Elecciones 28M: las negociaciones
Santiago, el bipartito del que huye el PSOE
En medio de una decadencia que se evidencia en el adiós de Leiceaga, sumado al de Bugallo, los socialistas dan largas al BNG, enfriando la pretensión de los frentistas de no afrontar el mandato en franca minoría en Raxoi
El BNG deja abierta al PSOE en Santiago «todo el mandato» la puerta del tripartito
SANTIAGO
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Iniciar sesiónXosé Sánchez Bugallo no tendrá que tragarse el sapo de hacer alcaldesa de Santiago a Goretti Sanmartín. Tampoco Xaquín Fernández Leiceaga: el hasta hace poco senador desveló este martes que, al igual que el regidor en funciones, da un «paso atrás» y no tomará posesión ... de su acta de concejal en el Pazo de Raxoi. Leiceaga, quien convocó a la prensa para anunciar su renuncia, quiso desligar esta decisión de las negociaciones con el BNG en la capital gallega para articular la fórmula por la que la candidata nacionalista, Goretti Sanmartín, empuñará el bastón de mando. El PSdeG garantiza la investidura, pero marcando claras distancias frente a las pretensiones de Sanmartín de conformar, sumando a Compostela Aberta —que este martes, en asamblea, acordó negociar a partir del miércoles su integración en un gobierno de coalición—, un tripartito.
Nacionalistas y socialistas volverán a verse las caras este jueves, a las 11.00, según pudo saber ABC, tras una primera toma de contacto, el pasado jueves, en la que Mercedes Rosón, número dos de la lista del PSOE en Santiago el 28M, ya dio largas, enfrió las prisas de los frentistas y advirtió al Bloque de que las negociaciones bien podrían alargarse más allá del 17 de junio. Ahí está el precedente de las elecciones de 2003: entonces no se fraguó una coalición hasta el año siguiente. Y ahora, en 2023, los socialistas no dan ninguna garantía de integrarse en un gobierno encabezado por Sanmartín.
Leiceaga estuvo presente en aquel primer encuentro. Este martes, en rueda de prensa, razonó que la «situación» en la que ha quedado Santiago, tras el 28M, es «muy compleja» y «exige una reflexión demorada sobre lo que es mejor para la ciudad». «No es fácil», remarcó, porque el «mandato electoral», con 11 escaños el PP, 6 tanto PSOE como BNG y 2 Compostela Aberta, «no es muy claro». «Tampoco», advirtió al Bloque, en la «dirección de radicalizar, digamos, el proyecto». Y esto «complica mucho las cosas». La negociación, insistió, «no puede ser muy apresurada, para hacer las cosas bien».
De Santiago, como de Orense, se habló el lunes, en el primer encuentro entre las comisiones negociadoras de PSdeG y BNG. Pero después, ante la prensa, silencio, y el aviso de que los subsiguientes encuentros serán discretos, en línea con el mutismo que desde ese mismo día aplicaron ambos partidos. El Bloque ya había dicho todo lo que tenía que decir previamente, apostando sin rodeos por un tripartito. Oferta que el PSdeG enfrió y quién sabe si congeló hasta nuevo aviso. También el pasado jueves, al reunir a la comisión ejecutiva nacional, el secretario general, Valentín González Formoso, ya advirtió de que «la dirección gallega tiene la competencia» de «negociar pactos en cualquiera de las provincias y en cualquiera de las ciudades». Postura diametralmente opuesta a la de Ana Pontón, quien delegó en sus agrupaciones locales. Formoso ya advirtió de que el «acuerdo» marco al que se llegara con el BNG —formalizado el lunes— lo tendrían que «aterrizar» en «cada una de las realidades», para que «todos» pudieran sentirse «cómodos».
Distintas realidades
Y la realidad de Santiago no es la de Lugo ni la de Pontevedra ni la de La Coruña. Lugo viene de un bipartito en 2019-2023 y repetirá fórmula, a pesar de las disfunciones provocadas en el último mandato por el reparto de áreas concebidas como compartimentos estanco. Pontevedra, con Lores al frente desde hace 24 años, es una suerte de excepción en Galicia. Y en la ciudad herculina, Inés Rey puede hacer valer su posición de fuerza, con 11 asientos frente a 4 de Francisco Jorquera, pero dejar la alianza en un apoyo a su investidura.
En Santiago, en cambio, apoyar a Goretti Sanmartín, como hará el PSdeG, supone encumbrar a un partido que logró los mismos concejales, y que equivalen a la cuarta parte del consistorio. Para Borja Verea, fuente de «tensiones» que explican tanto la salida de Bugallo como la de Leiceaga. «No hay nadie al mando, no hay nadie al timón del PSOE de Santiago», lamenta en conversación con este diario, justo cuando «van a tomar una de las decisiones más trascendentales y de más envergadura» para la ciudad, a cargo de media docena de concejales en «situación de interinidad».
Para Verea, una «barbaridad que choca contra el sentido común», y que se agrava con un eventual portazo a integrarse en el gobierno municipal. El PSOE santiagués, interpreta, piensa en «clave partidista, y además cortoplacista», en lugar de hacerlo «en clave de ciudad», atendiendo a «variantes» y cálculos que «a la gente le importan bastante poco».
Verea —quien ratifica que el 17 de junio presentará su candidatura a alcalde—, critica que el tripartito soñado por Sanmartín carece de los «cimientos sólidos» para el gobierno «amplio», con hasta 14 concejales, que ella ansía. «Si no es capaz de convencer a sus propios socios, ¿cómo va a gobernar Santiago?», carga el líder local del PP. Despeñado el 28M y con un goteo de dimisiones, al PSOE compostelano le preocupa seguramente más su propio futuro que cómo se las apañe Sanmartín sin ellos en Raxoi.
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