En su relato de la atención y la calidad de la comida, este consumidor había mostrado un afán especial por dejar por los suelos la reputación del establecimiento. «Te sirven agua del wáter, el arroz está pasado, simplemente lo calentaron; mala comida y velocidad pésima, aparte de tener un sirviente viejo que pasa de tu cara», recordaba, sobre su experiencia. Y en coherencia con estas apreciaciones, su calificación se quedaba en una estrella sobre una escala del 1 al 5.
La respuesta del propietario ha sido escueta y sarcástica: «O sea, que sabes a qué sabe el agua del wáter, sin comentario. Soy el viejo». Con pocas palabras, se ha burlado de ambos detalles un tanto inclasificables, uno por repugnante y otro por vejatorio para la persona.
El influencer valenciano Jesús Soriano ha dado también su veredicto a este intercambio dialéctico, con un «punto para el viejo», secundado por otros muchos internautas, entre quienes abundan los que añaden humor a cuenta de la ocurrencia escatológica.
«Comunica tu reserva con antelación y te obsequiaremos con una cata de las mejores aguas de wáter de nuestro restaurante, e incluso me atrevería a apostar que nuestros clientes colaborarían encantados en una selección de su propia cosecha», se puede leer en el hilo, con más de cien mil reproducciones en dos días.
«Como el agua del WC de Madrid, ninguna», o también «el comentarista tiene un paladar fino… ha probado todo tipo de cosas», son algunas de estas reacciones, además de que otros afean al autor de la reseña que se refiera al camarero como «sirviente».
No obstante, hay quienes le defienden en su queja por la edad del personal y se quejan de que hay tendencia en el sector de la hostelería a contratar a camareros demasiado mayores, según su cuestionable criterio, que podría calificarse de 'gerontofobia'.
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