Análisis de las elecciones municipales
Las consecuencias en Galicia del 28M (y las previsibles del 23J)
El PP encuentra motivos para el optimismo ante las autonómicas del año próximo; el PSdeG se convence de que no sale tan mal; y el BNG sobredimensiona su euforia y ve reforzada su sensación de 'sorpasso' a los socialistas
Rueda evita confirmar a Baltar para presidir la Diputación de Orense
Santiago
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Iniciar sesiónEl tablero político en Galicia se ha visto sacudido violentamente esta semana por la combinación de los resultados del 28M y el anuncio del 23J. Una y otra fecha arrojan una amplia variedad de consecuencias y lecturas: las derivadas de las municipales se basan ... en datos y hechos; las que se imputan a las generales están más cosidas a la interpretación de lo que está por venir. Los tres grandes partidos de Galicia –PP, PSdeG y BNG– salen con estados de ánimo y relatos contrapuestos, en función de dónde se pone el foco.
La primera y más básica conclusión es que el PPdeG ganó las elecciones. Si en 2019 el resultado había sido un empate técnico con el PSdeG –apenas 8.000 papeletas a su favor–, ahora la distancia se amplía hasta las 130.000, sin que se pueda imputar a un derrumbe de la participación, que solo retrocedió dos puntos. Los 554.000 votos del PP de Alfonso Rueda son el mejor resultado del partido desde 2011, cuando se produjo la ola contra Zapatero que disparó a los populares por encima de los 700.000 votos. Los del 28M son, además, resultados superiores a los logrados por el PP en la doble convocatoria de generales de 2019, cuando –con Pablo Casado al frente– logró 440.000 y 475.000 papeletas.
No hay un hilo conductor que relacione lo que sucede en las municipales o las generales con el saldo de las autonómicas. Que le pregunten a Feijóo, que obtuvo mayorías absolutas en 2016 y 2020 –aunque esta cita estuvo condicionada por la pandemia– con un pobre poder territorial. Pero al partido le sirven de termómetro para medir la movilización de su electorado. Y los datos son razonablemente satisfactorios: en las ciudades –excusada la excepción viguesa– se ha rozado el 40% en La Coruña, Santiago y Pontevedra, se ha superado con holgura en Ferrol y Lugo, y solo se ha pinchado en Orense, con un paupérrimo 25%. Este es el entorno en el que tradicionalmente el PP ha tenido más dificultad para entrar, conocida su afinidad con la Galicia de interior.
Luego está la Diputación de Pontevedra, seguramente el mayor motivo de satisfacción política para Alfonso Rueda –dado que la personal es, sin duda, el triunfo de José Manuel Rey Varela en Ferrol–. Pontevedra, su provincia, venía arrojando preocupantes síntomas de debilidad en las autonómicas de 2012, 2016 y 2020. Era un lento retroceso pero constante, en paralelo a la pujanza del PSOE en Vigo, que se irradiaba a su área metropolitana.
Esa tendencia ahora no solo se frena sino que se revierte. Los socialistas ganaron la provincia hace cuatro años con casi 200.000 votos; ahora se estacaron en 167.000. El PP, por su parte, sube de 153.000 a 180.000. Son casi los 192.000 que obtuvo en las últimas autonómicas, partiendo de la base de que los populares siempre tienen un mejor rendimiento en las gallegas que en cualquier otra cita electoral, en circunstancias normales.
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Los 554.000 votos del PP de Alfonso Rueda son el mejor resultado del PP desde que en 2011 la ola contra Zapatero disparó al partido
Estos resultados dan al PP motivos sobrados para ser optimista de cara a la reválida que Alfonso Rueda debe afrontar el próximo año en las urnas. Sabe que necesita una legitimación democrática, siempre sometida a la incógnita de un proyecto tan prolongado en el tiempo y el desgaste que puede arrastrar. El adelanto de las generales al 23 de julio llevó a reflexionar sobre un posible movimiento idéntico con las gallegas, pero se descartó. No había relato para justificarlo, sino un mero interés electoral, precisamente un comportamiento que se le afea a Pedro Sánchez. El PP interpreta que el 28M no castiga a Alfonso Rueda y mantiene intactas sus opciones para ganar en 2024.
El PSOE y los tiempos
Los socialistas salen con la vitola de grandes derrotados del 28M, pero más por lo cualitativo que por lo cuantitativo. Ceder Ferrol entraba en las quinielas, porque el PP ya se había quedado dos veces a las puertas de la absoluta. El retroceso es de apenas dos puntos: no es una debacle. Santiago de Compostela, en cambio, sí lo es. El gobierno de Bugallo se hundió sin paliativos, y el partido no lo supo ver. Se aboca ahora a una sucesión forzada desde la oposición, de resultados imprevisibles y que puede dejar víctimas colaterales.
Sin embargo, el PSOE sube en las ciudades de La Coruña, Lugo y Pontevedra, manteniendo sus espacios de poder institucional local y, en el caso de las dos primeras, provincial. La Diputación era para Valentín González Formoso un objetivo básico –más allá de conservar la alcaldía de As Pontes– para el juego político autonómico y de cara a su no cuestionamiento interno en el partido. Supera ese examen aunque su provincia sea la que pierda dos ciudades.
Socialistas
El PSdeG fue el gran derrotado el 28M, más por lo cualitativo que por lo cuantitativo: cedió Ferrol y se estampó en Santiago
El único contrapoder real que hay a la dirección regional del PSdeG es Vigo. Y sí, Abel Caballero mantiene su holgada mayoría absoluta, pero la pérdida de la Diputación de Pontevedra –presidida por su mano derecha, Carmela Silva, tan significada en su proyecto– obliga a un mutismo entre los socialistas vigueses. Ni siquiera Gonzalo Caballero ha levantado demasiado la voz, más allá de hacer una interesada comparación en sus redes con lo sucedido en 2019, en plena efervescencia del 'sanchismo'. No sorprende: suele hacer lecturas interesadas para sacar conclusiones en su propio beneficio. Sabe, no obstante, que no puede criticar la pérdida de Ferrol y Santiago y callar ante lo sucedido en Pontevedra. Y no quiere desairar a su tío levantando la voz contra Carmela Silva y la dirección provincial de Pontevedra –que controlan desde Vigo con mano de hierro–, por lo que pueda pasar en el futuro.
Alfonso Rueda
Los resultados del 28M dan al presidente gallego motivos sobrados para ser optimista de cara a la reválida del próximo año
Ese futuro son las autonómicas. Aquí confluye el escenario que abre la convocatoria de las generales, que provoca automáticamente la interinidad del Gobierno. Y, en consecuencia, la de su delegado en la Comunidad. José Ramón Gómez Besteiro ve frenada en seco su agenda para recorrerse Galicia de punta a cabo vendiendo los logros y programas del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Contaba con seis meses –hasta las previsibles generales de final de año– para recuperar visibilidad entre la ciudadanía y los simpatizantes de su partido.
El siguiente paso sería concurrir a las primarias para ser candidato a la Xunta –proceso previsto para este verano, pero que las generales va a posponer a septiembre–, y ganarlas, al contar con el incuestionable aval del presidente del Gobierno. Ni siquiera Gonzalo Caballero, sanchista de la primera hora, osaría contravenir el designio de Sánchez. Todo este proceso ahora convulsiona, porque precisamente es el crédito del propio Sánchez lo que se juega este 23J. Es muy posible que, incluso con una derrota estrepitosa de Sánchez, esto no distorsione el proceso de primarias en el PSdeG y del mismo salga Besteiro como candidato. Es además muy probable que volvamos a verlo en la campaña del 23J, precisamente como candidato por la provincia de Lugo al Congreso, mientras que Miñones puede encabezar La Coruña. El PSdeG quiere mantener a sus principales activos en primera línea.
Gómez Besteiro
El delegado del Gobierno ve frenada en seco su agenda para recorrerse Galicia vendiendo los logros y programas de Sánchez
Una última lectura en clave socialista. Se intuye el principio del fin del 'caballerismo' en Vigo. La pérdida de la Diputación es un síntoma, leve, de desgaste, de que la tendencia ya no va a ser más al alza, aunque desde luego el ingente capital político acumulado permita vivir de los intereses mientras Abel siga presentándose a la alcaldía. Cuando eso deje de suceder... será otra historia.
El relato del BNG
El nacionalismo sale del 28M intentando abordar la parte por el todo: hacer del 'sorpasso' al PSOE en Compostela un síntoma de lo que va a suceder en el resto de Galicia. Omite la letra pequeña: adelanta a un alcalde agotado como Bugallo, y solo en votos, porque PSOE y BNG empatan a seis concejales, lejos de los once del PP. En La Coruña, Ferrol, Lugo, Vigo y Orense sigue muy por detrás de los socialistas. En el conjunto de Galicia, el Bloque obtuvo 248.000 votos, lejos de los más de 420.000 del PSdeG. Pero, interesadamente, se pone el foco en Santiago, que desde luego da más visibilidad que el resto de resultados.
Nacionalistas
El BNG omite la letra pequeña: venció a un Bugallo agotado, pero sigue detrás del PSOE en Vigo, Ferrol, La Coruña o Lugo
El BNG obtiene en las autonómicas su mejor rendimiento electoral, como acredita la serie histórica. En 2020 se coronó como segunda fuerza con 311.000 votos, casi el 25% del total. Entonces, el PSdeG se estancó en 253.000. De ahí que la pretensión del nacionalismo fuera visibilizar ese 'sorpasso' también en estas municipales. Pero los referentes locales del PSOE se han mostrado más sólidos que sus marcas –quizás con la excepción de Lugo, donde las siglas han apuntalado la fragilidad de la alcaldesa Lara Méndez–.
Es cierto –porque los datos así lo acreditan– que el BNG mejora en 50.000 votos respecto a hace cuatro años, pero mucho de ese avance es fruto de fagocitar a las mareas, ese espacio mixto entre el 'rupturismo' y el nacionalismo escindido de Amio que un día fue un proyecto solvente, en apariencia. Hoy huye en desbandada.
Los mejores resultados históricos del nacionalismo en autonómicas tienen relación directa con las crisis que ha experimentado el socialismo. Ocurrió en 1997, con el PSOE de Almunia, y de nuevo en 2020, con el PSOE de Sánchez y el castigo a la gestión de la pandemia. Ahora el BNG intuye que la tendencia a la baja del PSOE puede continuar –con el efecto contagio que eso pueda tener para la filial gallega–, y eso fortalece el objetivo de seguir liderando la oposición cuando se vote el año próximo.
En la hoja de ruta hacia el ensanchamiento de la base electoral nacionalista estaba, como tantas veces se ha escrito, una apariencia de moderación que permita captar a votantes socialistas tradicionalmente reacios a las excentricidades folclóricas del BNG. La importancia de la alcaldía de Santiago radica, precisamente, en la visibilidad de esa pretendida moderación. Pontón va a usar la gestión de Goretti Sanmartín como renovado aval para tejer su traje de presidenta. Su reto es que ese votante socialista desencantado le compre su discurso y no haga como suele, que es preferir la moderación que predica y practica el centro-derecha del PP.
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