Objetivo: evitar un desastre como Bataclan en el corazón de Madrid
Un escenario que recrea el lugar de una catástrofe sirve para instruir estos días a policías municipales y Samur
Se entrenan en conflictos muy graves, para coordinarse y no cometer errores operativos como en el atentado de París
Madrid
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Iniciar sesiónEl lugar parece un escenario de guerra: paredes destrozadas, cristales por los suelos, llantos de pánico, gritos de dolor… Múltiples heridos que sangran. Muertos por los que ya no se puede hacer nada. Los dos edificios de la Junta del Distrito de Latina, uno ... frente al otro y separados por casi 100 metros de un solar devastado, están tomados por un grupo armado que acuchilla y dispara a cualquier ciudadano del complejo.
Estamos, en realidad, en una práctica al amparo del Centro Integral de Formación de Seguridad y Emergencias (Cifse). Las víctimas son actores profesionales. Pero los policías municipales y los sanitarios del Samur allí desplegados son de verdad. Y tanto que lo son.
Esta semana se ha organizado una práctica conjunta entre miembros del servicio de atención urgente médica del Ayuntamiento de Madrid y agentes de la Comisaría Central de Seguridad (CCS), los antidisturbios del Cuerpo local. No es un simulacro al uso, porque aquí los actuantes no saben con qué se van a encontrar y tienen que desempeñarse, sin guion previo, sobre una serie de situaciones catastrófica como mejor sepan.
Reconstrucción del peor atentado en España
Julián de VelascoY todo, bajo la atenta mirada, cabría decir que escudriñadora, de Ervigio Corral, mando del Samur, que no deja pasar una. Son las 10.52 de una mañana de lunes y se recibe el aviso de que un individuo, armado con un arma blanca, ha penetrado en el edificio principal de la Junta de Latina, un populoso distrito de la capital. Es hora punta y el organismo tiene dentro a varios ciudadanos realizando diligencias administrativas, además de empleados.
Los primeros en llegar, con el código de activación, son los policías municipales. Lo hacen en grupo, pertrechados con cascos, escudos y armados hasta los dientes. Dos binomios se quedan fuera en situación de guardia, mientras que el resto se encuentra con el conserje tirado en la puerta, dolorido, con dos cuchilladas en el omoplato de la que no para de sangrar. Tras asegurarse de que su estado no es crítico, los agentes se encaminan, siempre en fila, uno detrás de otro, hacia la escalera que lleva a la planta alta. El código de activación cambia, al hallar víctimas.
El panorama que allí descubren es desolador. Una nube de humo invade la estancia y, al final, se encuentra el delincuente, con dos personas más, a las que también acuchilla. Los agentes se ven obligados a pegarle dos tiros y así es como logran neutralizarlo, hasta apresarlo.
Mientras, abajo, una joven yace en el suelo. El asaltante la ha lanzado desde una tercera planta y se encuentra boca abajo, gravemente herida, con politraumatismos. Apenas tiene consciencia. Un grupo de policías la atiende mientras que en el puesto de mando, instalado en las cercanías, los responsables de Samur y Policía Municipal en el dispositivo deciden que la zona está asegurada y que los sanitarios ya pueden acceder a los núcleos de rescate.
Los paramédicos comienzan a entrar. Unos se dirigen directamente a la zona alta de la junta de distrito, mientras que otros comprueban el estado del conserje, que parece que es el que menos gravedad presenta. Ven que puede hablar, pese a que se retuerce de dolor, y logran encamillarlo una vez estabilizado y se lo llevan a la ambulancia, para su posterior traslado al hospital.
Otro grupo hace lo propio con la defenestrada, para cuya intervención precisan mucho más cuidado, pues puede presentar no sólo roturas óseas, sino también internas. Cabe la posibilidad de que sufra algún tipo de lesión en la médula, pues la han lanzado desde unos 10 metros de altura. Está viva de milagro.
El Samur ha accedido siempre escoltado por los policías, también en fila india y agarrados al compañero de enfrente con una mano sobre el hombro. Además, portan casco, por si hay más atacantes o incluso la estructura de la mole del edificio se viene abajo o les caen cascotes. Sigue siendo una zona de riesgo indirecto y van clasificando a los heridos uno a uno, con pegatinas rojas, amarillas y verdes, en función de su gravedad. Aquí nada se deja al azar, pese al aparente caos que puede reinar en una intervención tan delicada como esta. Mientras, los policías se llevan al detenido del inmueble, muy rápido, ante la mirada atónita de la prensa.
Disparan en la otra sala
Sin embargo, de repente, dos disparos rompen la aparente seguridad de la zona. Vienen desde el edificio de enfrente, que también es de dependencias municipales para el distrito de Latina. Hay otro individuo totalmente desatado que ha tiroteado por la espalda a una persona que estaba en el exterior. Hay que desandar el camino, cambiando de riesgo indirecto a máximo. Teniendo en cuenta, además, que en este caso el suceso se ha iniciado con los servicios policiales y los de emergencias en pleno campo de batalla.
Dentro, se suceden los balazos. En la planta baja, concretamente en los baños, tres personas yacen en el suelo y otra se mantiene en pie a duras penas. Uno está muerto y una mujer se queja de que se le están clavando los cristales rotos que hay tirados por todos lados. Los del Samur se afanan con el herido de la entrada, que puede hablar, y consiguen llevárselo de allí en camilla; mientras que la evacuación de los otros tres supervivientes es más costosa. Finalmente, el homicida acaba muerto.
Esta es una práctica por la que va a pasar todo el servicio completo, explica Ervigio Corral, semanalmente, a razón de 50 miembros del Samur y 30 de Policía Municipal en cada una. La idea es recrear con la máxima verosimilitud una situación similar con la que puedan encontrarse y saber actuar coordinadamente entre ambos Cuerpos.
«Estos escenarios pueden ocurrir y debemos estar lo suficientemente preparados para actuar de manera conjunta, por motivos de sanidad, eficiencia y sanitarios», explica Corral. «Es algo similar a lo que ocurrió en el atentado de las Ramblas de Barcelona, pero en un edificio», apostilla otro responsable del Samur. Hubo un punto de inflexión en este tipo de procedimientos: el atentado en la sala de fiestas Bataclan, en París, donde se comprobó que la forma en que se actuó allí «fue un desastre»: «Dejaron que murieran 80 personas antes de que llegara el GEO. Desde entonces, cambió el procedimiento de ellos y el nuestro, el de todos. No esperamos ahora su presencia, sino que deben entrar hasta el último de los policías locales y abatir, porque están matando a gente como conejos durante 45 minutos».
Drones y cámaras de botón
Las unidades de intervención serían los primeros en entrar, pero una vez que llegan los policías nacionales, los municipales dan un paso atrás y acordonan. La jornada termina con 19 heridos y un civil muerto, sumando el siguiente entrenamiento, que, tras un descanso del contingente, se llevará a cabo en la siguiente hora y media de trabajo.
También están desplegados en el enorme espacio de actuación, los especialistas en vuelo de drones del Cuerpo local, que, junto con las cámaras que llevan los de la CCS, graban todo el ejercicio. A media tarde, visionarán todas las imágenes para que estos ángeles de la guarda de los madrileños sepan en qué han fallado y dónde han acertado. Todo sea por la seguridad integral de una ciudad en la que todo es posible.
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