El 'castizo latino' o cómo las fortunas inventan un nuevo estilo en el centro de Madrid

Reformas de lujo en pisos centenarios están cambiando barrios emblemáticos como Justicia

Los dueños latinoamericanos tienen preferencias: mucho espacio para el arte, acabados exclusivos y lavandería

El salón de la galerista mexicana Patricia Martín Méndez, en su piso del barrio de Justicia TANIA SIEIRA

Un breve y bien iluminado recibidor da paso al salón, grande, diáfano, con seis altos ventanales por los que se derrama la luz y empapa muebles nórdicos, esculturas, muchos cuadros. A pie de calle, este primer piso en pleno barrio de Justicia es una ... fachada de 1920, ladrillo salpicado de balcones con bonitos enrejados y contraventanas de madera blanca. Dentro es una vivienda sofisticada tras una reforma integral que apenas ha mantenido los cimientos para incluir ciertas particularidades, fusión de estilos, arte y arquitectura, preferencias de los dueños, mexicanos, con muchas ideas y mucho dinero. La arquitecta Paloma Ibarra ha bautizado esta nueva tendencia que «está cambiando Madrid»: el 'castizo latino'.

Miguel Ángel Wagner nos abre la puerta de su casa, pero prefiere preservar el anonimato. Este médico mexicano de 64 años (y nombre ficticio) ha vivido durante treinta años en Estados Unidos y ha cambiado un espacioso chalé en Los Ángeles por un piso de 235 metros cuadrados en el corazón de Madrid. «Obviamente no tenemos auto, somos la envidia de nuestros amigos, allí lo necesitas para todo», asegura Wagner. Aunque en el nuevo piso necesitaban otras cosas: desde techos altos a un cuarto de lavandería, desde iluminación específica para el arte hasta aire acondicionado en el baño.

La principal característica del 'castizo latino' es que es complejo conseguirlo. La arquitecta Paloma Ibarra, CEO del Estudio Ibarra, fue la encargada de dar la vuelta a la disposición de la vivienda de Wagner, de compatibilizar una rehabilitación de lujo en el interior de un piso céntrico y centenario. «Es muy diferente al original, tiramos todo abajo con excepción de los muros de carga», afirma Ibarra, en el salón de Wagner, bajo una gruesa viga que se disimuló con «un juego de arcos para darle baile y ritmo». Este estudio madrileño de arquitectura nació en 2017 y en 2022 trabajaron con sus primeros clientes latinoamericanos. Hoy representan el 80% de su cartera.

Wagner y su mujer pasaron seis semanas en Italia y otras cuatro en España en busca de la vivienda ideal. Alquilaron un piso en la calle Barquillo, en el distrito de Salamanca, pero resultó ser «demasiado ruidoso, problemático». Un día comieron en un restaurante sibarita de Justicia, pasearon por el barrio y avisaron a su agente inmobiliario. En tres semanas encontraron el piso, y en siete meses se completó la reforma. «Trabajamos mano a mano con ellos, nos transmitían ideas y fuimos dándole forma», indica Ibarra. Wagner asiente: «Mi papá es arquitecto y siempre me gustó mucho el diseño y la arquitectura».

El 'efecto wow'

El largo pasillo con una decena de cuadros distribuye el piso, un baño y dos habitaciones de invitados, cada una con su balcón y cama 'kingsize'. En el extremo final, un cuarto de lavandería, un concepto estadounidense. Y, a la izquierda, el dormitorio principal que deja la boca abierta. La habitación tiene dos de los doce balcones del piso, grandes cuadros en las paredes, vestidor y una pantalla de televisión flotante en medio de una moderna carpintería de roble. «Es la habitación la que consigue ese 'factor wow'», señala Ibarra. «Es de dimensiones mayores porque aquí son apretadas, nosotros estamos acostumbrados a que todo es grande. Este piso tiene 235 metros cuadrados, en Estados Unidos eso es un tamaño normal. La escala es diferente», sostiene Wagner.

Diseños únicos con vistas privilegiadas Este piso reformado de Justicia tiene doce balcones en pleno centro de Madrid y materiales exclusivos, como baldosas de mármol de Calacatta Viola en el baño. TANIA SIEIRA

El baño también sorprende. El suelo y las paredes son grandes baldosas de las últimas existencias de mármol Calacatta Viola de España. «Costó encontrarlo, no había en las canteras, y de pronto encontramos una en Almería con un par de planchas, hicimos videollamada, nos fiamos y salió bien», cuenta la arquitecta. «Jamás he comprado mármol sin verlo», confiesa Wagner. El baño tiene un extra: aire acondicionado en el aseo y el vestidor. «Hay poca circulación de aire, sobre todo en verano, y el poder tenerlo, aunque lo uses cuatro o cinco días, dices gracias a Dios. En Estados Unidos tienes en todos lados», añade.

Wagner prefiere no compartir precios, ni del piso ni la reforma. Según los últimos datos que maneja el portal Idealista, los barrios de Chueca y Justicia son los más caros del centro de Madrid, con un precio de venta de 7.536 euros el metro cuadrado, un 13,7% más que en 2023. Aun así, todavía están lejos del récord del distrito de Salamanca, en el mapa de todos los latinoamericanos que se mudan a Madrid, donde Recoletos marcó en mayo los 10.127 euros el metro cuadrado.

«Con este proyecto [de reforma en un piso de Justicia] aprendí que las casas no se miden en metros cuadrados, sino en metros cúbicos»

Paloma Ibarra

CEO de Estudio Ibarra

«Yo sabía de Salamanca, porque es adonde llegaban todos los mexicanos, y justo cuando llegué me encontré a un amigo, en el mismo aeropuerto, que me dijo: «Patri, vete a vivir a Justicia»», cuenta Patricia Martín Méndez, de 54 años, una de las curadoras de arte más prestigiosas de Latinoamérica, creadora de proyectos reconocidos como la colección Jumex y Casa Wabi, y vecina de un cuarto piso totalmente renovado en el emblemático barrio de Justicia. Tampoco quiere que trasciendan los precios concretos, pero invirtió hasta seis cifras en la remodelación. Hoy su inmueble se ha revalorizado un 70%.

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«Este proyecto tiene mucha enjundia», asevera la arquitecta Ibarra, «aquí yo aprendí el concepto de que las casas no se miden en metros cuadrados, sino en metros cúbicos». El techo del salón se elevó mediante un juego de curvas que esconde las instalaciones y distintos conductos en los laterales. El parqué original de pino estaba oculto bajo una tarima y se descubrió durante las obras. Y la mejor sorpresa del piso, su 'efecto wow', fue hallar unas gruesas vigas de madera sobre la habitación principal, un techo alto y abuhardillado que concede al vestidor, al baño, a un pasillo, metros de aire y luz, a través de pequeñas ventanas.

El dominio del arte

Esta reforma nació a partir de los bocetos a mano alzada del padre de Martín. El hilo conductor es la madera: en la hornacina del baño de invitados, en los gruesos marcos de las puertas, en los estantes curvilíneos repletos de libros, en las preciosas vigas del techo. En el salón, una combinación de piezas contemporáneas y muebles de anticuario, hay flores, potos y muchas monsteras. La vegetación, los cojines, la artesanía, los colores del maestro Luis Barragán, el olor de frijoles en la olla; esta casa es México. «Lo que tiene es que no es un apartamento para rentarse o venderse, es muy casa. Quedó muy como soy yo, como mi familia, como a mí me gusta vivir», destaca la galerista.

Esta casa es México La galerista Patricia Martín Méndez tenía claro el concepto de su vivienda: mucha madera, espacio para el arte y una iluminación específica. TANIA SIEIRA

El arte goza de un protagonismo especial, con imágenes de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide junto a la cocina y obras en cada hueco de pared disponible. También la luz que lo destaca. «El proyecto de iluminación es potente porque ella quería iluminar las obras de manera uniforme», explica Ibarra. «Fue un reto que resolvimos juntas, para que hubiera luz lo más cercana al día», coincide Martín. Los focos están integrados en el techo, en los bajos de las paredes, con una inclinación específica para derramar su brillo.

En el piso de Wagner también hay focos que iluminan las obras de arte, pero de otra manera. Una bombilla fija apunta a una de sus últimas adquisiciones, del pintor Manuel Rivera. Este refugio artístico y latino busca más arte nacional: «Tenemos un galerista nuevo que nos está ayudando a hacerlo un poquito más español», dice este médico mexicano. Una mezcla diferente, otro estilo, en el corazón castizo de Madrid.

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