El 'hub' de la marihuana: un día en el control de aduanas del Prat
El aeropuerto de Barcelona superó a Barajas en incautaciones de marihuana durante 2020, cuando la pandemia disparó los envíos de droga a través de paquetería
¿Qué es el khat y qué efectos tiene la 'nueva' droga africana que se expande por España?
Traqueteo de maletas. Una cola eterna que, finalmente, resulta menos lenta de lo esperado. Fuera cinturón y zapatos. Superado el arco de seguridad, aún queda otra espera: la del embarque. Una escena corriente para los viajeros que oculta parte de las entrañas de un aeropuerto: ... las aduanas . Y es que el balance de las terminales de Barcelona en 2020 fue de menos pasajeros y más marihuana. De hecho, la hierba incautada por la Guardia Civil solo en el área de paquetería de El Prat supuso un 67% más que la decomisada en Barajas durante el mismo periodo. Fueron 360 kilos en la capital catalana, frente a los 215 de Madrid.
Son cifras menores para el tráfico de esta droga, ya que la vía aérea no es la principal por la que se mueve esta sustancia, pero resultan emblemáticas. Los datos ponen de manifiesto que Cataluña, tal y como advierten los Mossos d’Esquadra, es líder en la producción y exportación de marihuana en Europa. Tras su cultivo en esta comunidad, se distribuye por países como Alemania o Francia, donde multiplica varias veces su valor.
Detectar la droga durante las restricciones pandémicas se volvió más sencillo. «No había turistas, pero los profesionales del contrabando no dejaron de operar. ¿Qué ocurrió? Era más sencillo detectarlos porque ya no se hacían controles aleatorios a los pasajeros, sino que se inspeccionaba a todos los viajeros porque el número de vuelos era muy limitado», explica el brigada Antonio, de la Guardia Civil, que se dedica a ello en El Prat.
Los agentes, que operan como resguardo fiscal de la Aduana, están bregados en detectar a posibles sospechosos. Más allá del supuesto nerviosismo de un pasajero que trata de introducir la droga en España , hay detalles que pueden hacer saltar las alarmas. Por ejemplo, portar muy poco equipaje tras un viaje muy largo, lo que podría indicar que se trata de un ‘bolero’ -que transporta la droga en su propio cuerpo, tras ingerirla-. O todo lo contrario: un supuesto turista solitario que acarrea tres o cuatro maletas rígidas -en las que, en teoría, resulta más sencillo ocultar un doble fondo-.
Un agente de la Guardia Civil muestra los líquidos que un pasajero transporta en su maleta, a su llegada al aeropuerto de Barcelona
Control de pasajeros
La pericia de los uniformados cuenta con apoyo tecnológico. Primero la de un programa informático de la Agencia Tributaria, llamado Zújar, que en base a unas variables determina, entre otros, qué paquetes son sospechosos de transportar algún narcótico. También analiza la procedencia o destino del mismo , igual que sucede con los pasajeros, aunque el administrador de las Aduanas de El Prat, José Manuel Nuño, aclara que los denominados «vuelos calientes» son ya más un mito que una realidad a la hora de transportar estupefacientes. «Si saben que estaremos pendientes de un avión que llega de Colombia, no van a ser tan poco inteligentes como para traer la droga así», explica.
Ante esta fiscalización, los traficantes recurren a diferentes opciones, como realizar varias escalas. Se los conoce como «vuelos refundidos», explica otro agente del Instituto Armado, junto al escáner de la Terminal 1 de El Prat . Aviones que llegan a Barcelona desde Madrid, cuando en realidad el origen de muchos de sus pasajeros es un tercer país -de fuera de la Unión Europea-. «Hay que estar siempre atento», apostilla el uniformado segundos antes de interceptar a un viajero con una maleta de gran tamaño que hace pasar por el escáner.
La máquina opera con tres colores. El naranja señala lo orgánico -marihuana, por ejemplo-, mientras el verde es para los líquidos, y el azul detecta la densidad atómica de los metales. ¿Y para ver un doble fondo? « El escáner no lo identifica , es cierto que podemos fijarnos en alguna anomalía en los bordes de la maleta, pero es una cuestión de pericia», comenta el brigada, quien admite que, en algunas ocasiones, la inspección hasta dar con el escondrijo les ha llevado horas.
En el caso de los ‘boleros’, el proceso se complica. Ante alguna sospecha, primero se les pide el pasaporte, y luego que firmen una autorización para realizarles así una radiografía. La sala de rayos se encuentra a pocos metros del control de pasajeros en la zona de llegadas. ¿Y si se niega? «Entonces se delata solo», ríe uno de los agentes. En caso de que rechace someterse a la prueba, se puede solicitar una autorización judicial.
«Muchos se derrumban y confiesan. Piensa que cada minuto que pasa es un riesgo para su salud porque alguna de las bolas -con droga- puede romperse», apostilla el guardia. Una vez confirmado, se les traslada directamente al hospital, donde los agentes custodian al ‘bolero’ hasta que expulsa la mercancía ilícita. La estadística indica que cerca del 10% de los que pasan por rayos sí transportaba droga.
Pero la Aduana del control de pasajeros no se limita a incautar narcóticos. Avanzada la mañana, una mujer, cargada de maletas, recibe el alto de un uniformado que va a revisar su equipaje. En el interior de varias bolsas porta decenas de paquetes de lo que parece ser pescado en mal estado. El hedor es insoportable . El agente, como resguardo fiscal, le comunica que tendrá que tirarlo todo, y es que, salvo algunas excepciones, ningún pasajero de fuera de la Unión Europea puede introducir productos de origen animal en su equipaje. La afectada, de origen africano, dice desconocer la normativa, y pierde los nervios tras comprobar que todo aquello que ha traído para sus familiares acabará en la basura.
Un guardia civil lleva una caja con pertenencias de un viajero
En el control de pasajeros que llegan a la Terminal 1, varios arcones almacenan los productos decomisados que se desecharán. Aún hay más restricciones. Y es que si los viajeros de otros países no pueden transportar derivados cárnicos en la UE, tampoco ningún tipo de planta ni semilla. ¿El motivo? Evitar plagas o la introducción de especies invasoras , como la del mosquito tigre, que llegó al municipio de Sant Cugat del Vallés en el verano de 2004 a través de unos neumáticos provenientes de Asia, recuerda Nuño. Ciertas especies pueden adherirse a las mercancías, incluso a los palés en que se transportan -por ello se fumigan-. En otras ocasiones, más que a una casualidad, puede deberse a intereses económicos, advierte el máximo responsable de la Agencia Tributaria en el aeropuerto de Barcelona. «Por ejemplo, una compañía que (mediante alguna plaga) quiera dañar la producción de olivos, lo que podría afectar a una región cuya economía dependa en buena parte de ellos», ilustra.
Marihuana en postales
Más allá de plagas y ‘boleros’, durante el último año la Guardia Civil también ha detectado un incremento en el tráfico de fármacos como el sildenafilo , principio activo de la Viagra, y de gran éxito en el mercado negro, ya que para el original se necesita receta. También de otras drogas como el ‘Khat’, un arbusto alucinógeno, originario de Etiopía, que no está permitido introducir en España.
En el área de paquetería, tras localizar varios cargamentos de falsificaciones -un reloj Rolex, poco logrado eso sí, entre los hallazgos-, Nuño comenta que el aumento de envíos de marihuana ha propiciado escenas tan surrealistas como localizar cogollos en postales « que se envían como recuerdo » tras una visita turística a Barcelona. Lo cierto es que solo entre enero y septiembre de este año, los agentes ya han decomisado 225 kilos de esta droga, así como 82 de hachís y cinco de cocaína.
Una martes cualquiera, José, agentes de Aduanas, se introduce con su maletín en la nave de una empresa de mensajería, ubicada junto a las pistas. «Con lo que llevo aquí dentro se pueden detectar hasta 14.000 sustancias», desliza, y asegura que no exagera. Pone a prueba sus reactivos con tres cajas que el sistema de la Agencia Tributaria ha considerado sospechosas. Su contenido, según rezan los formularios, es vainilla, levadura y bicarbonato . En una primera inspección ocular, se verifica que los polvos blancos no oculten otra sustancia camuflada en el fondo de los paquetes. Tras ello, se aplican los reactivos que, con unos minutos de espera, corroboran que efectivamente, no se trata de ningún estupefaciente, aunque no siempre es así.
« Los delincuentes no llevan encima el Código Penal , pero saben que en España las penas por traficar con marihuana son más laxas que en otros países». Son palabras del fiscal antidroga de Barcelona, Gerardo Cavero, quien explica a ABC que la «poca severidad penal» -de uno a tres años de prisión- y la « tolerancia social y política » que se ha establecido en torno a esta sustancia son factores que promueven su proliferación. De hecho, el debate sobre el consumo del cannabis ha vuelto al Congreso de los Diputados con dos proposiciones de ley de Más País y ERC que promulgan su legalización más allá del uso medicinal. Así, defienden que su consumo en la calle sea legal a partir de los 18 años, igual que el tabaco. Y, precisamente, gigantes de esta industria como Philipp Morris ya han anunciado que su futuro pasa por comercializar cigarrillos de marihuana.
A la par, la policía catalana alerta de los riesgos de la proliferación de esta droga, que es la más incautada en el territorio desde hace ocho años. Pese a ser considerada «menor», conlleva asociados altos índices de criminalidad: cerca de un centenar de narcoasaltos solo durante el año pasado; así como extorsiones, secuestros y homicidios -tras los últimos doce meses en la citada comunidad-.
Un viajero deposita sus pertenencias en la bandeja que le facilita un uniformado en las Aduanas del aeropuerto de Barcelona, para verificar que lo que transporta es legal
Cannabis y salud
Tampoco son irrelevantes los riesgos sanitarios que comporta su consumo entre los más jóvenes En la última década, el porcentaje de tetrahidrocannabinol (THC) -principal constituyente psicoactivo del cannabis - ha pasado del 4% a, en ocasiones, superar el 30%. «Concentraciones tan altas pueden implicar más síntomas psiquiátricos por consumo de la sustancia, sobre todo en la población menor de 21 años, que es cuando se completa la formación del cerebro», explica Laura Grau, especialista en adicciones del Hospital Valle de Hebrón de Barcelona.
La doctora señala que el consumo se puede traducir en alteraciones de la actividad cognitiva, así como en crisis de ansiedad , síntomas psicóticos y, en el caso de los efectos retardados del consumo temprano, puede aumentar las posibilidades de sufrir esquizofrenia. «El cannabis no es un factor causal de este enfermedad, pero sí es un precipitante», advierte.
En los últimos dos años, han aumentado las consulta de jóvenes de entre 18 y 25 años que acuden a este centro hospitalario de la capital catalana por consumo de marihuana. «Incluso en urgencias psiquiátricas», advierte Grau.
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