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Lesmes, el capitán que abandona el barco con los músicos aún tocando
Nueve años después de llegar, la cabeza del Poder Judicial se va con el mismo hermetismo que le ha marcado como presidente
El presidente del CGPJ y TS consuma su amenaza y dimite tras el bloqueo de PSOE y PP para renovar el Poder Judicial
Madrid
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Iniciar sesiónCasi nueve años después de su llegada al Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes hace las maletas abandonando un barco a la deriva en plena crisis institucional. Ha pasado algo más de un mes, treinta y dos días en concreto, desde que el ... el presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ condicionara su dimisión al desbloqueo de las negociaciones para renovar el órgano de gobierno de los jueces, en funciones desde hace ya cuatro años. Dijo que a final de semana y así ha sido, aunque el viernes sorprendiera a todos convocando un pleno para esta semana que todos los vocales dieron por hecho que presidiría. Y es que una vez más la actuación de Lesmes ha estado marcada por el hermetismo que le ha acompañado durante todos estos años.
Se va de allí con pocos amigos, menos si cabe de los que ha hecho en la calle Marqués de la Ensenada durante los últimos casi dos lustros porque sus «torpezas» en las últimas semanas le habrían dejado literalmente solo si no fuera por la lealtad incondicional del vocal Wenceslao Olea, que se ha prestado a mediar, como extensión del presidente, en las negociaciones entre grupos para llevar a buen puerto el nombramiento de dos magistrados para el Tribunal Constitucional.
La petición de un informe con la que quiso dejar atada su sucesión a espaldas del Pleno, sumada a una despedida de la que los vocales se han enterado por la prensa han sido las gotas que han colmado el vaso de un despropósito que comenzó con un canutazo a la prensa el lunes 5 de septiembre, el día de la toma de posesión del nuevo fiscal general del Estado. Desde ese momento Lesmes convirtió al Consejo en centro de atención, y la propia renovación pasó a un segundo plano.
Experto en gestión
Las relaciones sociales no son el fuerte de este fiscal y luego juez nacido en Madrid hace 64 años y cuya trayectoria profesional ha estado en buena parte vinculada al Partido Popular. Durante las dos primeras legislaturas de Aznar (de 1996 a 2004) fue director general de Objeción de Conciencia primero y de Relaciones con la Administración de Justicia después, con lo que empapado en la gestión está. Cuestión distinta es cómo la ha extrapolado luego a ámbitos como el Consejo y cómo se ha valido de un modelo presidencialista en el que el «ordeno y mando» ha sido el pan nuestro de cada día.
Bien es verdad que Lesmes, además de tener fama de autoritario y seco, es un jurista recto, serio y «muy obsesionado con las formas». No en vano aterrizó en un momento en el que el Consejo estaba sometido al escrutinio de la opinión pública tras la traumática salida de Carlos Dívar (por cargar al CGPJ 28.000 euros de gastos personales) y era el momento de dar ejemplo. Sin embargo, muchos consideraron excesivo que en un Consejo donde solo unos cuantos vocales tenían dedicación exclusiva los que viven fuera tuvieran que justificar cada desplazamiento y gasto por adelantado. Fue aquella época en la que Lesmes se dio a conocer al ciudadano de a pie por sus desafortunadas declaraciones relativas a la acción disciplinaria del Consejo. «Al juez se le controla con el palo y la zanahoria», dijo entre críticas de la carrera y alguna que otra petición de dimisión.
Familiar y reservado
Y esa es precisamente la estrategia que para algunos vocales marcó sobre todo los primeros tiempos de su mandato: «Si le eras afín contaba contigo en la Comisión Permanente (el núcleo duro del Consejo con dedicación exclusiva). Si no ya te podías olvidar». Después de nueve años hay vocales que han mantenido con él apenas un par de conversaciones. No es una persona que tenga mucha vida social. «Es muy familiar y reservado en ese espacio de confianza que comparte con su mujer, Marieta, enfermera; sus cinco hijos, alguno ya casado, y un puñado de amigos.
El Tribunal Supremo, a cuya Sala Tercera vuelve ahora Lesmes no es desconocida para él aunque sí es cierto que hasta su ascenso a la presidencia del CGPJ y del Supremo estuvo poco tiempo: apenas tres años. De aquella época destaca en 2011 la sentencia de la que fue ponente que ilegalizó Sortu, una de las marcada que usó la izquierda abertzale para intentar presentarse a las elecciones ese año (el TC posteriormente revocó ese fallo) o los polémicos indultos del banquero Alfrefo Sáenz y del kamikaze de Valencia, perdonados por los gobiernos de Zapatero y Rajoy respectivamente.
En el primero fue ponente y defendió la anulación; en el segundo sí defendió la medida de gracia pero se acabó tumbando. Paradojas de la vida, sería esta misma Sala Tercera (Contencioso-Administrativa) la que tendría que ver, en su caso, los recursos contra un hipotético indulto a Griñán así como los actos del Gobierno aprobados por el Consejo de Ministros y posteriormente impugnados.
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Lesmes se va con la sensación de que ha hecho todo lo que ha estado en su mano por conseguir la renovación del CGPJ, pero también con la percepción de los vocales de que lo hace tarde y de que en las últimas semanas se ha excedido en su interés por «dejar cocinado» un Tribunal Constitucional a la medida de Sánchez.
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