«Los riesgos más grandes de infecciones aparecen tras meses o años»: publican un estudio sobre enfermedades en la zona cero de la dana

La inmensa inundación causada por la dana, ocurrida al sur de Valencia capital el 29 de octubre de 2024, supuso unos efectos devastadores y catastróficos, así como un potencial impacto sobre la salud sin precedentes. En este sentido, el equipo de investigación —liderado por la Unidad de Parasitología de la UV— lanzó una iniciativa para evaluar los riesgos de infecciones individuales y epidemias en la amplia zona afectada. «La complejidad de los agentes infecciosos abordados exigía una visión multidisciplinar, por lo que nuestra Unidad está coordinando un esfuerzo conjunto con otros grupos de expertos que respondieron de manera inmediata», explica María Dolores Bargues.

El estudio ha contado con la colaboración del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias y el grupo MiniAging del Instituto de Investigación Sanitaria INCLIVA, dirigido por Consuelo Borrás. Además, diversos equipos de otros centros españoles están colaborando actualmente en investigaciones en la zona afectada que darán lugar a resultados que serán publicados en los próximos meses.

En este sentido, el experto de la OMS Santiago Mas Coma describió cómo se efectuó la investigación de agentes infecciosos en muestras ambientales de aguas, lodos y suelos de las áreas inundadas, que fueron recolectados durante las tres primeras semanas después del día del desastre, y se focalizaron esencialmente en las áreas de la denominada zona cero.

La evolución del escenario total fue analizada cubriendo los días previos a la catástrofe, el día de la gota fría y también durante las semanas siguientes. La totalidad de la geografía afectada fue mapeada para discernir las trayectorias seguidas por las corrientes de aguas y lodos, así como las circunstancias en relación con riesgos de infección a corto, medio y largo plazo.

Los análisis y prospecciones desarrolladas permitieron distinguir una especie de tabla de ajedrez 4x4 que incluye cuatro cauces independientes que comprenden ríos o barrancos, cada uno incluyendo a su vez cuatro tipos diferentes de áreas, concretamente, desde el interior hasta el mar, unas primeras áreas silvestres, seguidas de unas áreas rurales con campos agrícolas y granjas de animales, después las áreas urbanas y, finalmente, la extensa zona del lago de la Albufera con los campos de arroz circundantes y la ulterior franja recreacional y ecológica entre el lago y las playas.

Mas Coma ha explicado que «las prospecciones efectuadas permitieron encontrar una gran diversidad de agentes infecciosos que evidenciaban unas tasas de concentración más grandes en los lodos que en las aguas de inundación, lo que resultó muy significativo. En las muestras ambientales se detectaron virus, bacterias, protozoos parásitos, amebas oportunistas de vida libre y gusanos, así como también vectores de diversas enfermedades infecciosas como mosquitos, moscas areneras y moluscos de agua dulce».

En el artículo se resumen las características de transmisión de la enfermedad que causan fuentes o vías para la infección humana, así como la patogenicidad de cada uno de los agentes infecciosos detectados. Se analizaron las enfermedades de transmisión vectorial potencialmente emergentes y se comprobó que los microorganismos detectados varían en el tipo de transmisión, en las vías de infección (oral o a través de heridas) y en la transmisión (de permanente a estacional). La contaminación fecal mostró tasas elevadas, procedentes de fuentes humanas o animales, como ovejas, cabras, cerdos, caballos, perros y gatos. Es destacable que todos los microorganismos tienen la capacidad de ser patógenos para los humanos, en mayor o menor medida dependiendo del que se trate.

Por su parte, Consuelo Borrás se refirió al contenido trascendental de la iniciativa, que se corresponde con el impacto de la gota fría en las personas de más edad. «Las repercusiones de la catástrofe sobre este grupo más vulnerable han sido enormes, tanto a nivel personal y familiar como económica y psicológicamente. Muchos vivían en las plantas bajas de las calles céntricas, donde los destrozos y pérdidas fueron mayores. Además, esta iniciativa también comprende un estudio experimental para analizar cómo los agentes patógenos detectados pueden llegar a afectar a personas de más edad», apunta.

Finalmente, Mas Coma ha resaltado que «es importante tener en cuenta que los estudios efectuados en grandes catástrofes hídricas sucedidas en otros países o continentes han demostrado que los riesgos más grandes de aparición de infecciones individuales y de brotes infecciosos son a largo plazo, después de meses o años. De ahí que la programación de prospecciones en la zona afectada se alargue, como mínimo, tres años más«.

El estudio ha contado con la financiación del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Valencia, la red CIBER de Enfermedades Infecciosas del Ministerio de Sanidad —de la que participan cinco grupos bajo la coordinación del equipo liderado por María Dolores Bargues—, un proyecto PROMETEO de la Generalitat Valenciana, aparte de otras fuentes de la Comisión Europea y del Cabildo Insular de Tenerife.