta misma semana que aumentará su presencia en las calles. Tras estas, del día 16 al 24, se celebrarán las de Bilbao. Una retahíla de eventos multitudinarios que el Gobierno vasco llama a «disfrutar» y para los que ha hecho una «llamada a la responsabilidad».
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