PSdeG y BNG confirman sus bipartitos municipales pero evitan aclarar Orense
Pactan apoyarse mutuamente, como se esperaba, en aquellos concellos donde puedan desbancar al PP, pero guardan silencio sobre Jácome y presionan a Alfonso Rueda
Análisis: las consecuencias en Galicia del 28M (y las previsibles del 23J)
SANTIAGO
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSocialistas y nacionalistas gallegos seguirán hablando en los próximos días de la conformación de gobiernos municipales. No les sobra tiempo: en 12 días, el 17 de junio, se constituyen las corporaciones locales. Pero este lunes, en una primera reunión que abrió las negociaciones, y ... que duró unas dos horas, pusieron la primera piedra. Como cabía esperar, ambas fuerzas políticas formalizaron un pacto para apoyarse mutuamente en aquellos concellos donde la suma de escaños que deparó el 28M permitan conformar «alcaldías progresistas», con gobiernos «alternativos al PP», como remarcó el Bloque. Establecido este acuerdo marco o global, que afectará a más de un centenar de municipios, queda entrar al detalle. Con dos nombres propios: Orense, donde no se aclaró nada, más allá de seguir poniendo la pelota en el tejado del PP, y Santiago.
Un segundo nivel más complejo, que obligará a hilar más fino. Poco tiene que ver la situación de la ciudad de As Burgas, donde además de PSdeG y BNG está implicado en la gobernabilidad el PP, con Gonzalo Pérez Jácome a la espera del resultado —en sus palabras— de la «partida de póquer», con la capital gallega, donde Goretti Sanmartín será la alcaldesa pero falta cuadrar la fórmula —tripartito sí, tripartito no—. «Coaliciones» y «pactos», apuntó ayer Carme da Silva, al frente de la delegación del BNG, «son cuestiones que pueden formar parte del proceso de forma sistemática o atendiendo a las necesidades y características de cada uno de los concellos», dijo. Y no fue más allá. En adelante, la discreción —que comenzó a aplicarse desde el momento en que acabó la reunión— será la tónica de los próximos encuentros PSdeG-BNG, que los habrá. «No somos partidarios de contar, sino de hacer», advirtió José Manuel Lage, quien comandó la delegación del PSdeG; posteriormente, remarcó que los futuros careos tendrán lugar «no necesariamente televisando las reuniones»; y sobre las fechas en las que tendrán lugar, que «no son para contar».
PSOE —el equipo negociador, además de Lage, secretario de Organización, lo completaron la presidenta del partido, Carmela Silva, y el secretario de Política Municipal, Alberto Varela— y BNG —junto a Carme da Silva, responsable del área de municipal, el responsable de Organización, Bieito Lobeira, y el encargado del área de internacional, Rubén Cela— se citaron a las 11 en un hotel compostelano. Primeras declaraciones a la prensa por separado, espacio para que los gráficos tomaran imágenes de la mesa, con los seis participantes de la cita, y una comparecencia final y conjunta de Lage y Da Silva que habló por sí misma.
Foto conjunta
Lage llegó apelando a la «tradición» de acuerdos entre fuerzas «progresistas» desde 1991 y prometiendo la «mejor de las disposiciones» para alcanzar un acuerdo. Pero había que plasmarlo. Al cabo de dos horas, el clima de entendimiento deparó la foto conjunta. Ahí sí Da Silva ya apuntó que existía «una actitud» previa y un «ánimo» proclives a un «primer acuerdo» que Lage, aunque se esperaba que fuera lo mínimo que saliera del encuentro, calificó ante los medios de comunicación de «muy relevante». La fórmula no reviste el mayor misterio: en aquellos concellos donde el PP no tiene la mayoría suficiente, y PSdeG y BNG suman lo necesario, se votarán mutuamente, los nacionalistas a los socialistas y los socialistas a los nacionalistas en función de quién obtuviera más votos el 28M. Un reparto de bastones de mando.
El número dos de Valentín González Formoso, preguntado por si el balance de la cita resultaba escaso, ya que se daba por descontado que ambas fuerzas volverían a llegar a un pacto de sobras conocido y puesto en práctica —podía quedar la duda de si se fraguara en la primera toma de contacto, terció que «nunca se debe de dar nada por hecho». «Iremos trabajando poco a poco. Como primer día (…) creo que hay que estar satisfechos», reivindicó, además de apostillar que el hecho de haberse puesto de acuerdo en la primera jornada representaba una «señal de madurez». «Iremos poco a poco hablando de todo lo que haya que hablar», insistió.
En la misma línea, Carme da Silva coincidió en aplaudir la «responsabilidad» y «madurez» de ambos partidos, plasmada en una «reunión muy fructífera», con un acuerdo «muy relevante». Y apenas se movió de ahí, más allá de admitir que la fecha de constitución de corporaciones locales, el sábado 17 de junio, «está puesta» y obliga a una «cierta premura».
Temas sensibles
Los «acontecimientos» se irán sucediendo a golpe de nuevas reuniones, pero respaldar «alcaldías progresistas» no fue lo único en lo que coincidieron ambos partidos. También en imponer un manto de cautela sobre los temas más sensibles. Por más que, como confirmó Da Silva, se hubiera hablado de la cuestión más candente: Orense. Ya lo había dicho Lage al llegar: «Vamos a hablar de todo, no hay nada que no entre [en los temas a tratar]».
Lo hablaron, pero entre ellos. Ante la prensa, mutismo. Carme da Silva se ciñó al posicionamiento marcado por su jefa, Ana Pontón, y emplazó de nuevo al PPdeG a «decir qué quiere hacer» con el Concello y la Diputación. Alfonso Rueda, presidente popular, «aún no abrió la boca sobre este tema», dijo, cuando su partido, acusó, tiene una «responsabilidad directa» sobre lo que «pasó» en el «pasado mandato», en alusión al pacto con Jácome. «El PP tiene mucho que decir de lo que pasa en Orense y pasará en Orense en el futuro», insistió a la salida. En paralelo, sobre el terreno, el BNG activó conversaciones formales con el PSOE para el gobierno local de Pontevedra.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete